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Los cinco pilares [Misión Rango C] Empty Los cinco pilares [Misión Rango C]

Mensaje por Alex Zeik Jue Oct 01, 2015 1:12 am

Especificaciones de misión:

El cartel de aquella misión estaba hace tiempo en el tablón de misiones, pero curiosamente nadie la tomaba, a pesar de estar muy bien pagada para su rango. Podía entender que los más fuertes del gremio no hicieran misiones menores a su rango, pues no les servía a la hora de conseguir puntos para el examen para clase S, pero había muchos otros miembros a los que de seguro les vendría bien una misión en la que pagaran esa cantidad de jewells. Entonces la cuestión era ¿Por qué nadie tomaba la dichosa misión? No supe la razón hasta no haber tenido que ir yo a solicitarla- ¡Menuda tanda de cobardes que sois! -le grite abiertamente a todos los del gremio, levantando mi mano con la hoja de la misión siendo sostenida por ella- ¿Le tienen miedo a un pequeño cementerio? ¿Una mansión embrujada? ¡Pensé que esto era Sabertooth, no un grupo de gatitos asustados! -muchos bajaron la cabeza con vergüenza ante mi burla, a lo cual no pude hacer más que sonreír de manera triunfal- Nos vemos luego, iré a demoler una mansión, llevarme una buena paga fácil y demostrarles quien tiene los colmillos más largos aquí, intentos de gatito -más de uno ya me estaba mirando con rabia y preparando su magia para atacarme y empezar una trifulca en el gremio, pero como tenía apuro por cumplir la misión los ignore, saliendo disparado por la puerta principal, saliendo del gremio y dirigiéndome a paso rápido hasta la estación de trenes de la ciudad. Me tocaría aguantar un largo viaje, pero valdría la pena por un trabajo como ese, donde solo debía hacer de las cosas que más me gustaban: Destrozar lugares.

Pero esa misión no sería fácil, para nada fácil.

Luego de casi seis horas sobre un tren, a las cuales no sabía cómo había sobrevivido, finalmente llegue a la estación que me dejaba más cerca del cementerio y del pueblo que había solicitado el derrumbe de la mansión. Solo me tomo unos minutos llegar caminando a una velocidad normal, pues este no estaba muy alejado. Al llegar, me quede dando algunas vueltas por el pueblo, disfrutando de la tranquilidad que allí se respiraba, típica de los pueblos de campo. Pase unos minutos caminando por allí hasta que finalmente encontré el edificio municipal del lugar, pues por muy pequeño que fuera, necesitaba de uno. Allí ya me estaba esperando un hombre de edad avanzada, con cabello blanco de lo canoso y una barba demasiado gruesa, el cual se apresuró a acercarse a mí al verme llegar- Disculpe joven, ¿Es usted el mago que envió Sabertooth para ayudar con el asunto de la mansión? -me pregunto, directo al tema y sin rodeos.

- Si, soy yo -le respondí, extendiendo mi mano y estrechando la suya mientras le sonreía con amabilidad- Mi nombre es Alex y vengo a arreglar su problema con esa mansión, solo indíqueme donde esta y empezare de inmediato -me presente al tiempo en que soltaba su mano y miraba alrededor, observando todos los caminos que se unían a esa zona central del pueblo y pensando cuál de todos me llevaría más directo a la mansión.

- De eso nada, primero tome un descanso y luego, mañana por la mañana, le mostrare la mansión -me indico el anciano mientras echaba una rápida mirada al cielo- Además esta por anochecer, y entrar allí de noche definitivamente no es la mejor idea. Sígame joven, lo llevare a una posada donde podrá tomarse un descanso -y sin dejarse replicar, el anciano dio media vuelta y con un ademan me indico que lo siguiera. Yo, al no ver otra opción pues no sabía dónde estaba la mansión, seguí al anciano, aunque no me convencía del todo esa idea de ir al día siguiente. Si en el gremio se enteraban que había entrado a la mansión de día, me echarían en cara que yo también tenía miedo a entrar por la noche, algo que no podía permitir.


Última edición por Alex Zeik el Jue Oct 01, 2015 5:58 pm, editado 1 vez
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Los cinco pilares [Misión Rango C] Empty Re: Los cinco pilares [Misión Rango C]

Mensaje por Alex Zeik Jue Oct 01, 2015 5:57 pm

Los pasos del anciano me guiaron hasta una pequeña posada, con paredes y suelo de madera al estilo antiguo ubicada a escasas cuadras del edificio municipal. Al parecer era la única del pueblo, y que eso no era raro para nada, lo que se me hacía raro era que un pueblo pequeño como ese de por si tuviera posada, pero bueno, tampoco tenía nada de malo que tuvieran un lugar donde los extranjeros se pudieran quedar, o los simples visitantes como lo era yo, una buena forma de demostrar hospitalidad.

