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Mensaje por Alex Zeik Lun Sep 21, 2015 4:46 pm

Especificaciones de misión:

La semana de vacaciones que me dio Sting ya había terminado, y como era obvio, no tarde más de unos minutos luego de pisar el gremio de nuevo en tomar una misión del tablón y salir a cumplirla. El maestro me miro mal al llegar a su despacho con el papel de la misión en la mano, pero ya no se podía quejar, había hecho caso a su consejo y ahora que estaba de vuelta no podía negarme una misión. Lo sonreí ampliamente al momento en que me dijo que podía partir rumbo a Magnolia y en menos de un segundo ya me encontraba corriendo por las calles de la ciudad, emocionado pues, aunque fuera una misión de entrega de un platillo, en esta se especificaba que podría toparme con monstruos al cruzar las planicies de camino a Crocus, posibilidad que ya de por si me emocionaba.

Como la misión tenía un tiempo límite para ser cumplida, me vi en la horrible obligación de subirme al tren para llegar más rápidamente a Magnolia. Sufrí de los peores mareos durante todo el viaje, recostado sobre el asiento y tratando de mantener mi desayuno donde debía estar. No sé cuánto tiempo tardamos en llegar, pero se me hizo eterno. Cuando finalmente el tren freno, salí disparado fuera de este, me pare a mitad de la estación y di grandes bocanadas de aire, tratando de quitarme el horrible mareo que aún tenía encima. Luego de unos pocos minutos el mundo dejo de darme vueltas y pude seguir mi camino, internándome en las calles de la ciudad en busca del restaurante que había solicitado un mago para la entrega del platillo. No tarde mucho en encontrarlo, pues se localizaba en una zona bastante céntrica de la ciudad. Ingrese por la puerta principal y fui recibido de una forma... no muy normal.

- ¡Piensa rápido niño! -un grito me hizo ponerme en guardia, actuando por puro reflejo logre atrapar una caja medianamente grande que había sido aventada contra mí. Confundido, hice la caja a un lado y busque una explicación en la mirada del sujeto que había gritado: Un hombre de apariencia robusta, vestido con el típico traje de cocinero con gorro alto y todo, además de un espeso bigote que prácticamente le tapaba la boca- ¡Eres el mago que mando Sabernoseque, ¿Cierto?! -me pregunto, pero antes de que pudiera siquiera intentar responder este curioso hombre volvió a hablar a los gritos- ¡Pues llegas tarde! ¡Tienes hasta la noche para entregar el platillo al rey en Crocus y es casi medio día! ¡Vete de aquí de inmediato! -el extraño acento con el que me hablaba apenas me dejaba entender algo, pero pude captar el mensaje así que asentí y me dispuse a irme a toda velocidad de allí, enfilándome hacía las puertas de la ciudad con la caja en mis manos.

Y así comenzó mi carrera contra reloj para llegar a Crocus antes de las diez de la noche, hora a la que sería la cena según me había informado Sting. Debía de llegar antes de esa hora o la misión se daría como fallida, y eso no lo podía permitir- Piernitas para qué las quiero -dije al aire mientras corría a todo lo que me daban las piernas, impulsándome con ocasionales mini-explosiones de fuego en las plantas de mis pies para ir aún más rápido. Estaba muy lejos y si no le metía velocidad al asunto, no llegaría a tiempo.


Última edición por Alex Zeik el Miér Sep 23, 2015 2:30 pm, editado 1 vez
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Comida Express [Misión Rango D] Empty Re: Comida Express [Misión Rango D]

Mensaje por Alex Zeik Mar Sep 22, 2015 1:18 am

Me movía a toda la velocidad que mis piernas me permitían, saltando de tejado en tejado por las casas de la zona residencia de Magnolia hasta finalmente llegar a la entrada de la ciudad, atravesando esta sin darme tiempo de siquiera mirar atrás, pues iba por demás apurado. Salí de la ciudad y casi inmediatamente me adentre en el bosque, sorteando los árboles como podía y manteniendo una velocidad elevada pero sin querer llegar a extremos, pues con tantos obstáculos de por medio lo que menos quería era chocar con alguno, o tropezarme, y arruinar el platillo de la forma más estúpida- Me mataran si lo hago -dije al aire mientras continuaba corriendo, pasando entre árbol y árbol, siempre buscando aquella abertura que me ahorrara la mayor cantidad de tiempo posible. Tenía poco más de diez horas para llegar de  Magnolia a Crocus, un reto bastante interesante.

Luego de pasar cerca de una hora corriendo finalmente salí del bosque, llegando a una enorme planicie cubierta de césped no muy largo, un lugar perfecto, a mi criterio, para tirarse a dormir disfrutando de la tranquilidad que había, pero lamentablemente, por obvias razones, no podía hacerlo. Me sentía extrañamente tranquilo mientras corría por la enorme planicie, sujetando la caja frente a mí con ambas manos y moviendo mis piernas lo más rápido que podía, ya más tranquilo pues al salir del bosque la cantidad de obstáculos que me podrían hacer caer se redujo tremendamente.

La planicie seguía y seguía, ya hasta comenzaba a pensar que era eterna a pesar de saber que no era así, pues según el mapa que había leído de camino al restaurante la ciudad de Crocus estaba al otro lado de esa planicie, lo que significaba que en algún punto debía de terminar, justo donde comenzaba la capital de Fiore. Mire arriba por un segundo y lo único que se veía en el horizonte era más y más planicie, en verdad terminaría muy cansado después de ese viaje- Y en especial con esta caja así -los brazos ya comenzaban a molestarme por llevar la caja de aquella manera, así que aproveche y, sin frenarme, toma la soga que recién me percataba que tenía la caja y me la colgué a la espalda como si de una mochila se tratase, ayudándome así a tener una mejor posición para correr y mayor equilibrio- Mucho mejor -dije a la nada mientras continuaba corriendo, deseando internamente que la resistencia me diera para llegar a Crocus a tiempo.

Los minutos pasaban y lentamente se iban convirtiendo en horas, cuando quise darme cuenta el sol ya indicaba que eran más de las cinco de la tarde y yo aún no veía otra cosa en el horizonte que no fuera planicie, planicie y más planicie- Buff, moriré antes de llegar allí -si no estaba traspirando era porque bueno, era prácticamente imposible para mi hacerlo, pero si no fuera por eso ya estaría empapado en traspiración. El sol golpeaba duro y, aunque no sintiera calor por estar acostumbrado a las altas temperaturas, si resultaba molesto a la hora de ver al camino frente a mí, más aun sumando el hecho de que solo veía con un ojo lo que se me ponía en frente.

Lo minutos pasaban cada vez más lentamente y la respiración poco a poco se me iba agitando, señal de que estaba llegando paso a paso a los límites de mi resistencia a pesar de que aún no podía ver Crocus en el horizonte, un muy mal augurio- No me puedo creer que este tan lejos -decía entre pequeños jadeos de cansancio, ya pensando en que tendría que recurrir a una forma de moverme mucho más rápido si quería llegar a tiempo. Pero claro, esa otra forma que podía usar... no era precisamente una en la que me gustara que me vieran, así que me esperaría a que el sol comenzara a bajar para usarla.


Última edición por Alex Zeik el Miér Sep 23, 2015 2:31 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Alex Zeik Miér Sep 23, 2015 3:26 am

El entrenamiento que había llevado desde pequeño era infernal, y nunca mejor dicho. Persecuciones de semanas, hasta meses; batallas de la nada, meses y hasta años enteros de supervivencia solo a mitad de la nada, en las zonas más vacías y solitarias del infierno, donde ni el alma en pena más triste iba a pasar su eternidad de sufrimiento. Papá era muy exigente conmigo, y aunque yo no lo supiera y en más de una ocasión lo odiara por ello, todo lo que me hacía pasar era por mi bien, para enseñarme los principios que un día me servirían para moverme y sobrevivir en el mundo de los vivos. Solo una vez que termine esa etapa del entrenamiento pude entender todo lo que quiso y logro enseñarme durante todos esos años de pasarlo de la peor manera posible. Eran métodos extremos, de eso no había duda, pero también efectivos. Salí de allí conociendo de cerca lo que era la muerte y conociendo bien mis habilidades, sin temor a nada y con la certeza de que, aunque hubiera seres mucho más fuertes que yo, no era imposible alcanzarlos solo porque me lleven una pequeña ventaja. Salí sabiendo por investigación propia y observación lo fundamental de la magia del Dragon Slayer del Purgatorio, por lo cual fue relativamente fácil luego que Kreinos me la enseñara. Solo relativamente, pues a pesar de conocer los principios de la magia después de tantos ataques de parte de mi queridísimo padre, eso no significaba que conocía todo de ella. El control de energía, la limitación a la hora de alimentar las llamas, saber la cantidad justa de oscuridad que necesita cada tecnica, todo era cuestión de muchísima práctica, y error tras error logre poco a poco aprender a dominar aquella magia mata dragones perdida. Decir que el día en que Kreinos me dijo que ya no había más que pudiera aprender estaba feliz es poco, me encontraba eufórico y lleno de orgullo, pero poco me duro pues el mismo día me aviso que debía de ir al mundo de los vivos, que mi estadía en el infierno ya no se podía extender más. Y bueno, lo demás es historia.

Teniendo tanto tiempo y camino que recorrer no pude evitar recordar todos esos días, días de sufrimiento y otros de enorme alegría, como la primera vez que logre hacer un rugido. Recuerdo que esa vez no lo logre, sino que el viejo había soplado una pequeña esfera de fuego que se fusionó con mi mísero rugido, haciéndolo crecer y aparentando que yo lo había hecho. En el momento no me di cuenta y salte por todos lados al ver el resultado de mi entrenamiento, pero luego de tantos años vividos y con experiencia adquirida era fácil deducir lo sucedido ese día, aunque tampoco iría a reclamárselo al viejo en ese momento, después de tantos años ese detalle ya no era importante, después de todo solo lo hacía para que mi confianza en mí mismo aumentara, y funciono muy bien, pues al siguiente intento ya pude rugir sin su ayuda. No era el mismo rugido, pero si uno mucho más aceptable que los que había hecho antes. Algo que debía de reconocer de mi viejo era que, si bien sus métodos no eran para nada convencionales, el condenado siempre obtenía los resultados que deseaba. De un forma o de otra se salía con la suya, condenado vejete.

Cuando menos me lo esperaba un potente rugido me saco de mis cavilaciones, enviándome de nuevo a la realidad, y la realidad era que una extraña clase de lobo se me estaba acercando a toda velocidad y de frente, con la mirada fija en mi- Al fin algo de acción, me dijeron que había monstruos por aquí pero esperaba que no tardaran tanto en aparecer -sonreí ampliamente, emocionado por estar cerca de un buen combate, pero un segundo después mire arriba, notando que el sol ya estaba dando sus últimos rayos de luz antes de desaparecer en el horizonte. Debía de ser tarde ya, como mínimo las siete, y el platillo debía estar para las diez frente al rey. No tenía opción, aunque me molestara la idea de escapar de un combate, debía de seguir con mi camino. Pero claro, el lobo no aceptaría un no por respuesta- Venga lobito, veamos qué tan rápido eres -dije de forma desafiante, mirando los ojos inyectados de rabia del animal mientras este saltaba para acercar su mandíbula a mi cara e intentar triturar mi cabeza entera con sus fauces. Para su mala suerte, reaccione a tiempo para quitarme una de las sogas que mantenían la caja en mi espalda, tomándola con una mano y pasándola al frente mientras me agachaba y de un rápido movimiento de pies daba una vuelta y dejaba pasar de largo al animal, que furioso se apuró a volver a confrontarme, pero para eso debería de alcanzarme- ¡Lo siento, lobito, tengo un paquete que entregar y voy tarde! -le grite a lo lejos, mientras volvía a ponerme la soga que se ataba a la caja cual correa de mochila y continuaba mi camino, pudiendo ver ya, muy a lo lejos, el castillo.
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Mensaje por Alex Zeik Miér Sep 23, 2015 2:28 pm

Luego del pequeño encuentro con el lobo, que en ese momento se encontraba a mis espalda, esperando que me frenara un poco para atacar, me sentía mucho más motivado por llegar al castillo. Bueno, tener un lobo pisándote los talones siempre animaba a correr, pero más me motivaba el hecho de poder ver ya, aunque fuera a los lejos, el castillo real en la ciudad de Crocus. Eso significaba que estaba cerca, y que la condenada planicie no era infinita como ya comenzaba a pensar. Tenía un final, y ese era el comienzo de la ciudad capital de Fiore.- Venga, ya queda poco -me alentaba a mí mismo a continuar, o a mis piernas a no ceder, pues las pobre ya hacía rato había comenzado a quejarse por el cansancio después de haber recorrido un tramo tan largo desde Magnolia. Necesitaba frenarme, pero eso lo haría al llegar, que según donde estaba la luna ubicada no me quedaría demasiado tiempo. Era el último esfuerzo y rogaba internamente que mis piernas supieran aguantarlo. Caer estando tan cerca... no, eso no podía pasar.

Al lobo que me perseguía poco a poco se le iban sumando más criaturas: Lagartos, aves carroñeras, serpientes de enorme tamaños y más lobos, todas esas bestias iban tras de mí, tratando de alcanzarme y devorar lo que llevaba en la caja, además de a mi claramente. Quienes más me preocupaban eran los lobos, pues de todos los animales que había a mis espaldas eran los más rápidos y los únicos que veía con posibilidades de alcanzarme si bajaba aunque sea un poco la velocidad o llegaba a tropezarme. Me estaban dejando con una única opción y, con la luna ya bastante instalada en el cielo, esta me brindaba la oscuridad justa y necesaria para hacer lo que estaba pensando en hacer desde hacía ya un par de horas, pero que debía de esperar a que la noche me diera el camuflaje de la oscuridad para actuar.- Hora de la función -pensé mientras me iba quitando la caja de la espalda, sosteniéndola frente a mi mientras lentamente y con mucho cuidado me quitaba también la chaqueta y la remera, arreglándomelas como podía para no dejar de correr ni bajar la velocidad- Al menos así no perderé la ropa -dije a la nada mientras de mi espalda surgía un enorme par de alas, con escamas negras y un patrón en el centro de cada una de escamas amarillas, las cuales hubieran destrozado mi ropa si no me la quitaba antes- ¡Oigan! -les grite a las bestias que me perseguían, agitando levemente las alas para comenzar a despegarme del suelo- Este será nuestro secreto ¿Okey? -voltee un segundo y les guiñe el ojo a los lobos que estaban más cerca de alcanzarme, girando de nuevo para acomodarme y volar en línea recta hacía el castillo, dejando a todas aquellas bestias atrás.

Mire al frente y sonreí, hacía mucho tiempo que no tenía la oportunidad de usar mis alas y en verdad extrañaba volar, surcar el cielo cual ave, sentir como el viento me acomodaba el cabello como quería- Cof* Cof* ¡Puaj! ¡Qué asco! Cof* Cof* -oh, y también los insectos que se me ponían en frente y tenían la maldita costumbre de meterse en mi boca, dejándome un sabor horrible al masticarlos por accidente. Bueno, volar tenía sus ventajas y desventajas, pero lo prefería mil veces a caminar. Lamentablemente me veía limitado a mostrar mi alas cuando nadie podía verme, pues sabía que una persona con alas... no era precisamente algo normal, y tampoco quería armar alboroto en el gremio ni estar recibiendo mil preguntas de "¿Como las conseguiste? ¿Naciste con ellas? ¿Te duele al hacerlas aparecer?". No me gustaban los interrogatorios, así que prefería dejar ese detalle en secreto para todos, o bueno, para la mayoría. Los únicos que sabían de mis alas eran Sting, Rogue y Olga, básicamente porque en un entrenamiento se me escaparon al salir disparado tras un golpe de este último. Tuve que insistir mucho para que las preguntas cesaran, logrando que me dejaran tranquilo y llegando a un acuerdo de que no le dirían a nadie sobre esa curiosa característica, a menos que yo se los permitiera.

En fin, era un secreto y eso era todo, nadie podía saber de ellas así que tuve que ingeniármelas para no ser visto las noches que salía a dar un vuelo nocturno, aunque en más de una ocasión llego algún aldeano al gremio, asustado por haber visto una sombra demoniaca surcar el cielo cerca de su casa. Bueno, no podía tener un sigilo perfecto y mucho menos controlar mi sombra, no era como el emo de Rogue.
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Mensaje por Alex Zeik Jue Sep 24, 2015 12:21 am

Descubrí mis alas a una corta edad, bajo otro de los tantos desafíos que me puso el viejo para que aprendiera a sobrevivir ante cualquier situación. ¿Que era aquella vez? Aprender a volar, literalmente, si no lo lograba iría a parar al fondo de uno de los abismos más profundos del infierno. Era curioso, porque por aquellos días no me había enseñado nada de la magia de Dragon Slayer, pero igualmente fui capaz de materializar las alas. Bueno, quizás fue solo por un reflejo, un instinto de supervivencia que me gritaba "No puedes morir así", y lo obedecí, no morí. No recuerdo casi nada de ese momento, solo que estaba cayendo, cayendo y cayendo hasta que finalmente vi el fondo del abismo que me esperaba, repleto de almas que vagaban de un lado a otro, perdidas en la inmensidad del abismo y de la misma eternidad. Muchas de esas almas, desesperadas, me sintieron acercarme y calcularon donde iba a caer. Todas me esperaban en ese punto, deseosas de probar la carne de un vivo, de devorar mi alma en busca de quedarse con mi vida y salir del infierno con ella. Recuerdo que tenía miedo, mucho miedo, pero que en todo ese miedo podía escuchar algo, algo que me decía que todo estaría bien, que solo debía quitarme el parche y sobreviviría. Yo era pequeño, le había prometido a mi padre que jamás me lo quitaría por más de veinte minutos, y como no había veinte minutos de caída decidí hacer caso. Me quite el parche, lo sostuve con fuerza en mi mano derecho y espere el momento de chocar, cubriéndome la cabeza con ambos brazos. En ese momento lo único que quería era vivir, era poder salvarme, pero ver todos esos demonios esperando por mí solo me llevaba a pensar que mi vida acabaría allí, a tan corta edad. De pronto todo se volvió oscuridad y cuando abrí los ojos de nuevo ya estaba en el suelo, sentado, abrazando mis rodillas en el centro de una multitud de demonios que formaban una ronda a mi alrededor y me miraban, pero no atacaban, solo me observaban y se alejaban de cada movimiento que hacía. Cuando mire atrás ya tenía mis alas, y del cielo bajaba lentamente el viejo, mirándome con una disimulada sonrisa en sus enorme fauces.

Era todo lo que recordaba de aquel día, solo sabía que a partir de entonces pude usar mis alas siempre que quería, sin limitaciones ni nada, como si no consumieran magia para nada a pesar de ser fruto de la magia de Dragon Slayer que aprendí a manejar posteriormente. Se podía decir que fue el primer hechizo que aprendí, y de los más extraños de todos, junto con otro que también era muy... de ese estilo, raro, pero muy útil también- Aunque lo otro no suelo utilizarlo tanto -eso también era cierto, en comparación con las alas el segundo hechizo que aprendí lo usaba muy poco, pero muy poco, solo en situaciones en las que en verdad lo necesitara y dependiera de ello para poder resolver. De eso sí que nadie sabía, ni Sting, ni Rogue, ni Olga, nadie más que yo y el viejo sabíamos de ese hechizo y en verdad prefería que se mantuviera así, al menos por el momento. Ese hechizo si traería muchas preguntas, quizás muchas más que el asunto de las alas, y quería ahorrarme preguntas que no quería ni podía responder.

- ¡Puaj! ¡¿Otra vez! -tan distraído iba que otro insecto se me metió en la boca, y mastique su horrible sabor amargo antes de escupirlo- ¿Cuánto quedara? -mire al frente y el castillo ya no estaba tan lejos, después de todo al ir volando se avanzaba mucho más rápido. No tardaría más de unos minutos en llegar, iba con el tiempo sobrado- ¡¿Pero qué...!? -una liana que apareció de la nada me hizo sobresaltar, sujetándome por la pierna y ejerciendo una gran fuerza para bajarme del cielo. No pude hacer mucho por seguir planeando y me deje llevar, anteponiendo mi cuerpo al suelo para que la caja no sufriera daños. El choque fue bastante bruto, pero no lo suficiente como para dejarme inconsciente ni mucho menos, pero si como para formar un pequeño cráter en la tierra donde impacte. Algo me había bajado de mi vuelo, y debía de encargarme de lo que sea que fuere antes de continuar, o si no corría con el riesgo de ser bajado de nuevo.
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Mensaje por Alex Zeik Jue Sep 24, 2015 2:29 am

Agh, menudo golpe me había dado, el cuerpo entero me dolía. La altura de la cual me habían derribado no era excesivamente grande, pero si a eso le sumabas el hecho de que literalmente me azotaron contra el piso bueno, el daño en si aumentaba bastante. Apoya una rodilla en el suelo y trate de levantarme, titubeando un poco por lo mareado que me encontraba aún. Tenía la vista borrosa, además de una cortina de polvo cubriéndome, así que era fácil imaginar lo poco que podía ver a mi alrededor. Me lleve una mano a la frente, sobándome un poco por el golpe, para luego bajarla y refregarme los ojos para, al abrirlos, tratar de enfocar mejor lo que había cerca mío. Vi la caja en el suelo frente a mí y sin muchas marcas de maltrato, así que la maniobra que hice mientras caía funciono bien, yo me lleve un buen golpe, pero la caja estaba casi perfectamente bien- Espero que el platillo no sea una sopa, que si no ya estará largando espuma -solté al aire mientras me acercaba a la caja, cojeando de una pierna, ignorando lo que había pasado y la razón por la cual había impactado el suelo en primera instancia. Estando allí parado, estaba siendo acechado.

Un centímetro antes de que mi mano tocara la caja me frene, agudizando el oído para tratar de reconocer aquel pequeño sonido que me había puesto en tensión. Ese sonido... eran patas- ¡Mierda! -me hice hacía atrás justo a tiempo para esquivar un lobo que me salto desde la izquierda, intentando aferrarse a mi brazo con su enorme mandíbula. Afortunadamente mi movimiento fue lo suficientemente rápido para que este pasara de largo, perdiéndose de nuevo en esa pared de polvo que se levantaba a mi alrededor. Apreté los dientes, cayendo recién en la cuenta de que me encontraba rodeado de todas aquellas bestias que, pensé, haber dejado muy atrás al volar con mis alas. Me acerque a la caja y me pare cerca de ella, con uno de mis pies a cada lado de la misma. Debía de proteger ese platillo a como diera lugar, si lo tocaban la misión fracasaba y todo el viaje que había hecho no habría servido de nada- ¡Vengan condenados bichos, aquí los espero! -inunde mis puños en llamas negras mientras esperaba, atento, el ataque de aquellos animales y monstruos que sabía que se encontraban rodeándome. El primero en intentarlo fue un lagarto, que se apareció frente a mi lanzándome un mordisco a la pierna derecha- ¿A dónde ibas tú? -de un puñetazo a la cabeza hundí al animal en el suelo, dejándolo fuera de combate y con leves quemaduras sobre las escamas- ¡Vamos, que no tengo toda la noche! -aquel grito si se lo tomaron como una llamada a la guerra, pude confirmarlo al escuchar luego los rugidos de distintos animales que resonaron a mi alrededor. Si, la cosa se pondría fea.

Uno a uno, de dos en dos, los animales salían de todos lados. La cortina de tierra parecía no querer irse jamás, como atentando contra mí al darles la ventaja de que no podía ver de dónde venían, solo concentrarme en sentir su presencia al acercarse. De nada me servían los ojos en una situación así, así que los cerré, dejándome guiar por el resto de sentidos que tenía desarrollados. El sonidos me decía que dos se acercaban por la espalda, la vibración del suelo que otro más grande venía por la derecha y el olor a veneno me indicaba que dos serpientes se acercaban reptando por el frente Eran un total de cinco y venían de todas las direcciones- Tsk -chasquee la lengua al terminar de contarlos, me faltaba un brazo o una pierna para poder con todos- Bueno, para la siguiente será ¡Renryū no...! -extendí ambos brazos a los lados, aumentando la intensidad de las llamas de cada mano antes de hacerlas chocar frente a mí- ¡... Kōen! -al momento de juntar ambas manos ya podía sentir una mandíbula rosarme el hombro izquierdo, sonreí de medio lado, ese se llevaría lo peor. Al chocar ambas manos se generó una explosión, la cual despejo el área unos metros a mi alrededor y mando por los aires a aquellos animales que intentaron atacarme. Entonces, con la pared de polvo dispersada por la explosión, pude ver cuál era la cantidad de enemigos que tenía- Wow -fue lo único que pude decir, eran muchos, quizás demasiados- Esto tomara mucho tiempo... tiempo que no tengo, así que... ¡Venga! ¡Que comience el juego! -no sabía dónde habían caído mi chaqueta y mi remera, que llevaba en mis manos al impactar, pero con la emoción que tenía por el combate tampoco me importaba mucho. Seguido de mis palabras otro rugido de guerra sonó y todos los animales que pudieron se lanzaron contra mí, anteponiendo garras y dientes. Yo como podía iba rechazándolos, utilizando sentidos que no sabía que tenía para calcular el momento justo dar el golpe y donde darlo. Rechazaba las mandíbulas extendiendo el brazo más cercano al animal y golpeando el costado de su cabeza, para las garras sujetaba la pata del animal y con ella la impulsaba en el lado contrario, aprovechando para quitarme de encima a otro que viniera por ese lado al hacerlos chocar. El suelo bajo mis pies ya comenzaba a vibrar por la cantidad de animales que se me acercaban, todos queriendo comerse lo que llevaba en la caja.

Los minutos pasaban y ya parecía que los animales no terminarían de llegar, pero pese a mi pesimismo logre mantenerme en pie y derrotar a todas las bestias que se me tiraron encima. Al final, el panorama se mostraba como una alfombra de animales noqueados, y yo en el centro de todo eso, parado firmemente en el lugar del cual no me había movido en todo el tiempo que pase allí. Estaba sudando por el cansancio, algo que pocas veces me pasaba. Mi respiración estaba muy agitada y mis manos, aún cerradas en puños, me dolían horrores. Todo mi torso, descubierto desde el comienzo del combate, estaba lleno de pequeñas cortadas y tajos de los fallos que cometí al defenderme de algunos ataques. El parche que cubría mi ojo derecho tenía unos pequeños cortes también, pero estos iban desapareciendo al no ser precisamente un parche "normal"- ¿Se terminó? -pregunte aparentemente a la nada, cayendo de rodillas y mirando al cielo estrellado mientras trataba de normalizar mi respiración. Mi pecho subía y bajaba muy rápidamente, demasiado- Si, creo que termino... -susurre, dejando que la brisa de la noche enfriara el sudor que cubría mi cuerpo y me diera un pequeño alivio.

De pronto, una explosión sonó detrás de mí y vi varios trozos de tierra volar, viniendo desde detrás. Suspire, eso aún no había terminado y según calculaba, me quedaba menos de una hora para estar en Crocus- Mas te vale... que esto sea rápido -dije, aún sin voltear a ver de qué bestia se trataba. Apoya un pie en el suelo y, ayudándome con las manos, me pare de nuevo, ya demasiado agotado pero a sabiendas de que debía de ganar un último combate para poder cumplir la misión. La cuestión era ¿Aguantaría otro combate más, y quedaría en condiciones para llegar al castillo a tiempo? Había que averiguarlo.

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Última edición por Alex Zeik el Jue Sep 24, 2015 4:57 am, editado 1 vez
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Mensaje por Alex Zeik Jue Sep 24, 2015 4:42 am

Me dolía el cuerpo entero, el mismo sudor hacia que me ardieran los cortes que tenía por todo el torso, las manos las tenía destrozadas después de tantos golpes dados. Pequeños hilillos de sangre brotaban de los cortes que tenía en los nudillos, muriendo en el suelo delante de mis pies. Mi respiración aún no se normalizaba, al igual que el ritmo de los latidos de mi corazón. En fin, resumiendo estaba muy agotado, pero todavía con un combate por delante. O bueno, en realidad a mi espalda, pues aún no había volteado a ver que me esperaba para luchar- Una lombriz, que sea solo una lombriz -rogaba para mis adentros, pero por la cantidad de tierra que voló por los aires luego de aquella explosión, definitivamente no se trataba de ninguna lombriz. Ya parado, con los brazos a los lados de mi cuerpo, miraba el camino que ya había recorrido para llegar hasta allí- Venga, que valga la maldita pena -me dije/ordene a mí mismo, dando un gran respiro antes de dar media vuelta y mirar de frente al animal, bicho o bestia que me faltaba derrotar antes de ir hasta el castillo de una buena vez.

Sentí pasar por un deja-bu al ver a lo que me tenía que enfrentar para seguir adelante, coincidencias como esa no podían ser al azar- ¿Qué pasa? ¿Vienes a vengar a tus primas de los campos de naranjas? -pregunte a la enorme planta carnívora que movía sus lianas de un lado a otro frente a mí, dejándome claro que había sido quien me bajo del cielo y azoto contra el suelo con una de ellas- Pues te espera el mismo destino, tengo prisa así que muere rápido -sí, para mí era fácil hablar, pero yendo a lo que era la realidad no estaba seguro de si las pocas fuerzas que me quedaba serían suficiente para acabar con ese vegetal gigante. No tenía todas las de ganar, pero si no lo intentaba jamás sabría el resultado. Ya había llegado hasta allí, para mí no había opción de volver atrás. Era seguir de frente o seguir de frente, el castillo estaba a solo una cosa verde con boca y lianas de distancia- ¡Adelante pedazo de brócoli súper desarrollado! -era curioso ver cómo, sin importar la raza u especia de a lo que le gritara, siempre entendían cuál era mi mensaje. Con unas pocas palabras le declaraba la guerra a cuanto enemigo se me ponía por delante, y sin importar qué fueran siempre terminaban atacando después de mi grito.

Esa planta no fue la excepción y, a pesar de ni siquiera tener oídos, se esperó a que mi grito terminara para lanzar una de sus lianas contra mí. Vi como esta se me acercaba a gran velocidad y encontré solo una solución a todo eso, pensando en la poca magia que me quedaba- Tsk -no me gustaba del todo lo que se me había ocurrido, pero era el único plan que me garantizaba tener el tiempo para llegar al castillo puntualmente. Tome la caja con mi mano derecha y la sostuve con fuerza mientras era golpeado por la liana, la cual me hubiera lanzado por los aires si no fuera por el hecho de que me sujete a ella al impactar. Agarrado a ella cual garrapata, me elevo varios metros por encima del cuerpo de la planta hasta que, en el momento justo, me solté, cayendo en trayectoria directa a la boca del enorme vegetal. Cerré los ojos al momento de entrar en sus "fauces", conteniendo todo el aire posible. La planta cerro la boca, conmigo ya dentro, y sello así el rápido final del combate- ¡Renryū no... -conteniendo todo el aire que pude, me prepare apuntando la boca hacía abajo- ...Hōkō! -grite al tiempo en que expulsaba de mi boca un potente rugido de llamas negras que inundo el interior de la planta que, desesperada por salvar la mayor parte de su cuerpo de ser quemado, abrió la boca, dejándome salir disparado de esta por la potencia retenida del rugido- ¡Luego terminaremos esta pelea! -grite mientras extendía las alas y, aprovechando el impulso del rugido, salía a toda velocidad rumbo al castillo. No sabía cuánto tiempo me quedaba, o si me quedaba tiempo, pero fuera como fuera debía intentar llegar lo más pronto posible.

Esa noche muchos de los ciudadanos de Crocus pensaron que había un meteorito negro cayendo en la ciudad, pero no, solo era yo ayudándome con mis llamas para acelerar la velocidad del vuelo. Apretaba los dientes ante el esfuerza de utilizar esas llamas, pues era mi última gota de magia la que estaba empleando para poder llegar a tiempo. La zona de entrega era la puerta de la cocina real, la cual daba con el patio trasero según tenía informado, así que hacía allí apunte y espere que pasara lo mejor. Hice desaparecer las alas y lo último que pude ver antes de caer inconsciente fue un muro de ladrillos con el cartel de "Cocina" en él, luego de eso vino el golpe y luego... nada.

- ¡Platillo! ¡Entregar! ¡Rey! ¡Crocus! -me levante de golpe, sobresaltado por lo que recordaba de antes de llegar a dormirme. Me senté en la cama en la cual me encontraba y mire alrededor, notando que estaba dentro de una habitación sencilla, pero fina a la vez. Con paredes blancas y limpias; piso de madera que brillaba con la luz del sol que se colaba por el ventanal que se encontraba a un lado de la cama en la que estaba recostado, una cama matrimonial de madera oscura, con un colchón grueso y suave; sabanas azules y mantas negras. Básicamente era una habitación bien cuidada, y que no cualquiera podía construir.

- Cálmese muchacho, todo está bien -una voz femenina me saco de mi estado de observación a la habitación, haciéndome voltear a mi izquierda para ver a una chica, de cabellos castaño claro, sentada en un pequeño taburete. A simple vista no debía tener más de 19 años, llevaba el típico traje de mucama y una pequeña jarra con agua apoyada en su regazo- El encargado de la cocina me pidió que le dijera que, a pesar de haber destrozado una de las paredes de la cocina, le agradecía haber traído sano y salvo, y a tiempo, el corte de carne que habían mandado a preparar al restaurante en Magnolia, y que no se preocupara que no le restarían nada de su pago de la misión por el incidente de la pared -ante las palabras de la chica solo pude soltar un largo suspiro de relajación, pero cuando quise estirar los brazos sentí una gran cantidad de pinchazos por todo el torso, notando recién entonces que tenía las manos y todo el torso vendado- ¡No se mueva! La heridas de su torso pueden ser pequeñas, pero dolerán si se mueve y no deja que sanen. Ahora recuéstese por un rato, que por la noche podrá volver a su gremio si así lo desea, por mientras, se queda quieto -trague saliva ante al aura atemorizante que tenía la chica y asentí, acurrucándome en la cama y tapándome hasta las orejas- Así me gusta, luego volveré a ver cómo va su recuperación -me dijo y se levantó del taburete, dirigiéndose a la puerta de la habitación para salir por esta y dejarme a mí solo con mis pensamientos.

- ¡Al fin puedo descansar! -y me dormi, ¿Qué otra cosa querría hacer? Me había pasado todo el día anterior corriendo y peleando, la misión ya estaba cumplida y ya solo me quedaba recuperar fuerza para ir a buscar mi paga y volver al gremio, disfrutar un rato de esa cómoda cama no estaba de más

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