Plaga de serpientes [Misión Rango C]

Especificaciones de misión:

Finalmente, luego de varias horas de infernal viaje en tren y luego en auto, llegamos al tan famoso bosque, noticia de la semana en todos lados por la invasión de serpientes que lo azotaba. Tomé la misión de proteger al científico que investigaría lo sucedido principalmente por la curiosidad que me despertó el caso, pues una plaga de serpientes no era precisamente algo que pasara todos los días y quería aprovechar la oportunidad que tenía de ir a ver que tanto estaba pasando. Pero claro, nunca me percate del hecho de que debía de hacer un viaje bastante largo hasta los bosques donde se encontraban las serpientes, un viaje que sufrí como pocos.

De tren a automóvil, tuve que hacer un esfuerzo sobre-humano para no devolver mi desayuno en todo el camino. Habíamos salido por la mañana y ya era pasado el medio días, pero como solo teníamos tres días para encontrar lo que estaba causando la repentina plaga de serpientes el científico quiso hacer el viaje corto en auto en vez de caminar hasta el pueblo, razón por la cual tuve que sufrir de otros quince minutos al borde de la muerte, visto desde mi punto de vista claro está, para los demás era solo un simple mareo que se me “Pasaría después de un rato”, si el sujeto me conociera hubiera sabido a lo que me condeno al subirme a ese vehículo.

Pero bueno, el sufrimiento al menos ya había acabado y nosotros, o bueno, el tipo aquel que envió el consejo se encontraba instalando una carpa a unos metros de la entrada al pueblo. Según sus propias palabras lo mejor sería quedarse allí, estar dentro del pueblo dificultaría más el acceder a la zona del bosque además de que estando fuera podría montar distintos aparatos que le servirían para detectar el movimiento de las serpientes en el bosque. Quería localizar el punto del cual aparecían las serpientes, y con ese aparato dentro del pueblo la vibración del piso al pasar la gente caminando de un lado a otro terminaría por estropear la precisión de sus mediciones. Vamos, cosas científicas que yo no terminaba de entender al completo, pero si viéndolo de forma general.

Cuando la carpa estuvo montada el científico literalmente se encerró en ella todo el día, haciendo quien sabe que cosas con sus máquinas y cada dos por tres saliendo a tomar aire, fumar un cigarrillo y pedirme que le llevara algo o hiciera algún tipo de prueba para comprobar si sus aparatos funcionaban bien. La tarde llego y me encontró recostado sobre la rama de un árbol, muriendo del aburrimiento mientras a quien debía proteger seguía encerrado en esa carpa ¿Es que pasaría toda la misión así? Esperaba algo más de emoción, algo como adentrarse en el bosque en busca del nido de las serpientes, o en una cueva cercana donde posiblemente estuviera la razón por la cual las serpientes invadieron el bosque. Algo de ese estilo, pero nunca que estaría recostado por horas mientras aquel sujeto hacía sus investigaciones en la seguridad de una carpa.

- Ains~ –suspiro, colocando ambas manos tras mi cabeza para usarlas de almohada y así no tocar directamente la dura corteza del árbol. La tarde se estaba yendo y no había hecho absolutamente nada, cierto era que teníamos tres días para resolver el caso, o bueno, que el científico lo resolviera y yo lo protegiera en su camino, pero si el resto de días restantes iban a ser como estaba siendo ese hasta el momento… En verdad comenzaría a arrepentirme de haber tomado esa misión.

Y el resto de la tarde transcurrió igual, yo recostado en la rama del árbol, sin nada que hacer, y el científico haciendo lo suyo en la carpa. El aburrimiento me carcomía las neuronas, no tenía absolutamente nada que hacer y ni siquiera me había traído un libro que leer para pasar el rato. Sentía como una a una, las neuronas se me morían en los intentos fallidos de mantenerme entretenido mirando el movimiento de las hojas del árbol. Eran en vano, el aburrimiento me estaba matando de la forma más lenta y cruel posible.