Llegamos al lobby del lugar y una mujer de avanzada edad esperaba allí, sentada detrás de un pequeño escritorio mirándome con una sonrisa amable mientras íbamos llegando con el anciano. Al parecer le habían avisado de mi llegada pues ya tenía la llave de una habitación en la mano, la cuatro según el pequeño adorno que tenía. Llegamos junto a ella y el hombre que me guiaba se apresuró a presentarnos.- Él es Alex, el mago que enviaron a ayudarnos con el asunto de la mansión -le dijo, señalándome con la mano. Yo me limite a asentir, sonriéndole a la mujer de avanzada edad.

- Es un placer, señora -hice una pequeña reverencia y luego me volví a enderezar, sonriendo ampliamente. La mujer solo me miro por unos segundos, hasta que el pequeño sonido del anciano aclarándose la garganta la hizo reaccionar.

- Lo lamento, solo me quede sorprendida al ver que un mago tan joven vaya a entrar en esa mansión -dijo la mujer, acercándose a mí y tomando mi mano derecha con sus manos, envolviéndola en estas- El placer es todo mío, y en verdad espero que salgas bien de ese lugar endemoniado - a pesar de haber sido dichas de esa forma tan amable, no pude evitar tensarme al escuchar lo de "Lugar endemoniado" ¿Tan tranquilamente lo decía?, Sí que debían estar acostumbrados a esa mansión.

- Venga mujer, no asustes al joven así -interrumpió el anciano al tiempo en que la mujer soltaba mi mano, dejando la llave de la habitación en ella- Déjalo descansar, él entrara mañana por la mañana y de seguro nada le pasara, el hombre del consejo entro por la noche aunque le advertimos, este muchacho no hará lo mismo ¿Verdad? -el hombre me miro y yo asentí, pero con una mano tras la espalda, cruzando los dedos- ¿Ves? Bueno, entonces ve a descansar joven, mañana te mostrare la mansión -me indico y se fue sin más, saludando con un simple ademan mientras se alejaba camino a la puerta principal. Cuando salió, quedamos yo y la mujer dentro, solo y en un silencio para nada incomodo, como si en el mismo hubiera cierta complicidad entre ambos.

- Si sigue derecho por la calle que corta en diagonal por el edificio municipal, encontraras la mansión -dijo la mujer mientras se acercaba a las puertas principales y las cerraba- A mí no me engañas jovencito, sé que cruzaste los dedos, pero está bien, sería aburrido ir de día ¿No? -mire a la mujer, sonriendo de medio lado mientras asentía- Ten cuidado si en verdad tienes pensado entrar, hay peligros allí dentro -me advirtió mientras se iba alejando por uno de los pasillos de la posada, de seguro hacía la que sería su habitación.

- Claro, lo tendré -le respondí mientras la veía alejarse, apurándome a ir a mi habitación y salir por la ventana de la misma. Esa noche acabaría la misión y se lo echaría en cara a todos los del gremio que no quisieron tomarla, me reía de solo imaginar sus caras de vergüenza.
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Los cinco pilares [Misión Rango C] Empty Re: Los cinco pilares [Misión Rango C]

Mensaje por Alex Zeik Jue Oct 01, 2015 7:10 pm

Al llegar a la habitación me quede unos segundos mirando, curioso, la buena decoración que tenía. Era una habitación pequeña, pero muy acogedora, con una cama grande de sábanas blancas, algún que otro cuadro adornando las paredes y un pequeño mueble donde meter las ropas. Había una pequeña puerta que de seguro llevara a un baño, pero ni me moleste en abrirla, pues poco tiempo más iba a pasar allí. Me acerque a la cama y abrí la puerta que había en la pared junto a ella, apoyando un pie en el marco para luego salir de un pequeño salto.

Las calles estaban vacías, pues por la hora que era la gente ya debía de estar preparándose para cenar y luego marchar cada  uno a dormir, pero ese no era mi caso, yo aún debía de demoler una mansión y luego si, tal vez pensaría en dormir. Como me indicaron, me dirigí de nuevo hasta el edificio municipal, con cuidado de que nadie me viera en el camino. Al llegar, mire todas las calles que cruzaban por él y solo había una que lo hacía diagonalmente, aquella que a los lejos se veía que salía del pueblo. Confiado en que sería esa, pues era la única que podía ser, me dirigí rápidamente en dirección contraria al centro de la ciudad, siguiendo esa misma calles la cual, después de unos minutos, me termino dejando fuera del pueblo.

Al parecer la única calle que iba por fuera del pueblo era esa, la que conectaba directamente con el cementerio y la mansión, aquella que ya podía ver al final del camino. Me quedes sorprendido al ver el tamaño que tenía aquella edificación, se ganaba el título de mansión y no estaba lejos de poder decirse que era prácticamente un hotel. El lugar era enorme, tenía cuatro pisos de altura y de tamaño fácilmente podría cubrir dos manzana enteras, si es que no tres. En momento como ese yo me preguntaba ¿Cómo es que puede haber gente con tanto dinero como para mandar a construir semejante monstruosidad de mansión- Tirarla abajo será más complicado de lo que pensé -susurre mientras iba subiendo las escaleras principales que daban con la puerta de entrada delantera.

Al llegar frente a la puerta me frene, mirando por un segundo el enorme portón doble de madera oscura que debía atravesar para entrar. No podía negarlo, me sentía levemente intimidado antes menuda construcción, pero no por ello me volvería. Ya había llegado hasta allí, lo único que quedaba era tirar esa cosa abajo. Decidido, abría l puerta de un empujón, ingresando en la oscuridad de aquella mansión abandonada y hogar de quien sabía qué clase de seres que intentarían detenerme.

La cosa se pondría muy sería dentro de poco tiempo, podía percibirlo.
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Mensaje por Alex Zeik Jue Oct 01, 2015 11:21 pm

A pesar de la fuerza con la que la empuje, la puerta no acepto el abrirse de forma brusca no, sino que se fue abriendo lentamente, generando un horrible chirrido al no haber sido abierta en mucho tiempo. Di mi primeros pasos dentro de la mansión e instantáneamente sentí un escalofrió recorrerme la espalda. El ambiente que había allí era horrible, el aire que se respiraba... olía a muerte, y yo conocía muy bien ese olor, el infierno estaba cubierto por una peste igual- Definitivamente aquí hay algo más que simples ratas... -pensé apenas mire alrededor, admirando la enorme sala de recibimiento que tenía la mansión. Varios sillones, cuadros en todas las paredes, muebles que a simple vista podía notar que no eran para nada baratos, todo cubierto por una gruesa capa de polvo y con claras marcas del pasar del tiempo sin que ningún tipo de mantenimiento haya sido aplicado en ellos.

Me adentre lentamente en la mansión, mirando alrededor la cantidad de pasillos que salían a partir de ese punto hacía todas las zona de la edificación. Según me habían dicho, los pilares se ubicaban uno en cada habitación esquinal de la mansión, y el ultimo en el centro, siendo el más grande de todos y que hacía de sostén principal de la casa. Tenía pensado ir primero por todos los de las esquinas y por ultimo destrozar el del centro, así me aseguraría de que la casa no se me vendría encima de improvisto por haber roto primero el pilar principal.

- Bueno, será mejor comenzar... -calle al sentir una extraña presencia a mis espaldas, volteando rápidamente para ver... nada, solo la puerta que había cerrado hacía solo un segundo- Esto no me da buena espina... -susurre antes de tomar rumbo al pasillo que estaba directamente a la derecha de la puerta principal.

Siguiendo por ese camino no tarde mucho en llegar a la sala de la derecha del todo, la que se encontraba en la esquina de la mansión. Era una sala enorme, con montones de sillones rodeando un pilar de material blanco que adornaba el centro de la habitación. No hacía falta ser un genio para saber que debía destruir- Bueno, veamos como hago esto -dije a la nada mientras me paraba de frente al pilar y cerraba mis manos en puños, rodeándolos de fuego negro, listo para destrozar el primero de cinco objetivos que tenía en esa mansión.
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Mensaje por Alex Zeik Vie Oct 02, 2015 6:10 am

El pilar que tenía en frente era enorme, debía admitir que no sería tan fácil como darle un puñetazo y que se callera a pedazos. Con casi dos metros de radio, esa cosa podría aguantar un puñetazo mío y yo terminaría con la mano destrozada, así que no era la mejor opción intentar romperlo sin usar magia- Tsk, comencemos esto –susurre mientras hacía que las llamas de mis manos se volvieran más y más intensas, llegando al punto en que el mismo suelo bajo mis pies comenzo a calentarse- Renryū no… –me prepare para lanzar mi ataque, pero un segundo antes de que pudiera decir la parte final del nombre y atacar, sentí como una mano se me apoyaba en el hombro, una mano fría…

Voltee al instante, mirando como a mi espalda… no había nadie- Lo que me faltaba, la paranoia me ataca ahora –susurre mientras volvía a voltear en dirección al pilar, conteniendo la respiración y mostrando mi ojo levemente más abierto al ver allí, parada con la espalda apoyada en la superficie de mi objetivo, a una mujer. Alta, bonita, de cabellos negros largos hasta la cintura que llevaba por prendas un vestido largo y negro que cubría su cuerpo, pero dejaba notar su curvilínea figura- Señorita, perdone pero debe irse de aquí, este lugar está en proceso de demolición -como era obvio su repentina aparición me sorprendió, pues supuestamente allí nadie tenía permiso para ingresar y menos de noche, pero tampoco quise mostrarme muy afectado por su presencia allí. Siempre estaban aquellos que no obedecían las reglas que les imponían, los típicos “Rebeldes”.

- Kukuku –arquee una ceja al escuchar esa pequeña y lúgubre risa, mirando a la mujer con una expresión de cara curiosidad y expectación ¿Qué era tan gracioso?- Lo siento cariño, creo que tú no te enteraste aún… -susurro para, un segundo después, descomponer su figura en un sinfín de murciélagos, los cuales dieron una vuelta alrededor del pilar y luego cruzaron junto a mí- ...pero la demolición se cancela –fue lo que pude escuchar, palabras provenientes de unos labios muy cercanos a mi oído. Lo siguiente que sentí fue una mano subiendo por mi mejilla derecha para terminar en mi parche, donde se frenó de golpe- Interesante –la escuche decir, sintiendo como su mano se alejaba de mí y a la vez escuchando los pasos de la mujer alejándose de mí.

Logre reaccionar, dando media vuelta para ver a esa extraña mujer de frente- ¿Qué es interesante? –le pregunte, mostrándome relajado pero a sabiendas de que eso no terminaría nada bien. Esa mujer... no era precisamente “Humana”.

La mujer se acercó a uno de los tantos sillones que había en la sala, sentándose y  cruzando las piernas para no mostrar nada indebido al estar usando un vestido- Tú parche, muchachito. O bueno, mejor dicho tú ojo Kukuku –esa risa tan leve, pero maniática a la vez ya estaba comenzando a incomodarme- No, todo de ti. Eres un ser interesante… quítate el parche –me pidió/ordeno, apoyando un codo en el brazo del sillón y reposando el mentón encima, reclinándose un poco hacía adelante en señal de expectación y dejándome una vista bastante amplia de su escote, al cual prácticamente ni preste atención.

- Lo lamento, pero no tengo permitido quitarme el parche por muy bonita que sea la mujer que me lo pide –le respondí, sonriendo leve para tratar de evitar que se molestara. Lo que menos esperaba era tener que pelear con una mujer, eso iba contra mis principios, no podía hacerlo, o bueno, al menos no golpearla. Si debía luchar, tendría que buscar la forma en noquearla pero sin golpearla… Tarea fácil ¿No?
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Mensaje por Alex Zeik Vie Oct 02, 2015 6:14 am

Existían dos tipos de silencios: Los silencios normales, donde lo normal es quedarse callado por tal o cual situación, y los silencios incomodos, donde no sabes porque todo se quedó en silencio y el no saber te hace sentir incomodo al no haber nadie hablando. Bueno, ese era del segundo, un silencio incómodo.

Las ganas de hablar que parecía tener la mujer desaparecieron al escuchar la respuesta a su petición, fueron unos largos segundos, y hasta minutos de silencio, hasta que finalmente algo lo rompió- Kukuku… Jajajaja ¡Jajajaja! –era una risa maniática como pocas veces las había escuchado, casi no podía creer que tal risa impregnada de locura pudiera estar saliendo de la boca de tan bonita y elegante mujer, era una imagen casi irreal el verla retorcerse en el sillón, presa de un repentino ataque de risa- Jajaja ¿Y te crees que tienes opción, niño? Jajajaja –me pregunto entre carcajada y carcajada, sacándome un pequeño chasquido de lengua por su actitud tan superior- Tú te quitaras ese parche por las buenas, o yo te la quitare por las malas, elige cariño –la risa seso un segundo antes de que aquellas palabras fueran dichas, en un tono tan tranquilo y cínico que se notaba que daba por sentado que no podría hacer nada para mantener mi parche en su lugar.

Era claro, esa era una declaración de guerra- En verdad no quiero luchar, ningún hombre debe golpear a una mujer, nunca, eso me enseñaron desde pequeño –le dije, al tiempo en que retrocedía unos pasos, acercándome lentamente al pilar que se encontraba a mis espaldas- Así que por favor, desista –hable con sinceridad, pues en verdad no quería luchar, pero tampoco podía quitarme el parche. Era una promesa que hice al irme del inframundo, que nunca, pero jamás, me quitaría el parche para nada más que bañarme. Era para lo único que estaba autorizado, y aún con sus restricciones: no podía mirar en ningún espejo ni superficie reflejante y debía ponerme el parche antes de que se cumplieran veinte minutos desde que me lo quite.

- Oh vaya, vaya, pero si tenemos a un niño con principios. Lamento decirte esto, pero por personas que no sabían de eso, yo termine así –me dijo, levantándose y extendiendo una mano en mi dirección, mostrándome como esta perdía la carne y se volvía solo hueso por un segundo, tras el cual, volvió a la normalidad- Sera una lástima hacerle esto a uno de los pocos hombres que al parecer conserva los principios, pero no me dejas opción –y así, sin mover su mano de estar apuntando hacia mí, genero un pequeño símbolo mágico del cual comenzaron a salir murciélagos, uno tras otro sin control, acercándose a mí a gran velocidad.

- Mierda –susurre, cubriéndome el rostro con los antebrazos y recibiendo el golpe de cientos de aquellos animales, el cual me mando a chocar abruptamente contra el pilar. Al parecer esas cosas eran más duras de lo que pensaba, pues me habían dejado un dolor bastante notorio en los brazos- No puedo pelear… no quiero hacerlo… –susurre con la espalda apoyada en el pilar y unos pequeños hilos de sangre cayendo por mis brazos. Mirando al suelo me percaté de que había montones de murciélagos de plata regados por todos lados ¿Acaso era eso lo que me había golpeado?

- Eres de lo que no queda cariño, pero necesito que te quites ese parche –la mujer se acercó a mí, meneando las caderas de una manera muy provocativa pero la cual no tenía efecto alguno en mí, al contraria, ni la notaba- Ahora quédate quieto mientras dejo expuesto ese bello rostro al completo –me señalo de nuevo, formando el mismo símbolo del cual salieron cuatro murciélagos, más grandes de lo normal, los cuales mordieron mis muñecas y tobillos antes de aferrarse al pilar y convertirse en plata, dejándome completamente inmóvil- Aunque pensándolo bien… podría jugar un poco contigo antes –susurro en un tono que no supe reconocer, era como ¿Coqueto?.

Seguido de eso ella se acercó, apegando su cuerpo entero contra el mío- Deberías estar contento, nadie ha tocado este cuerpo en más de cincuenta años –me susurro en el oído antes de mordérmelo, pero al ver que no había reacción en mí se alejó, mirándome con una ceja levantada- ¿Qué pasa contigo? ¿Eres gay acaso? –me pregunto, entre curiosa, confundida y enojada.

Sonreí de medio lado, entre divertido y molesto, pero no con ella, sino con otros- Dejadla descansar en paz… ¡CABRONES! –hice que una gruesa capa de fuego me cubriera, aumentando la temperatura de todo lo que me tocara a niveles poco sanos. Ya todo estaba claro, podía verlos…
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Mensaje por Alex Zeik Vie Oct 02, 2015 6:25 am

Mis puños se apretaban cada vez con más fuerza, tanto que las uñas se me clavaban en la palma de las manos, dejando salir pequeños hilos de sangre que desaparecían al momento de hacer contacto con las llamas que cubrían mi cuerpo entero. El calor aumentaba cada vez más, hasta el mismo pilar  mis espaldas comenzaba a derretirse ante la temperatura que alcanzaba el fuego que me cubría- ¡Deja de malgastar tu tiempo! ¡Esos murciélagos están hechos de un material más resistente que el diamante, no podrás hacerle nada con simple fuego! –me decía la mujer a gritos, tratando de frenar mis intentos por destruir aquellos extraños grilletes que me mantenían fijado a la pared.

- Este no es un simple fuego… –susurre mientras la llamas se concentraban en mis muñecas y tobillos, derritiendo lentamente aquellos murciélagos de metal que me mantenían sujeto- ¡Mis llamas pueden destruirlo todo! –grite al momento en que los grilletes cedieron, destrozándose en mil pedazos. Caí al suelo y ni bien pude apoyar el pie en su superficie me impulse contra la mujer, aún con mi puño derecho cubierto de llamas. Por su falta de reacción inmediata el golpe ya estaba asegurado, pero no la golpee, sino que pase a su lado apuntando a un punto en la pared. Antes de tocar la pared, mi puño hizo contacto con algo más- ¡Serás el primero! –mi puño se hundió profundamente en aquella masa invisible que lo separaba de la pared, para finalmente atravesarla, deshaciendo la técnica que usaba para camuflarse y dejando ver, frente a mí y con mi puño atravesándole el estómago, a un sujeto de traje negro, ojos negros con enorme ojeras, cabello corto del mismo color y la peculiaridad de que la mitad de su rostro no tenía carne, solo se veía el hueso. Un segundo después de que este se hizo visible desapareció, convirtiéndose en una nube de humo que desapareció en el aire.

Me acerque de nuevo a la mujer, por la espalda, pasando mi mano cubierta de llamas por su espalda y quemando un total de siete hilos de magia que se conectaban a su columna. Seguido de esto, ella cayó al suelo, o bueno, lo hubiera hecho si yo no hubiera llegado a sujetarla por los hombros- ¡Condenado mocoso, ¿Quién te crees para liberar a nuestra esclava?! –apreté los dientes con fuerza al escuchar esa voz chillona y llena de maldad, levantando a la señorita y dejándola recostada en uno de los sillones de la sala- ¡Vete de aquí ahora y quizás te perdonemos la vida! –esa era otra voz, pero igual a la anterior, lo único que conseguían provocarme era asco y rabia.

En total había siete, contando al que acababa de matar, eran siete demonios esparcidos por la habitación, uno por cada esquina. No note su presencia antes, pues no estaba  concentrado en ello, pero al estar sujeto por aquellos murciélagos me dio unos segundos para concentrarme y localizarlos- Tranquila, ya se terminó –le susurre a la mujer mientras la dejaba recostada en el sillón, levantándome rápidamente y dándole la espalda, mirando de frente una de las esquinas de la sala aparentemente vacía- ¿Por qué le habéis hecho esto? –fue lo único que pregunte, la única respuesta que quería escuchar de su parte.

- ¿Qué quieres que te diga? –me respondieron con otra pregunta, haciéndose visibles frente a mí, parados cerca de aquella esquina, cuatro sujetos vestidos igual que aquel al que había atravesado el estómago momento antes. Todos eran iguales, con parte de la cara sin carne, mostrando los huesos del cráneo- Ella era nuestra en vida, cuando morimos por su culpa, lo mínimo era que nos compensara por ello en esta vida ¿No? Una mascota siempre es una mascota, sin importar este viva o muerta –apreté los puños con fuerza, poniendo mis nudillos blancos por la presión que hacía- ¿Qué pasa? ¿Acaso te da lástima? Ella no es una persona, es un objeto de nuestra propiedad, pagamos para que lo sea –esa sonrisa macabra solo me hacía enojar más- Es solo una mascota, un pedazo de carne que debe dedicar su vida a complacernos, y si es necesario, su muerte también –el sujeto seguía hablando pero yo ya no escuchaba, solo esperaba el momento justo.

Y ese momento llego apenas esa última palabra fue dicha- ¡CALLATE! –en un segundo, dejando un boquete en el suelo por el impulso que tome con mis piernas, corte el espacio que me separaba del sexteto de demonios, acercándome a los dos que se encontraban delante- ¡LOS HARÉ PAGAR POR TODO LO QUE LE HICIERON! –me estaba dejando llevar, la rabia que sentía contra aquellos seis entes demoniacos se estaba desbordando de los limites. Al llegar frente a ellos apoye las palmas de mis manos en los rostro de ambos y empuje, impulsándome con una explosión en mis pies para empujar por el aire el cuerpo de ambos demonios, atravesando pared tras pared hasta llegar a la sala de la otra esquina de la mansión, chocando de frente con el pilar que allí había y destrozándolo junto con las cabezas de ambos seres, haciéndolos desaparecer como el primero.

- ¡Condenado niñato! –escuche un grito a mi espalda mientras observaba los cuerpos desaparecer y el pilar caerse. Al voltear, me topé con las garras de otros dos de los demonios del grupo, acercándose peligrosamente a mi cuelo.

- Muy lentos… –susurre antes de tomar las manos de ambos por las muñecas, frenándolas a centímetros de llegar a hacer contacto con mi piel. Los mire a ambos, frunciendo el ceño al ver sus caras de miedo ¿Cómo se atrevían a sentir miedo?. Sin esperar un segundo, encendí mis manos en llamas, las cuales quemaban lentamente lo que estaban sujetando. Sus gritos de dolo no era suficiente, debían sufrir más. Cuando note que las manos se le estaban por cortar, los solté, pegándole una patada a cada uno y enviándolos a chocar directamente contra una de las paredes de la sala- ¡Renryū no Hane! –cubría mis piernas hasta las rodillas con intensas llamas negras, las cuales salieron disparadas al lanzar dos patadas al aire en dirección a los sujetos, tomando la forma de cuchillas que, al impactar contra ellos, generaron una explosión que destrozo la pared en la cual estaban incrustados y haciéndolo atravesar varías más por la fuerza de empuje generada. A la última sala que llegaron destrozando paredes fue a la anterior a la sala del pilar, quedando incrustado en la pared que daba justamente con esta.

Ya estaban en el límite de su resistencia en el mundo, pero eso aún no era suficiente.

Hey, no desaparezcan aún, me queda un último regalo para ustedes dos –susurre, flotando frente a ambos con mis alas extendidas y mi torso descubierto, consecuencia de haberlas hecho aparecer- Renryū no… –susurre mientras mi brazos se cubrían de llamas hasta los codos, llamas de gran intensidad que mostraban un leve tono azul en sus bordes- …Jūdan ken!! –intentaron cerrar los ojos, pero ni tiempo a eso les di cuando ya estaba haciendo caer sobre ellos una lluvia de puñetazos a gran velocidad, magullando sus cuerpos a los extremos en que sería raro encontrarles un hueso sano. Como último golpe, di una vuelta en el aire e impacte una patada en cada uno, haciéndolos terminar de atravesar la pared e incrustarse profundamente en el pilar que adornaba la sala conjunta.

- ¡Venid el resto! –grite, aún rebosante de rabia por lo que le habían estado haciendo al espíritu de aquella mujer.

- Ya estamos aquí, grandulón –mire hacia abajo, siguiendo las voces y topándome con que efectivamente, ya estaban allí los dos que faltaban, sujetos a mis brazos y bien aferrados a mis muñecas con sus colmillos- No sobrevivirás si succionamos tu magia, pequeño ingenuo kukuku –me limite a chasquear la lengua, cubriendo mi cuerpo entero de llamas mucho más intensas.

- Veremos quien aguanta más –les dije, volando contra otro de los muros de la sala y anteponiendo los cuerpos de los sujetos que se sujetaban a mis muñecas para atravesar, haciendo lo mismo con cada una de las paredes que quedaban hasta la sala del pilar, a la cual llegue impactando a ambos sujetos contra este. Llegados a ese punto, ambos estaban al borde de desaparecer- No, tú ni te vayas aún –incruste con mi mano a uno de los sujetos en el pilar, girando luego para propinarle una patada al estómago que lo hundió más en el mismo. Seguido de esto, tome al que aún intentaba succionar mi magia mordiéndome la muñeca por al cuello y lo levante, usándolo de escudo para romper todas las paredes que me faltaban hasta llegar a la sala central, conde estaba el pilar más grande de todos y el sostén principal de la mansión- Aquí desaparecerás tú –le dije al último de los demonios, incrustándolo de una patada en la superficie del pila y alejándome lentamente- Por todo lo que le hicieron a esa mujer… papá se divertirá con ustedes, escorias –susurre mientras llegaba a una distancia apropiada, volteando en dirección al que era el “líder” de esa tanda de demonios y mirándolo fijamente y con odio mientras tomaba una gran bocanada de aire, conteniéndolo en mi estómago- Renryū no… –mi magia convirtió el aire en fuego y lo libere, en el rugido con más rabia que había dado en años- …Hōkō!! –el haz de llamas no tardo un segundo en cortar el espacio que me separaba del pila e impactar contra este, desintegrando el cuerpo de aquel demonio de poca monta y atravesando de lado a lado el pilar y todo lo que se le puso en frente durante una buena distancia.

La estructura tembló, señal clara de que se estaba por venir abajo- Mierda –susurre, desapareciendo mis alas y cayendo al suelo para correr por los pasillos de la mansión hasta aquella sala donde estaba el primer pilar que me encontré, y donde también había dejado a la mujer recostada en aquel sillón. Al llegar encontré todo como estaba al alejarme, solo que la mujer ya estaba consciente, recostada pero consciente- Debemos irnos ahora, este lugar se vendrá abajo –le dije al momento de llegar junto a ella, acuclillándome para intentar levantarla y salir de allí, para mi sorpresa, ella no me dejo.

- Creo que no entiendes la situación aún, cariño, yo ya estoy muerta –aquella verdad me callo como un balde de agua fría, era cierto, ella era un espíritu corrompido pero…- Oh vamos, no me tengas lastima, al fin podre irme de este mundo a ser juzgada allí abajo –si voz sonaba firme, pero se notaba que en el fondo, ella quería quedarse un poco más en el mundo de los vivos, ella quería… vivir- ¿Me harías un último favor, antes de que me vaya? –me pregunto, acomodase mejor y apoyando la cabeza en el brazo del sillón. Yo ni me lo pensé, solo asentí con firmeza pero con algunas lágrimas queriendo escapar de mis ojos- Perfecto, acércate un poco –obedecí, acercándome a ella un poco más- Más cerca –me acerque más, hasta que nuestras narices ya prácticamente se estaban tocando- Perfecto –no supe cómo, ni cuando, pero al momento de volver a mirar mis labios y los suyos estaban unidos. Era un beso lento y tranquilo, en el cual ella buscaba desahogar todo el sufrimiento que había pasado en vida. Cuando comencé a sentir que el aire me faltaba, el contacto se cortó- Lo siento, yo solo quería… saber que se siente besar a alguien por qué quieres, y no porque te obligan –su voz sonaba quebrada, tratando en vano de retener la tristeza y el dolor que le generaba recordar el infierno que de seguro había tenido que pasar en vida.

Sabía lo que pasaba con espíritus como ella, que débiles antes los demonios, son manipulados por estos, manchándose con pecados que luego son purgados por mi papá, pero al ser demasiados el alma es directamente mandada al infierno. Eso le pasaría a ella, si yo no hacía algo antes- Lo siento –susurre antes de ser yo quien corto el espacio entre nuestros labios, tomando por sorpresa a la pelinegra. No sabía exactamente qué podía significa ese contacto en una situación diferente, pero para lo único que yo lo hacía era para ayudarla. A mitad del beso me separe un poco, abriendo mi boca para que la oscuridad y los pecados que manchaban el alma de la mujer pasaran a mí, dejándola libre de ellos- Lamento no poder hacer más… –susurre con impotencia, pero al levantar la mirada me sorprendí al ver la sonrisa que adornaba el rostro de aquella bella mujer.

- No sabes lo mucho que has hecho ya –me respondió, acariciando mi mejilla- ¿Podrías sacarme de aquí? No quiero pasar mi último momento en este mundo metida en esta mansión, quisiera saber lo que es ser libre por unos segundos –asentí y la levante del sillón, con cuidado la acomode entre mis brazos y caminando lentamente me dirigí a la enorme puerta principal de la mansión, abriéndola de una patada para luego salir y bajar las escaleras, mientras a mi espalda la mansión se caía a pedazos lentamente. Cuando llegue al pie de las escaleras un pequeño toque en mi hombro me indico que era solo hasta allí, así que con delicadeza ayude a la señorita a pararse firme en el suelo- Gracias por todo –me dijo la mujer, para luego voltear en dirección al campo que rodeaban la mansión y caminar lentamente hacía allí- Por cierto ¿Cómo te llamas? –me pregunto mientras lentamente su cuerpo iba desapareciendo, difuminándose en el aire.

- Mi nombre es Alex, Alex Zeik, mago de Sabertooth y Dragon slayer del dragón del purgatorio –me presente de manera formal, dejando escapar una traicionera lagrima de mi ojo izquierdo- Y le prometo  que me volveré fuerte e iré a cazar a quienes convirtieron su vida en un infierno, señorita –era consciente de lo que eso significaba, hacía escuchado hablar de mafias enormes que se encargaban de la venta de personas como mascotas, mafias que tenían influencia en el mundo y que no serían nada fáciles de derrotar, pero después de ver en los pecados de la mujer, parte de los recuerdos en vida… no podía quedarme de brazos cruzados, pensando que muchas más personas podían estar sufriendo de un calvario así.

Lo último que pude ver del espíritu de aquella mujer fue una pequeña sonrisa y su pulgar levantado hacía mí, luego se volvió no más que un recuerdo en mi mente.

Me quede allí unos minutos, hasta que la gente del pueblo llego, alertada por el sonido de la mansión derrumbándose. Muchas preguntas me fueron hechas, pero a todo respondí igual: Solo apure el trabajo. Las preguntas sobre donde estaba mi chaqueta y camiseta, además de la razón de las marcas en mis muñecas y manos las ignore, no tenía por qué responderla y la verdad, solo quería recostarme a descansar y al día siguiente volver al gremio, estaba completamente agotado.

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