El secuestro [Misión Rango C]

Especificaciones de misión:

Hacía frio, mucho frio, demasiado frio. Sabía que el Monte Hakobe era un lugar donde nevaba en todas las estaciones del año, pero vamos ¿Justo me tocaba ir en la estación más fría?, menuda suerte. El viento que soplaba me calaba en los huesos sin importar las cantidad de abrigos que llevara, y no quería usar mi fuego para mantenerme caliente por el simple hecho de que si lo hacía, corría el riesgo de que un un mal paso terminara resbalando por la nieve derretida y bueno, caer al suelo y mojarme con el agua que generaba al derretir la nieve… no era algo precisamente bueno con los vientos helados que corrían.

El camino que seguía estaba tapado completamente por nieve, la única forma de darme cuenta que no me había desviado del mismo era que al dar solo un paso fuera de este, los pies se me hundían en una capa mucho más gruesa de nieve. Había pasado ya casi un día entero desde mi partida del gremio con razones de cumplir esa misión, y recién estaba llegando al pueblo, luego de unas horribles horas de aguantar mareos subido a un tren que parecía ir lento solo para hacerme sufrir más. Bajar de este, aunque fuera en un lugar tan sumamente frío como ese, fue un alivio tremendo, tanto, que casi beso el suelo congelado de la estación. Si lo hubiera hecho de seguro me hubiera quedado con la boca pegada allí, pero tampoco me arrepentiría de ello.

De eso ya habían pasado unos minutos y, según calculaba, no me podía quedar mucho para llegar a las entradas del pequeño pueblo que había solicitado ayuda. Los parámetros de la misión eran bastante... complicados: Un Blizzardvern de un tamaño irregularmente grande había sido visto bajar cerca de la zona donde los niños solían jugar, para luego encontrarse todo el pueblo con la sorpresa de que dos de esos niños habían desaparecido sin dejar rastro. Unir los puntos no les tomo mucho, al parecer ese animal se los había llevado, las razones eran desconocidas, pero eso no quitaba el hecho de que era un secuestro y que los niños debían de ser rescatado lo más pronto posible.

- Al fin… –susurre al llegar a la entrada principal del pueblo, un pequeño arco de madera tallada, de la cual se podía ver poco por la cantidad de nieve que cubría todo. Mi paso por allí debía ser rápido, solo entrar, buscar la casa de aquel sujeto que notifico haber visto a la criatura bajar, preguntarle la dirección en la que voló y luego buscar la guarida de dicho animal, donde de seguro estarían los niños. El secuestro había sido llevado a cabo hacía ya dos días, la familia de seguro estaría preocupada y con los temporales que azotaban esa zona por aquella temporadas, no era para menos. Nomás se necesitaba de ir poco abrigado y estar bajo la tormenta de nieve por unos minutos para pillar una hipotermia bastante importante. Si los niños no estaban en la guarida del Blizzardvern, entonces lo más probable era que estuviesen muertos ya.

Cruce el umbral de la entrada al pequeña pueblo, internándome en sus pequeñas calles cubiertas de nieve. Las casas estaban todas con puertas y ventanas cerradas, algo normal pensando en el temporal que estaba cayendo. El viento y la nieve convertían el exterior en un lugar prácticamente imposible de recorrer, a menos que se llevara encima varios kilos de abrigos que te mantuvieran a una temperatura... aceptable, porque era imposible decir que en algún momento dejabas de sentir frio, eso era imposible.

Encontrar la casa del testigo del secuestro fue bastante fácil, él mismo aviso que dejaría las luces de fuera encendidas para que fuera fácilmente reconocible entre todo el resto de pequeños hogares. Al ser un pueblo pequeño, la mayoría de casas eran iguales o muy similares entre sí, así que ese detalle era de apreciar. Llegue a la puerta principal de esta casa, la única con las luces de fuera encendidas, dando dos pequeños golpes en la puerta de madera para luego esperar a que alguien del otro lado me abriera. Cuando la puerta se abrió, pude ver al otro lado a un sujeto robusto, con una barba bastante crecida y con claras ojeras bajo sus ojos- Pasa, mago de Sabertooth -lo mire, ingresando a paso tranquilo a la vivienda.

Me pare frente a la chimenea encendida, observando como el sujeto cerraba la puerta y se sentaba en un sillón bastante grande que había a unos metros del fuego- Debe saber a qué vengo, necesito que me diga rápido la dirección en la que voló aquel animal -el sujeto me miro, serio, pero notando que no me sobraba el tiempo para salir en búsqueda de los niños.

- Se fue hacia el norte y según pude ver, iba muy alto en el monte. Su nido debe estar por allí -preste mucha atención a sus palabras, pensando ya en un plan para rastrillar el área en busca de la guarida del  Blizzardvern- Yo... no pude hacer nada... -el repentino golpe del sujeto al brazo del sillón me sobresalto, volteando en su dirección para observar como unas gruesas lagrimas corrían por sus mejillas pese al enorme esfuerzo que se notaba que hacía para contenerlas.

Debía ser horrible, ver una bestia se lleva a unos inocentes niños de esa manera y no poder hacer nada. Entendía por lo que estaba pasando, la impotencia de seguro era la causante de esas ojeras- Quédese tranquilo, los niños estarán bien -dije mientras me acercaba a la puerta de nueva, abriéndola y dejando entrar un viento frio que casi apaga la chimenea- Nadie lo culpa por lo sucedido, estas cosas pasan -salí y cerré la puerta tras de mí, volviendo a internarme en la tormenta de nieve que azotaba el lugar, pero ya con un destino medianamente marcado.

Ni bien di un paso fuera de aquella pequeña casa volví a sentir como mis músculos se quejaban por el frio, acalambrándose por la extrema temperatura a la que estaba sometidos a pesar de ir bien abrigado. Ignore sus suplicas, no tenía tiempo de frenarme. Genere una pequeña capa de fuego que cubrió mi cuerpo entero, esperando con eso poder aislarme un poco del frio en lo que corría hasta el monte, lugar donde supuestamente estaría la guarida de la bestia gigante que se llevó a los niños del pueblo mientras nadie más que un pobre hombre miraba.

El saltar de tejado en tejado por las casas fue fácil, pero luego, al llegar de nuevo a campo abierto, las cosas se complicaron. Me vi obligado a apagar mi fuego, pues el suelo ya no era del todo fiable. Un mal paso y terminaba hundido en un poso, tapado por la nieve- Que frio... -susurre mientras seguía avanzando por la montaña, comenzando el empinado camino que me llevaría hasta la sima de esta si era necesario. Encontraría a esos niños, aunque tuviera que cruzar de punta a punta todo el monte Hakobe una y otra vez.

Si, la fuerza de voluntad me sobraba, pero eso no era suficiente para convencer a mis músculos de que no debían ceder. El frio era demasiado, y al no tener la opción de aislarme con el fuego, las cosas se complicaban mucho. Necesitaba una señal, algo que me indicara que estaba cerca porque si no, quizás yo terminaría como otro desaparecido en la nieve. Ya estaba por dejarme caer cuando un pequeño sonido llamo mi atención, o bueno, yo lo tome por pequeño al tener los sentidos adormilados por el frio, pero la verdad era que no había sido más que un potente alarido que resonó por toda la montaña. Las capas de nieve se desprendieron por la intensidad del ruido, dejándose caer por la ladera por la cual yo estaba subiendo- No puede ser... -susurre al ver como esa enorme masa de nieve bajaba a toda velocidad, lista para ser parte de mi sepultura.

La adrenalina se disparó por todo mi cuerpo, afinando mis sentidos más allá de los límites que habían alcanzado con el entrenamiento. Sentía que el tiempo pasaba lento, un segundo parecía tardar lo de una hora mientras observaba esa masa de nieve desprenderse de la montaña y caer como una enorme ola directamente contra mí. Mi cuerpo se congelo, no podía mover musculo alguno. No podía activar mi magia siquiera, el shock de ver esa cantidad de nieve venir directamente contra mí me había dejado más helado que la misma temperatura bajo cero que se sentía en la montaña. Así, en aquel estado de ausencia, la avalancha se me vino encima, tapando mi cuerpo entero, sepultándome bajo una gruesa capa de nieve.

No podía moverme, el frio no me lo permitía. Al más mínimo intento por mover una articulación esta ya se quejaba por las bajas temperaturas a las que estaba expuesta. La nieve se iba derritiendo lentamente, producto de mi calor corporal, convirtiéndose en fría agua que humedecía mis ropas y dejaba que el frio penetrara las capas de tela que la lo separaban de mi piel. El tacto frio... me despertó.

Lo que parecía ser una apacible planicie de nieve recién acomodada se había convertido en el aparente último lugar de descanso para el cuerpo de un joven mago. Un horrible silencio reinaba en toda la montaña, ni los animales se movían de sus lugares tras escuchar el enorme desprendimiento. Era un silencio sepulcral, el minuto de absoluta quietud que daba la montaña tras una trágica muerte- ¡Grraaahh! -o bueno, eso fue lo que la montaña quiso pensar. Del suelo de nueve brotaron dos cabezas de dragón echas completamente de fuego negro, seguidas de otras dos. Los entes de fuego, unidos a las llamas que cubrían el cuerpo de su creador, comenzaron a arremolinarse alrededor de este, derritiendo toda la nieve que lo rodeaba y sepultaba. Por unos segundos lo único que se podía ver en esa zona era una esfera de fuego, compuesta por las cuatros cabezas de dragón girando a gran velocidad alrededor de Alex. Cuando el espectáculo de llamas termino, solo se podía ver un enorme agujero en la nieve, y en el centro un muchacho de cabellos rojos parado, cubierto por una gruesa capa de llamas con cuatro cabezas de dragón flotando sobre él, unidas a su fuego- Sería una vergüenza morir de forma tan irónica. Hipotermia siendo quien controla la forma más poderosa del fuego, buena broma... -se escuchó su susurro, rompiendo el eterno silenció que se había formado. Recién entonces el sonido de la montaña volvió a escucharse, hasta el viento, que parecía haberse frenado también, volvió a soplar con fuerza.

Tenía la respiración levemente agitada, aquel había sido un momento bastante tenso para mí. Encerrado bajo una tonelada de nieve y en estado de shock, tuve serte de poder reaccionar a tiempo para activar aquella técnica- Fiu~. Creo que es suficiente... -murmure a la nada mientras deshacía aquellas cabezas de dragón que flotaban sobre mi cabeza, a la espera de que las enviara contra otro objetivo. Salí de aquella suerte de cráter sin nieve que mis llamas produjeron, mirando alrededor para intentar localizar el camino. Desafortunadamente, la nieve lo había tapado al completo- Genial... -no hay mal que por bien no venga, y en ese ocasión en verdad sentí la verdad de ese dicho. Cuando levante la mirada y enfoque la montaña me percaté de que en uno de sus laterales, no mucho más alto de donde me encontraba ya, se veía la entrada a una cueva. El tamaño de la entrada era enorme, no me había percatado de ella por la nieve que la cubría pero, con la avalancha, fue bastante fácil visualizarla- Ve haciendo tu testamento, Blizzardvern gigante -susurre mientras tomaba rumbo a la cueva, convencido de que allí tenía que ser la guarida de aquel monstruo y, en consecuencia, donde estarían los niños si seguían con vida.

Técnica utilizada:

Mis botas se hundían en la nieve con cada paso que daba, derritiéndola y dejando un rastro de agua hirviendo tras de mí. Ya no me importaba ir con cuidado, la avalancha ya había sido y dudaba mucho de que se pudiera generar otra por mi llamas. Así pues, me cubrí por una fina capa de fuego negro y comencé a subir por la ladera del monte, cortando camino para llegar directamente a aquella cueva que veía en las alturas. Era la única opción, esa tenía que ser la guarida de la bestia que se llevó a los niños del pueblo. Si no llegaba a serlo, en verdad estaba en un apuro bastante grande, pues no tenía ni idea de donde podría ser.

Al llegar a la entrada de la cueva mire atrás, observando por un segundo el camino de nieve derretida que había dejado. Pequeños hilos de vapor subían y chocaban con el aire frío de la montaña, vapor generado por la evaporación del agua debido al calor. Solté un pequeño suspiro, relajando el cuerpo y concentrándome en lo que venía a continuación. Si entraba allí y encontraba a los niños, debía apurarme para ponerlos a salvo y luego ir por el Blizzardvern, pero si no estaban allí, o en el peor de los casos estaban... pero no vivos... debía buscar a ese bicho gigante y llevar su cabeza al pueblo, aunque no sirviera como consuelo, si como una advertencia para que ningún otro animal de esos se volviera a acercar.

Me frene de golpe al ver hacía donde se estaban yendo mis pensamiento, sacudiendo un poco la cabeza para quitarme la nieve que se había acumulado en mi cabello en el corto tiempo que estuve parado. Gire y me pare de frente a la entrada, apagando la mayoría de mis llamas pero dejando encendida la de mi mano derecha, la cual me serviría de iluminación en lo que recorría el enorme pasillo de paredes de piedra que constituía la primera parte de aquella cueva. Con forme iba avanzando, las paredes se ensanchaban más y más, la temperatura iba aumentando y el olor a humo que se sentía en la entrada se hacía cada vez más fuerte. Cuando finalmente llegue a la zona principal de la cueva mire alrededor, identificando rápidamente al enorme animal alado que dormía muy tranquilamente sobre un nido de hojas, rodeado una gran cantidad de vegetación que a simple vista se podía notar que arranco de raíz, en su mayoría plantas de frutas. Viendo más al fondo, detrás de la zona donde descansaba la bestia, había una pequeña "Jaula" de piedra, donde dos pequeños niños dormían sobre una improvisada cama de hojas. A mitad de la cueva había una fogata bastante grande, así que no tenían por qué pasar frío.

Viendo mejor la situación no se me venía a la cabeza ningún tipo de razón para que los niños fueran secuestrados, pero esa no era la prioridad en ese momento- Están vivos... -debía sacarlos de allí, y rápido, pues esa cosa podría despertar en cualquier segundo y si lo hacía antes de que pusiera a los niños en un lugar seguro... las cosas se podían complicar, y mucho.

Un incesante goteo era el único sonido que se escuchaba en la cueva, todo lo demás era el silencio, acompañado del pausado respirar de aquella bestia dormida. Era enorme, debía admitir que no estaba exagerando en el informe como pensaba, su tamaño era fácilmente el del mismo edificio del gremio. Papá era mucho más grande, pero eso no quitaba que comparándolo conmigo, multiplicaba mi tamaño varias veces- Venga, no es tiempo para pensar en eso -corte esa línea de pensamiento para poder centrarme en lo que me tocaba hacer. Estando lo niños encerrador donde estaban, lo mejor que podía hacer era acercarme de forma sigilosa y tratar de liberarlos, ponerlos a salvo y ya luego pensar en una forma de encargarme del Blizzardvern.

Me pegue a una de las paredes de la cueva y lentamente fui dando pasos al costado, sin despegar mi mirada un segundo del inmenso animal. A paso lento y silencioso me fui acercando a la jaula donde estaban los niños, asegurándome de que cada paso hiciera el menos sonido posible. Cuando finalmente llegue, me pare acuclille a un lado de esta, pues no tenía una gran altura, y sujete los barrotes de piedra para comprobar que tan resistentes eran. Afortunadamente, no era una piedra demasiado dura, con un poco de fuera podría romperlas.

- Psst, niños -susurre, tratando de despertar a los pequeños que se encontraban durmiendo tan tranquilamente dentro de la jaula. No se los veía maltratados ni flacos, a simple vista se notaba que estaban bien de salud y que no habían pasado hambre- Niños, despierten vamos -pero nada, estaban muy dormidos. Mirando bien a su alrededor note los restos de distintas plantas. Supuse que sería lo que quedo de su alimento, o lo que sea que les diera ese bicho para comer, pero el aroma de una de esas plantas me llamo la atención. Lo reconocía- Somnífero... -estaba claro, era igual al olor de aquel té que me ofrecieron aquella vez unos sujetos, a mitad de una misión- No despertaran en un buen rato... -suspire con levedad, las cosas se complicaban mucho con ese detalle. Luego tome dos de las barras de piedra que componían la jaula y tire de ellas con mis manos, apretando con la suficiente fuerza como para que en unos pocos segundos estas se rompieran, dejando un espacio lo suficientemente grande como para poder sacar a ambos niños, uno a la vez.

Metí mi brazo derecho por el espacio que había abierto en la jaula y tome a unos de los chicos por al hombro, tirando de él hasta lograr sacarlo de la jaula y cargármelo al hombro. Hice lo mismo con el otro, levantándome luego ya con ambos niños en mis hombros. Eran pequeños, así que su peso no me suponía una gran diferencia a la hora de moverme. Volví a acercarme a la pared y a paso lento fui volviendo por mis pasos, buscando salir de esa cueva o al menos llegar cerca de la salida. Cuando finalmente estaba por cantar victoria, pues me encontraba a nada de llegar al pasillo de piedra que daba directamente con el exterior, un pequeño sonido me hizo quedarme quiero en mi lugar. Voltee con lentitud, observando por el rabillo del ojo como algo caía del techo de la cueva, directamente sobre la cabeza del animal dormido, y se aferraba a esta antes de camuflarse perfectamente. Un segundo después, escuche el gruñido del Blizzardvern despertar.

Reconocía esa cosa, de algún lado la recordaba. No tenía una imagen exacta, pero esa forma de saltar y aferrarse a la cabeza de otro ser... si, definitivamente tenía que ser uno de esos. Parásitos del infierno, almas de demonios muy débiles como para formar un cuerpo material que optan por corromper la mente de otros seres, volverlos sus marionetas y hacer el mal con ellas. Esas cosas eran de lo peor, buscaban siempre huéspedes buenos, puros, y los hundían en los más horribles actos de barbaridad.

- Tsk -chasquee la lengua con molestia, bajando lentamente a los niños de mis  hombros y dejándolos un segundo en el suelo en lo que me quitaba la gruesa chaqueta que llevaba, usándola como cobertor para que no sintieran frio. Iban bastante abrigados, de seguro a la hora del secuestro ya estaban así, cuestión que me venía bien en momentos como ese. Una vez los deje a ambos recostado allí, me pare entre ellos y el Blizzardvern que lentamente iba despertando- De aquí no pasas, pequeño parasito...

La enorme bestia finalmente se levantó, bajos las ordenes malignas de aquel demonio que corrompía su mente desde las sombras. Un potente rugido hizo temblar las paredes de la cueva, un rugido de dolor. Esa cosa no le estaba haciendo para nada bien a su huésped, al contraría, parecía tener que herirlos para que este hiciera caso a sus órdenes. El joven mago, a sabiendas de que no podía retroceder ni un paso, puesto que justo detrás de él estaban las vidas de dos niños. Si daba un paso atrás, estas se perderían- Renryū no... -afirmo sus brazos a los costados de su cuerpo, apretando los puños mientras una fina capa de fuego cubrió su cuerpo, pero no era un fuego normal, este negro y desprendía un aura de poder muy pesada. Estas llamas fueron creciendo, volviéndose cada vez más densas, luego de unos pocos segundos las llamas casi tocaban el techo de la cueva- ...Jigoku Kumo -completado el nombre de la técnica, las llamas se arremolinaron hasta formar una suerte de nube de fuego que se movía sobre el joven mago, esperando una orden para atacar- ¡Adelante condenado demonio! -un grito de guerra, acompañado de un rugido en respuesta, comenzaron con el combate que se llevaría a cabo en aquella cueva del monte Hakobe.

A una velocidad bastante impresionante, el joven mago avanzo contra su enorme contrincante. La nube de fuego venía a su lado, aun esperando por una orden concreta. Saltando a un lado esquivo las enormes garras del animal, las cuales se incrustaron en el suelo a pesar de estar hecho de dura piedra. Si eso golpeaba a un humano, podía ir firmando su testamente- ¡Renryū no Hōkō! -un potente haz de llamas se disparó de la boca del mago hasta la bestia, impactando sobre su brazo derecho y dañándolo bastante, pero se notaba que ni buscaba que fuera una herida mortal ni mucho menos. El brazo perdió fuerza y cayo, dejándole al Dragon Slayer una forma de subir por el cuerpo del Blizzardvern. A paso rápido, el joven subió por el brazo de su enorme contrincante, buscando llegar a su cabeza, pero justo cuando estaba por llegar...

- ¡Gah! -el mago salió disparado, chocando brutalmente contra una de las paredes de piedra de la cueva. En su afán por llegar rápido a la cabeza del animal, olvido por completo que el otro brazo de su contrincante aún estaba completamente funcional. La fuerza del impacto lo dejo incrustado en la pared, con la nube de fuego aun flotando a su alrededor. Lentamente fue abriendo los ojos, aturdido por el golpe, para percatarse de que no tenía tiempo para descansar- Mierda... -a duras penas logro hacerse a un lado, esquivando por centímetros el puñetazo que dio el Blizzardvern directamente a la pared, pero que tenía como primero objetivo su cuerpo.

El camino hasta el suelo fue bastante corto, pues antes de que pudiera reaccionar ya tenía encima el puño del animal que apuro su viaje de un golpe, impulsándolo a gran velocidad contra el suelo. Otro fuerte sonido se escuchó, y un nuevo cráter apareció en el suelo con el joven pelirrojo como epicentro. El dolor que recorría su cuerpo debía de ser increíble, y más de un hueso de seguro se había destrozado por la brutalidad de los golpes, pero pese a todo este joven se levantó, muy lentamente y haciendo un enorme esfuerzo, pero lo hizo. Sus ropas estaban manchadas de sangre y el corazón le galopaba con fuerza en el pecho, pero podía continuar.

- Jijiji -una risa chillona, llena de maldad, se escuchó en toda la cueva. En simultaneo, una sombra se dejaba ver sobre la cabeza del Blizzardvern- Eres un ser interesante, será un placer tomar tu cuerpo una vez estés muerto -la sombra lentamente se dejó ver, mostrándose como el torso de un putrefacto demonio, con forma humana, piel amarilla con pedazos faltantes, cuernos de carnero con uno de ellos roto y una sonrisa amplia y deforma que le llegaba de oreja a oreja. Este mismo estaba unido a la cabeza de su huésped por el torso, pues piernas al parecer no tenía¡Ahora muere! -el huésped del parasito abrió su enorme hocico, lanzando una enorme llamarada de fuego azul, mientras el mismo demonio lanzaba un rayo de magia oscura para potenciar el ataque de su marioneta. El cuerpo del joven mago desapareció en una explosión de fuego y pútrida magia oscura.

En la cueva reino por unos segundos el silencio, seguido del sonido de la maquiavélica risa del demonio parasito. Los ojos en blanco de su huésped no demostraban ningún sentimiento, aunque si observabas bien se podía distinguir el dolor y la tristeza que estaba pasando aquel animal al ser controlado de aquella manera- ¡Jajajaja! ¡Arde pequeño niño idiota! ¡Pronto tu cuerpo estará en las condiciones perfectas para que yo pueda...! -aquellos gritos se vieron callados por una risa, una risa pequeña pero cargada de tanta maldad... que el mismo demonio sintió un escalofrió subirle por la espalda y por primera vez en mucho tiempo, sintió miedo.

- Kukuku -era una risa pequeña y cargada de malicia, de deseo de matar. Las llamas y oscuridad que formaban la explosión comenzaron lentamente a arremolinarse en un punto céntrico, dejando ver una silueta en ese punto. Era solo eso, una silueta, la silueta de un demonio de ojos rojos, alas enormes y afiladas garras, siendo cubierto por llamas negras que aumentaban su intensidad cada vez más- Déjame mostrarte, lo que es el infierno... -la silueta se movió a gran velocidad, dejando atrás la cubierta de llamas y propulsándose con una potente explosión para salir disparado contra la cabeza del Blizzardvern, formando dos cruces de ocho puntas compuestas completamente por fuego negro, una en cada palma- ¡Renryū no Kuronojūjika! -abanicando un brazo para cada lado, y cruzándolos frente a él, lanzo ambas cruces, las cuales giraron a gran velocidad hasta chocar contra el brazo sano del animal, evitando así que pudiera bloquear su trayectoria- ¡Ven aquí! -al llegar a la cabeza del huésped del parasito, se paró en esta, tomando al demonio por la cabeza y arrancándolo del cuerpo de la bestia a pura fuerza bruta, sacándoles un grito de dolor a cada uno- ¡Desaparece! -arrojando el cuerpo del demonio al aire con una mano, utilizo la otra para guiar la nube de fuego, que aún esperaba una orden de ataque, para impactar de lleno en este e incrustarlo en el techo de la cueva, donde las mismas llamas lo consumieron hasta convertirlo en menos que cenizas.

Respire tranquilo al ver como el Blizzardvern caía inconsciente al ser destruido aquel demonio, aterrizando en el suelo de la cueva y haciendo desaparecer tanto mis alas como las garras, notando entonces el frío al ya no llevar nada cubriéndome el torso. Las alas habían destrozado mis abrigos al aparecer- Sera mejor que lleve a los niños antes de que la tormenta empeore... -susurre a la nada mientras me acercaba a los niños, aún dormidos en el lugar donde los deje, con mi chaqueta cubriéndolos. Tome a ambos y me los cargue al hombro, saliendo de un salto de la cueva y encendiendo las llamas bajos mis pies para poder deslizarme por la nieve que rápidamente se iba derritiendo con cada paso que daba. De esa manera llegaría más rápido al pie del monte, cercan del pueblo.

Los niños estaban a salvo, y la causa de su secuestro erradicada. Solo quedaba devolverlos a su hogar y descansar hasta que la tormenta pasara, luego ya podría volver al gremio.

Técnicas utilizadas: