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Convivencia y protección [Misión Rango C]
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Convivencia y protección [Misión Rango C]
- Especificaciones de misión:
- ► Nombre de la misión: Convivencia y protección
► Descripción: Una mujer joven y adinerada, parte de una familia noble, se casó hace poco con quien fue su pareja por tan solo tres meses. El matrimonio parecía ir viento en popa, pero la realidad tras la imagen que mostraba la pareja ante los demás era que nada iba bien. El hombre, tras la boda, no paro de mostrarse agresivo a la hora de tratar con la mujer, hostigándola y metiéndole la idea de que debía de hacer un testamento donde aclarara que la herencia de su familia iría a él si algo llegaba a suceder. La mujer primeramente accedió, pensando que así su marido volvería a la normalidad, pero no fue así. Después de solo cinco meses pasada la boda ella pidió el divorcio, cansada de los constante abusos de su marido, pero el hombre no se lo dio, solo desapareció dejando una carta de amenaza en la cual aclaraba que en la semana que se cumpliera medio año de su boda, ella moriría. Asustada, la mujer pidió ayuda a los gremios de magos con la esperanza de que le enviaran una custodia que pudiera cuidar de ella en esa semana. Quédate de custodia en la mansión de la mujer, en Crocus, y asegúrate de que nada malo le suceda en esa semana.
► Lugar: Crocus
► Rango: C
► Objetos ganados: Ninguno
► Personas: 1
► Recompensa: 850
Día 1
El viaje desde el gremio hasta Crocus era muy largo y, a pesar de saberlo y conocer bien lo que implicaba para mi hacer un viaje largo en tren, tome aquella misión sin titubear. Según lo que había leído, debía de hacer de custodia para una mujer adinerada, la cual se había divorciado hace poco y estaba bajo amenaza de muerte. La carta del marido decía que en esa semana moriría, sin importar donde se escondiera, la encontrarían y asesinarían, y bueno, mi trabajo era vivir con aquella mujer durante toda esa semana y asegurarme de que nada malo le sucediera, y en caso de ataque neutralizar al enemigo pero dejarlo vivo para sacarle información.
Luego del largo viaje en tren finalmente arribe a la estación de Crocus, donde me esperaba un mayordomo, al parecer de la mujer que debía de proteger, con un vehículo elegante en el cual me llevarían a la mansión donde residía la contratadora de la misión . Intente con todas mis fuerza negarme, pero el sujeto estaba firme en su posición y no aceptaba un no por respuesta, así que tuve que aguantar otros veinte minutos de viaje en carro, muriendo por dentro en cada metro recorrido.
Finalmente, tras haber aguantado los mareos en el carro durante todo el viaje, llegamos a la entrada de la mansión. Decir que estaba sorprendido por el tamaño de esa mansión era poco, me había prácticamente atónito antes semejando construcción, vamos que prácticamente duplicaba el tamaño del gremio, algo que en realidad era malo, pues a la hora de atacar los enemigos tendrían muchas formas de entrar sin ser percibidos y esconderse en cualquiera de las abundante habitaciones que de seguro tenía esa mansión. En fin, que fuera tan grande no era para nada bueno.
Baje del coche con la ayuda del mayordomo, el cual se echó uno de mis brazos al hombro para ayudarme a caminar en lo que se me iba el mareo. Caminamos unos pocos metros antes de llegar a la puerta, abriendo esta con la mano que el sujeto tenía desocupada y ayudándome a ingresar. Una vez adentro comencé a sentir que el mareo se iba, así que le dije al mayordomo que podía yo solo. Él asintió, soltándome y dejando que me dirigiera solo al centro de la primera sala de la mansión, ocupada simplemente por algunos cuadros en las paredes blancas y un sillón en el dentro, como si se tratara de una sala de espera. Me acerque al sillón y me sente, siguiendo las instrucciones del mayordomo. Según él debía esperar a que la señorita bajara a recibirme.
Alex Zeik- Rango A
- Mensajes : 278
Fecha de inscripción : 02/08/2015
Edad : 26
Re: Convivencia y protección [Misión Rango C]
Me quede sentado en aquel enorme y cómodo sillón, jugando con una pequeña bola de fuego en mi mano derecha mientras esperaba que la mujer bajara a recibirme, lo que no tardaría en suceder según propias palabras del mayordomo, pero al parecer algo había pasado pues los minutos pasaban y la mujer no bajaba. Cuando ya casi se cumplía la media hora me canse, levantándome del sillón y caminando en dirección a las escaleras que conducían al siguiente piso de la mansión. Si ella no venía a recibirme, subiría yo a presentarme y poder comenzar a discutir el cómo sería mi estadía allí, la forma en que debía de moverse la mujer por la casa, ente muchas otras cosas. Subí las escaleras a paso rápido, llegando a un largo pasillo lleno de puertas, en el cual no se escuchaba nada, ni un sonido, o bueno, así fue hasta que un grito rompió todo ese silenció.
- ¡Auxilio! –era una voz femenina y provenía de la última puerta del enorme pasillo, la cual se encontraba levemente entre abierta. Me acerque corriendo a esta y al llegar la abría de una patada, encontrándome con un sujeto vestido completamente de negro, con capucha y una chalina que impedían que pudiera tomar detalle alguno de su rostro. El mismo estaba sujetando a la mujer por uno de sus brazos y arrastrándola con él hasta la ventana, la cual se encontraba abriendo con la mano que le quedaba libre. Me lance contra él sin siquiera pensarlo, consciente de que si tardaba un segundo más en detenerlo lanzaría a la mujer por la ventana en una caída que fácilmente podría matarla. Corte el espacio que nos separaba en dos rápidos pasos, tras lo cual encendí mi puño derecho en llamas y lo impacte en el estómago del sujeto, que no pudo hacer nada para evitarlo al tener ambas manos ocupadas. Golpee el brazo con el que sostenía a la mujer antes de que el impulso de mi puñetazo lo mandara fuera de la mansión, obligándolo a que la soltara para que no terminaran cayendo los dos. La pared termino con un agujero, pero cuando quise asomarme en el suelo no había nadie. El sujeto había sido muy rápido, ni tiempo a ver en qué dirección había escapado me dio
- ¿Está bien, señorita? –le pregunte a la mujer, la cual se levantó rápidamente, tirándose contra mí y golpeando mi pecho una y otra vez, pero sin hacer fuerza para herirme ni mucho menos, era más que nada un desahogo.
- ¡¿Por qué tardaste tanto? ¡Ese tipo casi me mata! –la mujer se mantuvo golpeándome por unos segundos más, tras lo cual se abrazó a mí y comenzó a sollozar, presa del miedo que le había supuesto una situación como la que acababa de experimentar.
La mire, entendiendo perfectamente por lo que estaba pasando, así que decidí dejar que se desahogara un poco más en mi antes de llevarla a la planta baja, donde debía hablar seriamente con ella sobre lo que tendríamos que hacer a partir de ese día- Shh, tranquila, ya paso –susurre mientras acariciaba su cabello, tratando de calmar los sollozos de la pobre mujer y hacer que volverá en sí.
- ¡Auxilio! –era una voz femenina y provenía de la última puerta del enorme pasillo, la cual se encontraba levemente entre abierta. Me acerque corriendo a esta y al llegar la abría de una patada, encontrándome con un sujeto vestido completamente de negro, con capucha y una chalina que impedían que pudiera tomar detalle alguno de su rostro. El mismo estaba sujetando a la mujer por uno de sus brazos y arrastrándola con él hasta la ventana, la cual se encontraba abriendo con la mano que le quedaba libre. Me lance contra él sin siquiera pensarlo, consciente de que si tardaba un segundo más en detenerlo lanzaría a la mujer por la ventana en una caída que fácilmente podría matarla. Corte el espacio que nos separaba en dos rápidos pasos, tras lo cual encendí mi puño derecho en llamas y lo impacte en el estómago del sujeto, que no pudo hacer nada para evitarlo al tener ambas manos ocupadas. Golpee el brazo con el que sostenía a la mujer antes de que el impulso de mi puñetazo lo mandara fuera de la mansión, obligándolo a que la soltara para que no terminaran cayendo los dos. La pared termino con un agujero, pero cuando quise asomarme en el suelo no había nadie. El sujeto había sido muy rápido, ni tiempo a ver en qué dirección había escapado me dio
- ¿Está bien, señorita? –le pregunte a la mujer, la cual se levantó rápidamente, tirándose contra mí y golpeando mi pecho una y otra vez, pero sin hacer fuerza para herirme ni mucho menos, era más que nada un desahogo.
- ¡¿Por qué tardaste tanto? ¡Ese tipo casi me mata! –la mujer se mantuvo golpeándome por unos segundos más, tras lo cual se abrazó a mí y comenzó a sollozar, presa del miedo que le había supuesto una situación como la que acababa de experimentar.
La mire, entendiendo perfectamente por lo que estaba pasando, así que decidí dejar que se desahogara un poco más en mi antes de llevarla a la planta baja, donde debía hablar seriamente con ella sobre lo que tendríamos que hacer a partir de ese día- Shh, tranquila, ya paso –susurre mientras acariciaba su cabello, tratando de calmar los sollozos de la pobre mujer y hacer que volverá en sí.
Alex Zeik- Rango A
- Mensajes : 278
Fecha de inscripción : 02/08/2015
Edad : 26
Re: Convivencia y protección [Misión Rango C]
Luego de unos minutos los sollozos de la mujer cesaron, pero igualmente ella no dejaba de aferrarse a mi pecho. Podía notar su respiración agitada y lo acelerado del latir de su corazón al estar tan pegado, en verdad esa mujer había pasado un momento muy malo mientras yo esperaba abajo, creyéndome que simplemente estaba tardando más de lo habitual. Era mi culpa que estuviera así, si hubiera subido antes le hubiera ahorrado varios minutos de esa horrible experiencia, había comenzado mal la misión.
- Señorita… –susurre, tratando de llamar la atención de la mujer para que me soltara y pudiéramos bajar, pero lo único que conseguí fue que se aferrara con más fuerza a mí. El llanto había desaparecido pero el miedo presente en el corazón de esa mujer tardaría mucho más en irse, y lo entendía, así que como pude fui moviéndome, pero sin apartar a la mujer. Aunque costara un poco más, podíamos llegar hasta la planta baja en esa posición. Salimos de la habitación y al llegar al pasillo fuimos abordados por el mayordomo, que con cara de extrema preocupación llegaba corriendo al lugar- Ella está bien, pero si puedes prepararle un té de tilo para que se relaje me harías un gran favor –le dije antes de que pudiera comenzar con el bombardeo de preguntas acerca de lo sucedido. El hombre se quedó con las palabras en la punta de la lengua, pero entendió que no había nada de qué preocuparse y supo que lo mejor que podía hacer en ese momento era ir a preparar lo que le pedí, dejándome de nuevo solo con la mujer- Bueno, mejor bajar –suspire mientras a paso lento iba moviéndome junto a la mujer, encaminándome a las escaleras de la mansión que daban a la planta baja.
Al llegar de nuevo a aquel sillón, luego de pasar por una odisea para bajar las escaleras con la mujer sin querer soltarme, me senté en él, pensando que así la mujer volvería en sí y me soltaría. Contrariamente a lo que pensaba, ella se acomodó con la cabeza reposando en mi regazo y se quedó dormida luego de unos pocos segundos, al parecer el estrés de esa situación la había dejado exhausta- Es más joven de lo que pensé… –viéndola de cerca era fácil darse cuenta que se trataba de una mujer joven, de cómo mucho unos 21 años de edad, su cabello era rubio y largo, claramente bien cuidado, y según lo que había podido ver sus ojos eran azules.
De momento la dejaría dormir, en lo que llegaba el mayordomo con el té que le había pedido, ya luego la despertaría para hablar de la situación y de lo que debíamos hacer a partir de ese día, en el que comenzaría mi estancia allí.
- Señorita… –susurre, tratando de llamar la atención de la mujer para que me soltara y pudiéramos bajar, pero lo único que conseguí fue que se aferrara con más fuerza a mí. El llanto había desaparecido pero el miedo presente en el corazón de esa mujer tardaría mucho más en irse, y lo entendía, así que como pude fui moviéndome, pero sin apartar a la mujer. Aunque costara un poco más, podíamos llegar hasta la planta baja en esa posición. Salimos de la habitación y al llegar al pasillo fuimos abordados por el mayordomo, que con cara de extrema preocupación llegaba corriendo al lugar- Ella está bien, pero si puedes prepararle un té de tilo para que se relaje me harías un gran favor –le dije antes de que pudiera comenzar con el bombardeo de preguntas acerca de lo sucedido. El hombre se quedó con las palabras en la punta de la lengua, pero entendió que no había nada de qué preocuparse y supo que lo mejor que podía hacer en ese momento era ir a preparar lo que le pedí, dejándome de nuevo solo con la mujer- Bueno, mejor bajar –suspire mientras a paso lento iba moviéndome junto a la mujer, encaminándome a las escaleras de la mansión que daban a la planta baja.
Al llegar de nuevo a aquel sillón, luego de pasar por una odisea para bajar las escaleras con la mujer sin querer soltarme, me senté en él, pensando que así la mujer volvería en sí y me soltaría. Contrariamente a lo que pensaba, ella se acomodó con la cabeza reposando en mi regazo y se quedó dormida luego de unos pocos segundos, al parecer el estrés de esa situación la había dejado exhausta- Es más joven de lo que pensé… –viéndola de cerca era fácil darse cuenta que se trataba de una mujer joven, de cómo mucho unos 21 años de edad, su cabello era rubio y largo, claramente bien cuidado, y según lo que había podido ver sus ojos eran azules.
De momento la dejaría dormir, en lo que llegaba el mayordomo con el té que le había pedido, ya luego la despertaría para hablar de la situación y de lo que debíamos hacer a partir de ese día, en el que comenzaría mi estancia allí.
Alex Zeik- Rango A
- Mensajes : 278
Fecha de inscripción : 02/08/2015
Edad : 26
Re: Convivencia y protección [Misión Rango C]
- Disculpe joven, pero el té ya está listo –una voz me hizo volver a reaccionar, pues me había perdido admirando la belleza de la mujer que descansaba en mi regazo. Era curioso, nunca me había pasado algo así, quizás me estaba volviendo más observador o algo así, pero papá siempre me había dicho que nunca se debe mirar a una mujer a otro lugar que no fuera el rostro, y respetando esa regla en ningún momento aparte la mirada del rostro de la mujer. El té ya estaba listo, según me había avisado el mayordomo parado a mi lado, junto al sillón, así que debía de despertarla.
- Señorita… señorita… –llamaba mientras poqueaba la mejilla de la mujer con el dedo índice de mi mano derecha, tratando de despertarla lentamente para que no se sobresaltara. La mujer se removió en el lugar, pero no despertaba- Vamos, debe despertar –seguí paqueando la mejilla de la mujer, hasta que finalmente está presente signos de estarse despertando.
- Umn~ -la mujer seguía removiéndose entre sueños, sin ánimos de despertar, pero luego de unos segundos de insistencia sus ojos finalmente se abrieron, tardando unos segundos en enfocar y percatarse de la situación en la que se encontraba- ¿Eh? –parecía algo perdida, pero igualmente se levantó, sentándose a mi lado en el sillón mientras me miraba y se tallaba los ojos, tratando de quitarse de encima el estopor de haber dormido por unos cuantos minutos- ¿Quién eres? –me pregunto, aun sobándose un ojo y con una expresión bastante mona.
- Mi nombre es Alex, y soy el mago que envió Sabertooth para asegurarse de que nada le suceda en esta semana. Es un placer conocerla –me presente, extendiéndole mi mano en señal de saludo. Ella dudo un segundo pero al final tomo mi mano, a lo cual reaccione apretando levemente la suya y sonriéndole- Lamento no haber llegado antes –la culpa por aquello aún me molestaba, no podía quedarme sin decir nada.
- Tranquilo, no sabías lo que pasaba –me respondió al tiempo en que tomaba la tasa de té que había traído el mayordomo, dándole un pequeño sorbo a esta- De igual forma, estoy agradecida de que hayas llegado a tiempo –me miro y sonrío, haciendo que mis mejillas tomaran una tonalidad levemente roja. ¿Desde cuándo yo reaccionaba así?
Tratando de ignorar aquello, tome una gran bocanada de aire y luego solté el aire, pensando en lo que venía- Como sabe, me quedare en esta casa durante toda la semana, así que deberé de imponer unas reglas para que las cosas no vayan mal ni vuelva a suceder algo como lo de hacer unos minutos –dije serio, frenándome un segundo en pensar en todas las posibles formas en las que atacarían- A partir de ahora no deberéis, ni usted ni nadie en la mansión, quedarse solos para nada más que dormir, y en ese caso yo me mantendré cerca de usted, señorita, ya que es la que está amenazada. Dormiré fuera de su habitación, así por cualquier cosa que pase tendré acceso rápido –mire a la mujer, que me escuchaba con suma atención, y al mayordomo, que hacía lo mismo, ambos asintieron y el mayordomo se fue a informar al resto de personal de la casa, mientras yo me quede junto a la mujer allí, esperando a que terminara de tomar el té.
Las normas ya estaban puestas, solo quedaba comenzar con la semana de convivencia en la mansión de aquella mujer.
- Señorita… señorita… –llamaba mientras poqueaba la mejilla de la mujer con el dedo índice de mi mano derecha, tratando de despertarla lentamente para que no se sobresaltara. La mujer se removió en el lugar, pero no despertaba- Vamos, debe despertar –seguí paqueando la mejilla de la mujer, hasta que finalmente está presente signos de estarse despertando.
- Umn~ -la mujer seguía removiéndose entre sueños, sin ánimos de despertar, pero luego de unos segundos de insistencia sus ojos finalmente se abrieron, tardando unos segundos en enfocar y percatarse de la situación en la que se encontraba- ¿Eh? –parecía algo perdida, pero igualmente se levantó, sentándose a mi lado en el sillón mientras me miraba y se tallaba los ojos, tratando de quitarse de encima el estopor de haber dormido por unos cuantos minutos- ¿Quién eres? –me pregunto, aun sobándose un ojo y con una expresión bastante mona.
- Mi nombre es Alex, y soy el mago que envió Sabertooth para asegurarse de que nada le suceda en esta semana. Es un placer conocerla –me presente, extendiéndole mi mano en señal de saludo. Ella dudo un segundo pero al final tomo mi mano, a lo cual reaccione apretando levemente la suya y sonriéndole- Lamento no haber llegado antes –la culpa por aquello aún me molestaba, no podía quedarme sin decir nada.
- Tranquilo, no sabías lo que pasaba –me respondió al tiempo en que tomaba la tasa de té que había traído el mayordomo, dándole un pequeño sorbo a esta- De igual forma, estoy agradecida de que hayas llegado a tiempo –me miro y sonrío, haciendo que mis mejillas tomaran una tonalidad levemente roja. ¿Desde cuándo yo reaccionaba así?
Tratando de ignorar aquello, tome una gran bocanada de aire y luego solté el aire, pensando en lo que venía- Como sabe, me quedare en esta casa durante toda la semana, así que deberé de imponer unas reglas para que las cosas no vayan mal ni vuelva a suceder algo como lo de hacer unos minutos –dije serio, frenándome un segundo en pensar en todas las posibles formas en las que atacarían- A partir de ahora no deberéis, ni usted ni nadie en la mansión, quedarse solos para nada más que dormir, y en ese caso yo me mantendré cerca de usted, señorita, ya que es la que está amenazada. Dormiré fuera de su habitación, así por cualquier cosa que pase tendré acceso rápido –mire a la mujer, que me escuchaba con suma atención, y al mayordomo, que hacía lo mismo, ambos asintieron y el mayordomo se fue a informar al resto de personal de la casa, mientras yo me quede junto a la mujer allí, esperando a que terminara de tomar el té.
Las normas ya estaban puestas, solo quedaba comenzar con la semana de convivencia en la mansión de aquella mujer.
Alex Zeik- Rango A
- Mensajes : 278
Fecha de inscripción : 02/08/2015
Edad : 26
Re: Convivencia y protección [Misión Rango C]
Día 6
Luego de mi llegada a la mansión, con el incidente del sujeto de negro, las cosas se habían acoplado bastante bien a las normas que impuse. Las criadas y el mayordomo siempre iban en pareja, nunca nadie iba solo a ningún lugar, todas las ventanas eran cerradas antes de que el sol bajase y no se permitía a nadie salir fuera luego de las 7pm. Era un poco extremo, debía admitirlo, pero en un caso de amenaza de muerte no podía dejar nada librado al azar.
Mi estadía en la mansión era dentro de todo bastante tranquila, nada había pasado aún y lo único que tenía que hacer durante el día era patrullar la zona para asegurarme de que no hubiera nadie cerca. En verdad se estaba volviendo algo aburrido, pero le prefería a tener que estar enfrentando a sicarios mandados por el marido de la señorita. No porque tuviera miedo ni mucho menos, algo de acción siempre me agradaba para las misiones, pero no quería que la mujer lo volviese a pasar mal como el primer día, cuando fue atacada por aquel sujeto mientras yo esperaba en la planta baja. Recordar lo mal que se había puesto después de eso en verdad me hacía enojar, enojarme conmigo mismo por no haber reaccionado antes.
Las tardes, después de hacer las patrullas y asegurarme de que todo estuviera bien, me la pasaba con la señorita Elizabeth y el mayordomo, tomando té y charlando de distintas cosas. La mayoría de los temas de conversación salían del asunto de mi ocupación como mago de un gremio, y las historias de las distintas misiones que ya había cumplido. En verdad era agradable estar así, tranquilo y sin una preocupación, sin trabajo qué hacer ni alquileres qué pagar, solo con dos personas muy agradable charlando de distintos temas de interés.
Ese día en particular, el sexto de la semana, un viernes. Me había tocado hacer una patrulla más corta, puesto que el mayordomo había solicitado mi ayuda para mover unas cajas en el ático. Según sus palabras, ya estaba muy viejo para mover las pesadas cajas que allí había, y aprovechando que yo estaba allí se había armado de valor para preguntarme si podía ayudarlo con esa tarea. Yo acepte gustoso, después de todo no tenía nada más que hacer y las patrullas siempre terminaban en lo mismo, con los agentes de seguridad que tenía la mansión era difícil que alguien se acercara, más aún que ingresara sin ser detectado por nadie.
El ático era un lugar enorme, lleno de montones de cajas, muebles viejos, cuadros y quien sabe que cantidad y variedad de cosas más. Era increíble ver la de cosas que los ricos tenían y que iban descartando, hasta había muebles nuevos, sin ni un solo rasguño. Con el dinero que se podía hacer vendiendo todo eso podría pagarme la construcción de mi propia casa.
Luego de mi llegada a la mansión, con el incidente del sujeto de negro, las cosas se habían acoplado bastante bien a las normas que impuse. Las criadas y el mayordomo siempre iban en pareja, nunca nadie iba solo a ningún lugar, todas las ventanas eran cerradas antes de que el sol bajase y no se permitía a nadie salir fuera luego de las 7pm. Era un poco extremo, debía admitirlo, pero en un caso de amenaza de muerte no podía dejar nada librado al azar.
Mi estadía en la mansión era dentro de todo bastante tranquila, nada había pasado aún y lo único que tenía que hacer durante el día era patrullar la zona para asegurarme de que no hubiera nadie cerca. En verdad se estaba volviendo algo aburrido, pero le prefería a tener que estar enfrentando a sicarios mandados por el marido de la señorita. No porque tuviera miedo ni mucho menos, algo de acción siempre me agradaba para las misiones, pero no quería que la mujer lo volviese a pasar mal como el primer día, cuando fue atacada por aquel sujeto mientras yo esperaba en la planta baja. Recordar lo mal que se había puesto después de eso en verdad me hacía enojar, enojarme conmigo mismo por no haber reaccionado antes.
Las tardes, después de hacer las patrullas y asegurarme de que todo estuviera bien, me la pasaba con la señorita Elizabeth y el mayordomo, tomando té y charlando de distintas cosas. La mayoría de los temas de conversación salían del asunto de mi ocupación como mago de un gremio, y las historias de las distintas misiones que ya había cumplido. En verdad era agradable estar así, tranquilo y sin una preocupación, sin trabajo qué hacer ni alquileres qué pagar, solo con dos personas muy agradable charlando de distintos temas de interés.
Ese día en particular, el sexto de la semana, un viernes. Me había tocado hacer una patrulla más corta, puesto que el mayordomo había solicitado mi ayuda para mover unas cajas en el ático. Según sus palabras, ya estaba muy viejo para mover las pesadas cajas que allí había, y aprovechando que yo estaba allí se había armado de valor para preguntarme si podía ayudarlo con esa tarea. Yo acepte gustoso, después de todo no tenía nada más que hacer y las patrullas siempre terminaban en lo mismo, con los agentes de seguridad que tenía la mansión era difícil que alguien se acercara, más aún que ingresara sin ser detectado por nadie.
El ático era un lugar enorme, lleno de montones de cajas, muebles viejos, cuadros y quien sabe que cantidad y variedad de cosas más. Era increíble ver la de cosas que los ricos tenían y que iban descartando, hasta había muebles nuevos, sin ni un solo rasguño. Con el dinero que se podía hacer vendiendo todo eso podría pagarme la construcción de mi propia casa.
Alex Zeik- Rango A
- Mensajes : 278
Fecha de inscripción : 02/08/2015
Edad : 26
Re: Convivencia y protección [Misión Rango C]
Yo y el mayordomo, junto con dos mucamas, pasamos un buen par de horas en el ático, acomodando todas las cosas que no se usaban en la casa. Me toco mover varios muebles pesados, pero que igualmente no presentaron un gran esfuerzo, mover cajas repletas de cosas, cuadros de un valor muy grande que debía tratar con sumo cuidado, pues el más mínimo roce brusco con alguna punta podría arruinarlos.
Mientras movía una de las tantas cajas que allí había, de esta cayo un libro, abriéndose para mostrar una foto de la señorita junto al sujeto que supuestamente era su marido. Curioso, baje la caja y me agache a tomar el pequeño libro, que era en realidad un álbum de fotos, el cual comencé a ojear aprovechando que nadie me veía. Las fotos eran bonitas, en ellas se veía a una pareja de enamorados muy felices. Yo no entendía qué era eso de estar “enamorado”, pero si sabía reconocer cuando alguien lo estaba, y en esas fotos era fácil darse cuenta de lo mucho que se querían esos dos- Es una lástima que el joven amo haya cambiado tanto –escuche una voz a mi espalda, sobresaltándome y abrazando el álbum en un intento desespera por esconderlo.
- E-eh, yo… jeje, lamento estar de fisgón, solo me llamo la atención el álbum y… con lo que describía la información de la misión sobre lo que paso… –me disculpe mientras volteaba lentamente, encontrándome cara a cara con el mayordomo, el cual me miraba con su típica expresión tranquila y amable. En todo lo que llevaba allí no lo había visto cambiar esa expresión para nada, más que la vez en que llego y me vio con la señorita abrazada a mi pecho, el día del ataque.
- No se preocupe joven, es normal que sienta curiosidad por saber lo que paso –el hombre se acercó a mí y tomo el álbum, abriéndolo y comenzando a pasar una a una sus páginas, mostrándome todas las fotos que había de la pareja- En verdad el joven amo era un gran hombre, desde hacía solo unos meses conocía a la señorita, pero eso fue suficiente para que su buena actitud y forma de ser la enamoraran. No sé cómo paso, pero luego de solo dos meses de relación se las arregló para convencer a los padres de la señorita para que se casaran. Todo iba bien hasta ahí, los problemas vinieron luego… –la expresión del hombre paso por un segundo a ser una de desilusión, cerrando el álbum y dejándolo dentro de la caja- El joven amo, apenas la boda fue realizada, cambio completamente su forma de ser, ya no era para nada tierno y bueno con la señorita, solo se la pasaba abusando verbalmente de ella, hostigándola y hundiendo su autoestima cada vez más y más. Al final, la gota que rebalso el vaso fue cuando volvió una noche, muy tarde, borracho y con una mujer de esas que viven de la noche. La señorita quedo destrozada e inmediatamente pidió el divorcio, y bueno, el resto de la historia usted ya la conoce –la mirada del hombre se ensombreció, en verdad parecía dolerle traer esos recuerdos de vuelta.
- Lamento haberme metido, no debí… ¡! –el repentino sonido de una explosión proveniente de planta me hizo callar, abriendo mi ojo izquierda de golpe mientras la pupila se encogía- No puede ser… –mire al mayordomo y este asintió, llamando luego a las mucamas para que se tranquilizaran y dándoles la orden de quedarse allí mientras yo iba a ver que sucedía, aunque era obvio lo que estaba pasando- ¡Mierda! ¡Mierda, mierda, mierda! –iba gritando mientras bajaba las escaleras a los saltos, llegando la planta baja de la mansión para ver cómo, tendida en las escaleras y con varios cortes superficiales en el rostro, la señorita intentaba levantarse. Frente a ella, a unos escasos metros, el mismo sujeto que había visto en las fotos se encontraba parado frente a la puerta principal de la casa, la cual había sido explotada. A sus lados había cuatro sujetos más, todos con un símbolo de gremio visible en sus frentes, pero de ningún gremio legal que recordara.
- Vamos Elizabeth, muérete por las buenas y déjame tu herencia, así todos nosotros saldremos felices de aquí y sin tener que ensuciarnos las manos con tu sangre –decía aquel sujeto, muy tranquilo parado entre aquellos magos. Apreté los puños mientras me acercaba a la mujer, tomándola en mis brazos para comprobar las heridas que tenía. Eran varios golpes y contusiones, pero estaría bien. Entonces de lo único que debía ocuparme, era de ese grupo de escorias humanas
Mientras movía una de las tantas cajas que allí había, de esta cayo un libro, abriéndose para mostrar una foto de la señorita junto al sujeto que supuestamente era su marido. Curioso, baje la caja y me agache a tomar el pequeño libro, que era en realidad un álbum de fotos, el cual comencé a ojear aprovechando que nadie me veía. Las fotos eran bonitas, en ellas se veía a una pareja de enamorados muy felices. Yo no entendía qué era eso de estar “enamorado”, pero si sabía reconocer cuando alguien lo estaba, y en esas fotos era fácil darse cuenta de lo mucho que se querían esos dos- Es una lástima que el joven amo haya cambiado tanto –escuche una voz a mi espalda, sobresaltándome y abrazando el álbum en un intento desespera por esconderlo.
- E-eh, yo… jeje, lamento estar de fisgón, solo me llamo la atención el álbum y… con lo que describía la información de la misión sobre lo que paso… –me disculpe mientras volteaba lentamente, encontrándome cara a cara con el mayordomo, el cual me miraba con su típica expresión tranquila y amable. En todo lo que llevaba allí no lo había visto cambiar esa expresión para nada, más que la vez en que llego y me vio con la señorita abrazada a mi pecho, el día del ataque.
- No se preocupe joven, es normal que sienta curiosidad por saber lo que paso –el hombre se acercó a mí y tomo el álbum, abriéndolo y comenzando a pasar una a una sus páginas, mostrándome todas las fotos que había de la pareja- En verdad el joven amo era un gran hombre, desde hacía solo unos meses conocía a la señorita, pero eso fue suficiente para que su buena actitud y forma de ser la enamoraran. No sé cómo paso, pero luego de solo dos meses de relación se las arregló para convencer a los padres de la señorita para que se casaran. Todo iba bien hasta ahí, los problemas vinieron luego… –la expresión del hombre paso por un segundo a ser una de desilusión, cerrando el álbum y dejándolo dentro de la caja- El joven amo, apenas la boda fue realizada, cambio completamente su forma de ser, ya no era para nada tierno y bueno con la señorita, solo se la pasaba abusando verbalmente de ella, hostigándola y hundiendo su autoestima cada vez más y más. Al final, la gota que rebalso el vaso fue cuando volvió una noche, muy tarde, borracho y con una mujer de esas que viven de la noche. La señorita quedo destrozada e inmediatamente pidió el divorcio, y bueno, el resto de la historia usted ya la conoce –la mirada del hombre se ensombreció, en verdad parecía dolerle traer esos recuerdos de vuelta.
- Lamento haberme metido, no debí… ¡! –el repentino sonido de una explosión proveniente de planta me hizo callar, abriendo mi ojo izquierda de golpe mientras la pupila se encogía- No puede ser… –mire al mayordomo y este asintió, llamando luego a las mucamas para que se tranquilizaran y dándoles la orden de quedarse allí mientras yo iba a ver que sucedía, aunque era obvio lo que estaba pasando- ¡Mierda! ¡Mierda, mierda, mierda! –iba gritando mientras bajaba las escaleras a los saltos, llegando la planta baja de la mansión para ver cómo, tendida en las escaleras y con varios cortes superficiales en el rostro, la señorita intentaba levantarse. Frente a ella, a unos escasos metros, el mismo sujeto que había visto en las fotos se encontraba parado frente a la puerta principal de la casa, la cual había sido explotada. A sus lados había cuatro sujetos más, todos con un símbolo de gremio visible en sus frentes, pero de ningún gremio legal que recordara.
- Vamos Elizabeth, muérete por las buenas y déjame tu herencia, así todos nosotros saldremos felices de aquí y sin tener que ensuciarnos las manos con tu sangre –decía aquel sujeto, muy tranquilo parado entre aquellos magos. Apreté los puños mientras me acercaba a la mujer, tomándola en mis brazos para comprobar las heridas que tenía. Eran varios golpes y contusiones, pero estaría bien. Entonces de lo único que debía ocuparme, era de ese grupo de escorias humanas
Alex Zeik- Rango A
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Fecha de inscripción : 02/08/2015
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Re: Convivencia y protección [Misión Rango C]
Ver a la señorita así me hacía arde de rabia, las ganas que tenía de matar a quien le había hecho eso incrementaban con cada segundo que observaba las heridas que tenía por todo el cuerpo- Oye, no me digas, ¿Tú eres el mago que estaba de protección para Eli? Venga ya, ¿Y por este tomamos tantas precauciones? Shadow es un cobarde –decía el que reconocía como el marido de la señorita, acercándose a mí y tomándome por el cabello, obligándome a levantar la cabeza y mirar hacia arriba- Pero si eres un tuerto inútil ¿Quién fue tan idiota de mandarte a cuidar a esta zorra? ¡Greed! –llamo, haciendo que uno de sus guardaespaldas se adelantara y con cuatro disparos certeros me hacía incrustar en la pared junto al sillón, colocando con cada uno un grillete en mis manos y piernas respectivamente, los cuales me mantenían fijo a la pared y sin poder moverme.
- Escoria… –susurre al momento de notar mis manos apresadas por esos grilletes de hierro, al parecer el tal Greed se podía manejar bien con el hierro ¿Sería un mago elemental? Era lo más probable.
- ¿Cómo me dijiste? –pregunte el idiota líder del grupito, acercándose a mí y golpeándome con un puñetazo directo al estómago- ¿Tú tienes idea de donde estas metido? Esa zorra de allí es asquerosamente rica, y tiene un testamento que no puede invalidar hasta dentro de una semana ¡Si la mato antes me quedo con todo lo que tiene! ¡Un tuerto como tú jamás entendería los placeres del dinero! –que me recordara cada dos frases el hecho de que llevaba un parche me molestaba, en especial porque en lo que llevaba viviendo allí nadie había hecho un comentario sobre ello, pero mucho más me molestaba la forma en que se refería a la señorita.
En un momento como ese no podía dejar de recordar las palabras del mayordomo, como me describía la forma de ser del marido de la señorita y como había cambiado. No podía dejar de pensar en lo mucho que tuvo que sufrir la mujer al percatarse de que fue engañado de una manera tan cruel- Os voy a matar… –susurre, encendiendo tanto mis brazos como mis piernas hasta las rodillas en llamas negras muy intensas, las cuales lentamente fueron tomando una leve tonalidad azul en los bordes.
- ¿Qué has dicho? –me pregunto el sujeto, tratando de intimidarme al tiempo en que veía mi fuego encenderse- ¡Jajajaja! ¡Son grilletes de hierro chico, un simple fueguito no podrá romperlos! –cada una de sus palabras no hacían más que molestarme más y más, llegado al punto en que comencé a apretar los dientes con fuerza para contener las ganas de estallar.
- Las mías no son llamas normales, basura… –susurre mientras las llamas de mis manos y pies se hacían cada vez más y más intensas, poniendo al rojo vivo los grilletes- ¡Os matare! –grite al tiempo en que hacía fuerza para romper los grilletes, aterrizando en el suelo al ya no estar siendo sujetado por estos. A una gran velocidad me acerque al sujeto que me había atrapado con los grilletes, sorteando al idiota del exmarido de la señorita, a él lo dejaría para el final- ¡Tú iras primero! –al llegar frente a él, las llamas que cubrían mis puños tomaron la forma de garras, tras lo cual impacte mi puño derecho directo en el rostro del mago, elevándolo varios metros en el aire y haciéndolo atravesar la pared junto a la puerta por la fuerza del impulso. Y no termine allí. Aprovechando lo cercan que estaban uno de otro, impacte mi puño izquierdo en el estómago de otro de los magos, causando una explosión que lo mando a atravesar la pared al otro lado de la puerta y salir disparado hacia afuera. Dos menos, solo quedaban cuatro.
- ¡Pequeñajo del demonio! –luego de dar el segundo golpe, quede levemente reclinado hacía adelante, aún con el puño apuntando hacia donde había salido disparado aquel mago. Aprovechando esa posición, otro de los magos extendió su palma hacía mí, soltando un chorro de arena a presión bastante potente. Sorprendido por el ataque, lo único que pude hacer fue anteponer mis antebrazos al golpe, afirmarme y recibirlo. El impacto fue duro, pero me mantenía firme en mi lugar, quizás deslizándome unos centímetros hacía atrás pero no más que eso. Cuando el ataque termino, aquel mago miro con horror como yo aún me encontraba en pie- ¡Deberías estar muer… ¡Ugh! –hice que callara con una patada ascendente directo al estómago, la cual, al estar mis piernas aún cubiertas de llamas, quemo sus ropas hasta llegar a la carne, dejándole quemaduras de tercer grado en esa zona. Atento, di un salto para elevarme en el aire y esquivar dos rayos que venían en mi dirección, pero por lados contrarios, dejando que chocaran donde se suponía que debía estar yo. Estando en al aire incremente la intensidad de las llamas de mi piernas, preparando mi siguiente técnica- ¡Renryū no Hane! -grite, dando un giro rápido y lanzando dos patadas, una en dirección a cada mago. Al momento de dar las patadas, las llamas que cubrían mis piernas se despegaron de estas, formando dos cuchillas de fuego que avanzaron a gran velocidad hasta ambos magos, que seguía inmóviles al no poder desactivar sus técnicas a tiempo. El golpe los impacto de lleno, dejándolos inconscientes en un pequeño cráter que se formó en el suelo tras la explosión.
Aterrice de nuevo en el suelo y mire alrededor, solo quedaba un sujeto en pie- Imposible… ¿¿Cómo un pendejo tuerto pudo acabar con mis custodias?! –pregunto el tipo a la nada, gritando por la frustración que le representaba el estar siendo derrotado por mí, además de perdiendo la fortuna por la que tanto había trabajado para conseguir.
- Cállate ¿Quieres? –al momento me pare frente a él, colocando mis brazos a los lado de mi cuerpo y comenzando a acumular más y más llamas en ellos. Luego de unos segundos, las llamas fueron tomando la forma de dos cabezas de dragón con ojos rojos, una en cada puño- Renryū no… –ante la mirada de miedo y desesperación del sujeto, corte el espacio que no separaba, impactando mi puño izquierdo en su estómago en un gancho ascendente que, con la explosión sumada a mi fuerza, termino por incrustarle muy duramente en la pared. Pero allí no terminaba la cosa, pues apenas vi a la altura que había quedado di un salto, poniéndome a su misma altura y acercándome rápidamente a él- …Hitokuchi!! –grite, al tiempo en que impactaba mi puño derecho en el estómago del sujeto y por la fuerza del golpe, más la nueva explosión, destrozaba la pared a su espalda y lo hacía incrustarse en el suelo del jardín, medio muerto.
Una vez confirme que todos estaba inconscientes, ninguno muerto lamentablemente, me acerque a la señorita y la toma en mis brazos, levantándome para salir corriendo hacía el hospital de la ciudad.
Al día siguiente la señorita ya se encontraba mejor, afortunadamente las heridas solo habían sido superficiales. El exmarido termino tras las rejas, al igual que los magos que lo ayudaron, abriéndose una nueva investigación para averiguar a cual gremio pertenecía esa marca que llevaban.
Las cosas terminaron bien, yo pase obviamente a saludar a la mujer antes de volver al gremio, pues al haber eliminado la amenaza la misión estaba cumplida y solo me quedaba eso, volver, pero no sin antes tomar una última taza de té con la señorita y el mayordomo. Aunque quizás un día volvería a verlos, ¿Quién sabe?
- Escoria… –susurre al momento de notar mis manos apresadas por esos grilletes de hierro, al parecer el tal Greed se podía manejar bien con el hierro ¿Sería un mago elemental? Era lo más probable.
- ¿Cómo me dijiste? –pregunte el idiota líder del grupito, acercándose a mí y golpeándome con un puñetazo directo al estómago- ¿Tú tienes idea de donde estas metido? Esa zorra de allí es asquerosamente rica, y tiene un testamento que no puede invalidar hasta dentro de una semana ¡Si la mato antes me quedo con todo lo que tiene! ¡Un tuerto como tú jamás entendería los placeres del dinero! –que me recordara cada dos frases el hecho de que llevaba un parche me molestaba, en especial porque en lo que llevaba viviendo allí nadie había hecho un comentario sobre ello, pero mucho más me molestaba la forma en que se refería a la señorita.
En un momento como ese no podía dejar de recordar las palabras del mayordomo, como me describía la forma de ser del marido de la señorita y como había cambiado. No podía dejar de pensar en lo mucho que tuvo que sufrir la mujer al percatarse de que fue engañado de una manera tan cruel- Os voy a matar… –susurre, encendiendo tanto mis brazos como mis piernas hasta las rodillas en llamas negras muy intensas, las cuales lentamente fueron tomando una leve tonalidad azul en los bordes.
- ¿Qué has dicho? –me pregunto el sujeto, tratando de intimidarme al tiempo en que veía mi fuego encenderse- ¡Jajajaja! ¡Son grilletes de hierro chico, un simple fueguito no podrá romperlos! –cada una de sus palabras no hacían más que molestarme más y más, llegado al punto en que comencé a apretar los dientes con fuerza para contener las ganas de estallar.
- Las mías no son llamas normales, basura… –susurre mientras las llamas de mis manos y pies se hacían cada vez más y más intensas, poniendo al rojo vivo los grilletes- ¡Os matare! –grite al tiempo en que hacía fuerza para romper los grilletes, aterrizando en el suelo al ya no estar siendo sujetado por estos. A una gran velocidad me acerque al sujeto que me había atrapado con los grilletes, sorteando al idiota del exmarido de la señorita, a él lo dejaría para el final- ¡Tú iras primero! –al llegar frente a él, las llamas que cubrían mis puños tomaron la forma de garras, tras lo cual impacte mi puño derecho directo en el rostro del mago, elevándolo varios metros en el aire y haciéndolo atravesar la pared junto a la puerta por la fuerza del impulso. Y no termine allí. Aprovechando lo cercan que estaban uno de otro, impacte mi puño izquierdo en el estómago de otro de los magos, causando una explosión que lo mando a atravesar la pared al otro lado de la puerta y salir disparado hacia afuera. Dos menos, solo quedaban cuatro.
- ¡Pequeñajo del demonio! –luego de dar el segundo golpe, quede levemente reclinado hacía adelante, aún con el puño apuntando hacia donde había salido disparado aquel mago. Aprovechando esa posición, otro de los magos extendió su palma hacía mí, soltando un chorro de arena a presión bastante potente. Sorprendido por el ataque, lo único que pude hacer fue anteponer mis antebrazos al golpe, afirmarme y recibirlo. El impacto fue duro, pero me mantenía firme en mi lugar, quizás deslizándome unos centímetros hacía atrás pero no más que eso. Cuando el ataque termino, aquel mago miro con horror como yo aún me encontraba en pie- ¡Deberías estar muer… ¡Ugh! –hice que callara con una patada ascendente directo al estómago, la cual, al estar mis piernas aún cubiertas de llamas, quemo sus ropas hasta llegar a la carne, dejándole quemaduras de tercer grado en esa zona. Atento, di un salto para elevarme en el aire y esquivar dos rayos que venían en mi dirección, pero por lados contrarios, dejando que chocaran donde se suponía que debía estar yo. Estando en al aire incremente la intensidad de las llamas de mi piernas, preparando mi siguiente técnica- ¡Renryū no Hane! -grite, dando un giro rápido y lanzando dos patadas, una en dirección a cada mago. Al momento de dar las patadas, las llamas que cubrían mis piernas se despegaron de estas, formando dos cuchillas de fuego que avanzaron a gran velocidad hasta ambos magos, que seguía inmóviles al no poder desactivar sus técnicas a tiempo. El golpe los impacto de lleno, dejándolos inconscientes en un pequeño cráter que se formó en el suelo tras la explosión.
Aterrice de nuevo en el suelo y mire alrededor, solo quedaba un sujeto en pie- Imposible… ¿¿Cómo un pendejo tuerto pudo acabar con mis custodias?! –pregunto el tipo a la nada, gritando por la frustración que le representaba el estar siendo derrotado por mí, además de perdiendo la fortuna por la que tanto había trabajado para conseguir.
- Cállate ¿Quieres? –al momento me pare frente a él, colocando mis brazos a los lado de mi cuerpo y comenzando a acumular más y más llamas en ellos. Luego de unos segundos, las llamas fueron tomando la forma de dos cabezas de dragón con ojos rojos, una en cada puño- Renryū no… –ante la mirada de miedo y desesperación del sujeto, corte el espacio que no separaba, impactando mi puño izquierdo en su estómago en un gancho ascendente que, con la explosión sumada a mi fuerza, termino por incrustarle muy duramente en la pared. Pero allí no terminaba la cosa, pues apenas vi a la altura que había quedado di un salto, poniéndome a su misma altura y acercándome rápidamente a él- …Hitokuchi!! –grite, al tiempo en que impactaba mi puño derecho en el estómago del sujeto y por la fuerza del golpe, más la nueva explosión, destrozaba la pared a su espalda y lo hacía incrustarse en el suelo del jardín, medio muerto.
Una vez confirme que todos estaba inconscientes, ninguno muerto lamentablemente, me acerque a la señorita y la toma en mis brazos, levantándome para salir corriendo hacía el hospital de la ciudad.
Al día siguiente la señorita ya se encontraba mejor, afortunadamente las heridas solo habían sido superficiales. El exmarido termino tras las rejas, al igual que los magos que lo ayudaron, abriéndose una nueva investigación para averiguar a cual gremio pertenecía esa marca que llevaban.
Las cosas terminaron bien, yo pase obviamente a saludar a la mujer antes de volver al gremio, pues al haber eliminado la amenaza la misión estaba cumplida y solo me quedaba eso, volver, pero no sin antes tomar una última taza de té con la señorita y el mayordomo. Aunque quizás un día volvería a verlos, ¿Quién sabe?
- Técnicas utilizadas:
- ► Nombre de la técnica: Garras del dragón del purgatorio (Renryū no Tsume)
► Descripción: Hechizo de combate cuerpo a cuerpo mediante el cual el usuario cubre sus brazos y piernas hasta las rodillas en llamas negras, las cuales toman la forma de garras de dragón, aumentando levemente el alcance de los golpes y tremendamente el daño de impacto de puñetazos, codazos y patadas, además de, obviamente, causar graves quemaduras en el objetivo y generar una pequeña explosión al contacto.
► Limitaciones: Puede usarse hasta dos turnos consecutivos, requiere uno de recarga.
► Activa/Pasiva: activa
► Nombre de la Técnica: Cuchillas del dragón del purgatorio (Renryū no Hane)
► Descripción: Hechizo de ataque a mediana y larga distancia. El usuario enciende sus piernas hasta las rodillas en llamas negras, tras lo cual procede a dar dos patadas al aire, liberando las llamas en forma de dos cuchillas que se precipitan a gran velocidad contra su objetivo. Al impactar generan una explosión que genera graves daños y quemaduras
► Limitaciones: Puede usarse hasta dos turnos consecutivos, requiere uno de recarga
► Activa/Pasiva: Activa
► Nombre de la técnica: Mordisco del dragón del purgatorio (Renryū no Hitokuchi)
► Descripción: Hechizo de corta y mediana distancia el cual, al utilizarlo, los antebrazos y puños del usuario se cubren de llamas negras de gran intensidad, las cuales toman la forma de la cabeza de un dragón de ojos rojos con la mandíbula abierta. El ataque se puede efectuar de dos maneras: La primera, golpeando al rival directamente, momento en el cual la mandíbula de la cabeza de dragón se cierra y genera una poderosa explosión que causa daños medios y quemaduras en el objetivo; y la segunda, en la cual el usuario lanza el puñetazo al aire y las llamas se despegan de su brazo, viajando a gran velocidad contra su objetivo, manteniendo la forma de la cabeza de un dragón y dejando una estela de fuego detrás. Al impactar generan el mismo efecto que al ser utilizadas en cuerpo a cuerpo.
► Limitaciones: Al activar esta técnica se pueden efectuar dos golpes/disparos, uno por cada brazo, y la misma no necesita ser lanzada de inmediato, sino que se puede esperar al menos un turno con la técnica activada pero sin utilizarla. Luego de este turno las llamas desaparecen. Requiere de dos turnos de recarga antes de volver a utilizarse.
► Activa/Pasiva: Activa
Alex Zeik- Rango A
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Fecha de inscripción : 02/08/2015
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