De repente sentí como varías hojas me caían encima, para después abrir los ojos y ver como en una rama un poco más arriba de la que yo estaba había un balón atorado- ¡Oiga señor! –escuche una voz proveniente del suelo y al mirar, me encontré con un grupo de niños que me miraban con ojos de súplica al puro estilo perrito abandonado- ¿Nos alcanzaría el balón? –pregunto el que parecía ser el líder del pequeño grupo, que curiosamente era el más pequeño de todos en lo que se refería en altura.

- Claro, claro, pero quiten esas caras que se me hace raro que me miren así jeje –reí con levedad, parándome en la rama para tomar el balón y lanzárselos los chicos, que no dudaron un segundo en atraparlo y salir corriendo hacía donde se encontraban jugando antes. Yo, por mi lado, solo volví a recostarme en la rama, mirando las hojas moverse por enésima vez.

¡Oye tú! –escuche otro grito más, pero este venía de más lejos. Al voltear, vi a un grupo de chicos, más grandes que los de antes, podían tener fácilmente mi edad o ser mayores que yo- Ayudaste a los pequeños, se ve que eres buena persona ¿Quieres jugar? –me pregunto el “líder” del grupo, soltando la pelota y dejándola en el suelo bajo su pie.

Yo solo sonreí y asentí, bajando del árbol de un salto y caminando junto a ellos hasta una cancha que había cerca de allí. Si tenía que pasar tres días allí, al menos buscaría la forma de divertirme y hacer amistad con la gente del pueblo no era mala idea.

Me pasé el resto de la tarde jugando con el grupo de chicos a aquel juego, ¿Cómo se llamaba? Oh, sí, futbol o algo así era el nombre. Al principio era muy malo, pero mucho, prácticamente no podía pegarle a la pelota sin mandarla al otro lado del pueblo, pero mientras me iba acostumbrando a la forma de jugar  fue mejorando en esos aspectos. Obviamente no estaba al nivel de esos chicos, que jugaban todos los días y se sabían hasta como picaba la pelota en el suelo, pero al menos me defendía a la hora de jugar contra otros chicos en los partidos que se armaban contra los de la otra zona del pueblo. En realidad, con el tamaño que tenía el pueblo allí prácticamente todos eran vecinos, pero entre los chicos se habían armado una rivalidad. Los que vivan de cierta casa abandonada hacía el sur eran de un equipo y los que vivían de esa casa al norte eran de otro, y así luego se formaban los partidos en la plaza que dividía los dos lados.

Pasar el rato con ellos fue divertido, pero llegada la noche debía de volver con el científico del consejo. Él seguía encerrado en aquella carpa, y como yo no tenía mucho más que hacer me decidí a irme a dormir por ese día. Era temprano aún, pero prefería dormirme a estar viendo las hojas moverse… otra vez.

Me recosté de nuevo en la misma rama de antes, usando mis manos como almohadas para amortiguar un poco la dureza de la madera. Como pude me acomode, dejando caer mi pierna derecha por el borde de la rama y haciendo equilibrio,  imitando la acción con mi brazo izquierdo. Al final, encontré una extraña clase de posición casi cayéndome de la rama que me resulto cómoda y pude relajarme, respirando el aire puro del bosque mientras lentamente iba cayendo victima del sueño y la fatiga del viaje tan largo que tuvimos que hacer.

No sé cuánto tarde en dormirme, pero me dormí, a pesar de la extraña posición en la que me encontraba logre conciliar el sueño luego de varios intentos fallidos. Era curioso, pues aunque yo en mi vida muy pocas veces soñaba algo, o al menos algo que recordara, esa noche si soñé con algo. No era precisamente algo que entendiera… pero era algo.

Estaba parado en mitad de la nada, todo era una eterna oscuridad. No se veía nada, solo estaba yo allí, solo. De repente un sonido se escuchó a lo lejos, como un eco que resonaba en el vacío del lugar, naturalmente trate de reconocer la dirección de la cual venía, pero no podía, el eco parecía llegar de todas partes

- Alex~ –sentí un horrible escalofrió subir por mi espalda al escuchar mi nombre dicho por esa voz tan lúgubre y maligna, una sensación de ansiedad se apodero de mí y comencé a temblar. Miré mis manos, las cuales comenzaron a cambiar hasta formar afiladas garras en las mismas, mis alas también se hicieron presentes y todo, sin que yo buscara hacerlas aparecer en ningún momento- No niegues lo que eres, solo haces que las cosas se demoren un poco, pero todo llegara~ –decir el final de la oración tratando de hacer una voz melodiosa definitivamente solo ayudaba a aumentar lo tétrico de aquel ser. Quería preguntarle a qué se refería, pero sin importar cuando lo intentara las palabras no salían de mi boca- Un día te darás cuenta de quién eres, y entonces sabrás que lugar te corresponde en el mundo –quise gritarle que pertenecía a Sabertooth, que allí estaban mis amigos, pero al parecer no fue necesario- ¿Un gremio de magos? Eso es basura, aprenderás que tu lugar no es allí con el tiempo… pero ahora no, no eres lo suficientemente fuerte. Cuando lo seas, vuelve de visita~ –la voz callo y el silencio volvió a reinar en mi mente, eso sí que había sido bastante perturbador.

Un pequeño siseo en mi oreja me hizo remover en la rama, incomodo, tratando de alejar el ruido para seguir durmiendo, pero cuando note que sin importar cuanto me moviera, el ruido no se iba, decidí levantarme- Okey ¿Quién demonios no me está dejando dormir? –pregunte, para un segundo después sujetar con mi mano la cabeza de una serpiente, frenándola en su trayectoria hacía mi rostro con la plena intención de morderme- ¿A dónde ibas tú? –le pregunte, como se me entendiera, concentrándome un momento para sentir las presencias a mi alrededor- ¡Mierda! –lance la serpiente a un lado y me baje de la rama de un salto, mirando en dirección al bosque mientras me acercaba a la carpa del científico- ¿Cómo puede haber tantas serpientes en un mismo lugar? –no podía negarlo, estaba sorprendido por la cantidad de presencias que sentí cerca de mí. Si no llegaba a despertar en ese momento, de seguro para ese momento tendría más veneno en el cuerpo que sangre

Iba retrocediendo lentamente, sin despegar la mirada del bosque que rodeaba el pueblo. Lo sentía, podía sentir la presencia de cientos de seres, y sabía perfectamente cuales eran esos seres. Llegue a la entrada a la carpa y abrí lentamente el cierre que tenía por puerta, alertando al científico que se encontraba dentro aún despierto.

- ¿Qué pasa? –me pregunto desde su lugar, sentado frente a un pequeño escritorio que había montado allí y con varías maquinas a su alrededor, haciendo ruidos ocasionales y con varios botones de variados colores encendiéndose y apagándose una y otra vez.

- Doc, creo que debería salir de allí y venir conmigo, ahora… –le dije, sin querer hacer ningún movimiento brusco pues sabía que a la mínima que las alertara, tendríamos un lluvia de reptiles venenosos encima. Afortunadamente el científico supo reconocer la seriedad de la situación y a paso lento fue saliendo de la carpa, parándose detrás de mí de forma de que las serpientes tuvieran que pasarme antes de tocarlo.

- ¿Cuántas son? –me pregunto una vez estuvo parado detrás mío, mirando por sobre mi hombro en la misma dirección en la que yo miraba.

- No lo sé exactamente, pero le garantizo que no pocas –respondí como pude mientras lentamente iba retrocediendo camino al pueblo, debíamos alertar a todos de lo que se venía para que se tomaran medidas lo más pronto posible- Retroceda despacio, según me contaron los muchachos hay una campana de emergencia por serpientes en cada entrada, hay que alcanzar la que esté más cerca –algo bueno del pueblo era que no se tomaban la situación para nada a juego y habían tomado medidas para una posible invasión de serpientes, lo que nos facilitaba las cosas en un momento como ese

Cuando finalmente llegamos a la entrada del pueblo, el científico se apuró a tocar la campana de alerta, haciendo salir a todos los ciudadanos del pueblo a la calle. No tenía tiempo para explicar todo, así que me limite a gritar que las serpientes vendrían por la entrada sur del pueblo. Luego de unos pocos minutos ya todos los ciudadanos estuvieron en la plaza central del pueblo, allí donde se disputaba el partido entre los dos equipos de futbol.

- ¡Todos cálmense! –grite al subirme en el tejado de una casa, tratando de apaciguar el escándalo que se estaba armando por el miedo que sentía la gente por la inminente llegada de las serpientes- No dejare que nadie muera hoy ¿Okey? Manteneos juntos, que yo me encargare de mantener esa plaga a raya y que nadie salga herido –les dije, parándome frente a todo el tumulto de gente, de frente a la entrada por la cual sentía que vendrían las serpientes- Ya vienen… –podía sentir como de un segundo a otro toda la masa de serpientes se movía a la vez, ingresando al pueblo por la entrada sur como habíamos previsto. Fuera como fuera, una vez llegaran debía de dejarme el alma para que no llegaran a tocar a nadie, debía matarlas antes de que alcanzaran a las personas.

Los segundos pasaban lentos, el silencio se apodero del ambiente, lo único que se escuchaba eran siseos, muchos siseos. Un niño entre la gente no pudo aguantar más y rompió a llorar, siendo rápidamente consolado por su madre que le explicaba, mientras limpiaba sus lágrimas, que tenían a alguien que los defendería de las serpientes. Ese alguien sabía que era yo, lo que aumentaba la presión que ya de por si sentía en mi cuerpo. Debía de estar listo para cuando llegaran, pues no podía permitirme ni el más mínimo error. Un error podría significar una persona inocente y buena muriendo, eso no era una opción. No podía haber errores, todo tenía que salir todo perfecto. Yo, debía de hacer todo perfecto.

- Doc ¿Ya tiene lo que le pedí? –le pregunte al científico al verlo llegar junto a mí, trayendo una botella de plástico con un líquido dentro en sus manos.

- Si, este es el líquido volátil que me pediste, pero sigo sin imaginarme para qué lo necesitas exactamente –sonreí ante la pregunta del sujeto del consejo, tomando la botella con una mano y caminando varios metros en dirección a la entrada sur, por donde vendrían las serpientes. Al estar a una distancia medía de 10 metros, le quite la tapa a la botella y comencé a derramar su contenido en el suelo, haciendo una línea que cortaba el camino allí. Cuando la botella estuvo vacía, la tire a un lado y con una simple chispa encendí el líquido, el cual formo una pared de fuego medianamente grande.

- Perfecto, con esto las serpientes no pasaran de este punto. Yo iré a ver qué más puedo hacer para que no se acerquen, los veré cuando haya terminado con todas ellas –salude con la mano a toda la gente y di media vuelta, alejándome rápidamente del centro de la ciudad y metiéndome directo en la zona sur, por donde se suponía que entrarían las serpientes. Cuando llegue medianamente cerca de la puerta del pueblo me freno, ya viendo como una enorme cantidad de serpientes se me acercaba de frente, cubriendo todo el suelo con sus cuerpos- [coló=#990000]¡Hasta aquí llegan![/color] –grite mientras mis piernas se cubrían hasta las rodillas del fuego del purgatorio, tras lo cual lance dos patadas al aire apuntando al suelo frente a las serpientes- ¡Renryū no Hane! –las llamas se despegaron de mis piernas al lanzar las patadas, formando dos cuchillas de fuego de un tamaño bastante grande, las cuales impactaron el suelo y lo encendieron creando otro escudo de llamas por el cual las serpientes no se atrevían a pasar- Perfecto… –susurre, contento por el resultado, pero justo cuando me preparaba para lanza otro ataque una serpiente atravesó el fuego, pero no era una serpiente normal. No, para nada normal- Dios, ¿Qué manía me tienen los animales gigantes? –pregunte a la nada al ver como una serpiente del grosor corporal de un perro y el largo de dos casas iba atravesando las llamas, frenándose frente a mí y siseando constantemente. Esa cosa en verdad me traería problemas.

Técnica utilizada:

Parado frente a ese enorme animal en verdad cualquiera se sentía pequeño, en especial pensando en las dimensiones normales que tenían, pero no podía dejarme intimidar, tenía que acabar con todas las serpientes y esa estaba incluida en esa frase, aunque me costara más que el resto. Me paré de perfil al animal, mirándolo seriamente mientras extendía mis brazos a los lados del cuerpo y encendía mis manos en las llamas negras del purgatorio, cerrándolas en puños ya listo para luchar.

- ¡Eso es! –un grito a mis espaldas me hizo sobresaltarme, volteando rápidamente para ver como el científico se encontraba a unos pocos metros de mí, parado y mirando con una extraña fascinación al espécimen de serpiente gigante que tenía en frente.

- ¡¿Qué demonios hace aquí? –le pregunte  pero me ignoro, sacando de entre sus ropas un papel que a simple vista se notaba que era la página arrancada de un libro, o al menos una parte de ella.

- ¡Cállate y escucha! Ya sé por qué la repentina plaga de serpientes –eso si logro captar mi atención, pero no podía mantenerme mirando al Doc más tiempo, tenía una serpiente al frente que demandaba mi atención- Eso que tienes en frente es conocido como basilisco, o bueno, una cría de este. Los basiliscos son criaturas raras y poderosas, que al alcanzar un nivel de madures alto pueden congelarte con solo la mirada. Por suerte, este es pequeño aún –me comentaba el Doc mientras yo, atento al ataque del ahora identificado Basilisco, pude frenar sus fauces con las manos, sosteniéndola para que no pudiera cerrarla ni acercarse más.

- ¡Vaya al punto! –no era como si estar sosteniendo una serpiente gigante para que no me comiera fuera algo muy molesto pero… o bueno, sí lo era, y si el Doc no se apuraba con su explicación yo estaría muerto antes de que terminara.

Al parecer mi mensaje le llego, pues cayo por unos segundos y pensó bien en qué decir antes de seguir hablando- Lo que trato de decir, sin poner más explicación, es que las serpientes siguen a esa cría de Basilisco y si la matas, volverán por donde vinieron –y listo, era tan simple como decirme eso ¿Por qué tuvo que tardar tanto?

-Gracias por el dato Doc, nos vemos cuando esta cosa este asada a las brasas –dije mientras encendía mis manos, aun sosteniendo la boca del animal, de forma en que este retrocedió el momento para evitar sufrir quemaduras más graves. Sin embargo, apenas noto que mis manos ya no estaba en contacto con su cuerpo se volvió  lanzar contra mí, tratando de aferrarse a mi pierna derecha con sus fauces- ¡Ni lo intentes! –con el tiempo justo, cubrí mi mano derecha con una cantidad mucho más grande de llamas que rápidamente tomaron la forma de las garras de un dragón- Renryū no… –un segundo antes de que los colmillos del Basilisco se hundieran en mi piel, baje mi puño sobre su cabeza- …Tsume!! –impacte mi mano derecha en su cabeza, hundiéndola en el suelo y evitando así que llegara a tocarme- No eres tú Basilisco, soy yo.¡Renryū no… –dije como una simple burla mientras levantaba las manos sobre mi cabeza y comenzaba a acumular magia en un punto medio entre las dos, aprovechando que la había dejado aturdida con el golpe era el momento perfecto para rematarla. La acumulación de magia formo una esfera de fuego negro de un tamaño bastante grande, la cual sostenía con ambas manos- … Kōen!! –baje mis manos con fuerza e impacte la bola de fuego en la cabeza de la serpiente, generando una explosión bastante grande que prácticamente pulverizo el cuerpo del animal. Cuando la tierra bajo, solo había quedado un enorme cráter a mitad de la calle y yo parado en el centro.


Luego de eso las cosas fueron viento en popa, las serpientes se fueron al haber perdido al que parecía ser su “Líder” que los incitaba a llegar hasta esos lugares, la gente volvió a sus lugares y yo con el científico nos limitamos a irnos cada uno a dormir, yo en el árbol y él en la carpa. La misión ya estaba cumplida así que a la mañana siguiente debíamos volver.

Técnicas utilizadas: