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Una tarde tranquila... [Priv. Lyan]
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Una tarde tranquila... [Priv. Lyan]
Aquel era de los pocos días del mes en los que no me encontraba en el gremio, o fuera en alguna misión. Desde mi llegada a Sabertooth casi todo el tiempo lo pasaba fuera, cumpliendo cuanta misión pudiera, o en el gremio, entrenando con ayuda de Olga y el maestro, además de Rogue que se unía de vez en cuando. Entrenar con ellos tres era bastante difícil, seguirles el paso era casi imposible para mí, pero sabía que si no me esforzaba jamás los alcanzaría, así que ponía todo el esfuerzo en tratar de mantenerme a un buena ritmo. Obviamente nunca lograba alcanzar su nivel de entrenamiento, pero buscaba acercarme lentamente a ellos. Claro, todo eso era en los ejercicios normales, pero cuando tocaban combates de entrenamiento si debía de exigirme al máximo para que Olga no me noqueara con uno de sus rayos, o Rogue se apareciera en mi espalda y me noqueara de un golpe a la nuca. Esos si eran momentos de adrenalina, donde un pequeño error significaba despertar en la enfermería una hora después.
Pero bueno, me estoy desviando del tema principal: ¿Por qué no estaba de misión, o en el gremio? Pues, básicamente, por orden del maestro. Sting me obligo, literalmente, a darme un descanso de un día al menos, una semana de su recomendación. Según él me esforzaba demasiado y si seguía así, tarde o temprano terminaría colapsando por el cansancio y el estrés acumulados en mi cuerpo, algo que, por palabra propia, le había pasado de pequeño y no era nada bonito de experimentar. Decidí hacerle caso, aunque no es como si tuviera otra opción, y me fui del gremio por unos días a recorrer Fiore. ¿Mi primer destino? Onibus, ciudad en la que era famoso un bar exclusivo para magos el cual deseaba visitar.
Y eso me lleva a donde me encontraba en ese momento, en una tarde tranquila a la cual le quedaba al menos un par de horas antes de convertirse en noche, caminando por las calles de Onibus en busca del dichoso bar, pero sin éxito. Desde hacía ya casi una hora que había llegado a la ciudad y aún no lo encontraba, pese a haber pedido indicaciones, era incapaz de hallarlo. Llegados a ese punto comenzaba a sentirme bastante inútil, pues no encontrar un bar luego de haber pedido indicaciones ya varias veces no podía ser algo muy normal- Venga ¿En serio? -chasquee la lengua con molestia al doblar en una esquina y llegar, por enésima vez, al mismo callejón sin salida. Ya me había cansado de dar vueltas por la ciudad y que todas las indicaciones, sin importar lo atento que fuera al seguirlas, me terminaran llevando a ese lugar- ¿Qué demonios estoy haciendo mal? -solté al aire, frustrado, para luego sacar del bolsillo interior de mi chaqueta un mapa de la ciudad que había conseguido al llegar. Lo mire por un rato hasta que, de la nada, resonó el golpe de la palma de mi mano contra mi frente- Es que soy muy idiota -mi frente, roja por el golpe, se arrugo mientras yo soltaba un suspiro y daba vuelta el mapa, que había estado leyendo al revés. Si, al revés, tal era mi nivel de retraso.
Ya con el mapa como debía estar no tarde más de unos minutos en llegar al condenado bar que tanto había estado buscando. Era grande a simple vista, de tres pisos de altura, y en la puerta doble de madera un sujeto de seguridad se aseguraba que todo el que entre allí pudiera utilizar la magia haciendo uso de un pequeño medidor: Una pulsera que se conectaba mediante un fino tuvo hasta lo que parecía ser una de esas máquinas de feria que medían tu fuerza. Tenía varios niveles, desde "Menos que novato" hasta "Posible mago santo", el nivel más alto del medidor. Me acerque a la puerta a paso lento pero decidido, muy curioso por saber a qué nivel llegaría yo- Prueba de seguridad -dijo el de seguridad, un hombre corpulento con un traje elegante, pero que se encontraba a reventar, mientras ponía la pulsera en mi muñeca derecha y me indicaba que intentara concentrar mi magia en ese punto. Asentí levemente e hice lo que se me indicaba, concentrando mi magia en la mano derecha. El medidor empezó a subir, pero para decepción mía solo llego, y muy escasamente, a "Novato"- Perfecto hijo, puedes pasar -el sujeto trato de mantenerse amable, pero era obvio que trataba de contener la risa por mi escaso nivel de poder.
Chasquee la lengua y entre al bar, acercándome rápidamente a la barra para pedir algo que tomar. El asunto del medidor me había molestado bastante, pero no dejaría que eso me arruinara el día de vacaciones que tenía. El bar de la planta baja era enorme, con dos barras, una a cada lado de la sala, y montones de mesas entre cada una. Según me había informado más arriba, en el segundo y tercer piso del edificio, había un restaurante de cuatro estrellas y una cafetería de prestigio, respectivamente- Subiré luego -pensaba mientras una de las encargadas de la barra me servía un vaso con zumo de naranja que había pedido, más que nada para refrescar un poco la garganta, que entre idas y venidas se me había sacado demasiado y comenzaba a molestar. La mujer que me sirvió el zumo me miro raro por un segundo, de seguro por el parche que cubre mi ojo derecho, pero no la culpo, eso solía pasar bastante, ya estaba acostumbrado. Tome el vaso y le di un par de trago, sentándome de espalda a la barra y apoyando la espalda contra esta mientras observaba a los magos presentes en el bar, que no eran pocos- Y la mayoría de ellos son más fuertes que yo -la idea me molestaba pero era la realidad, me quedaba mucho para poder considerarme un mago "Fuerte"
Pero bueno, me estoy desviando del tema principal: ¿Por qué no estaba de misión, o en el gremio? Pues, básicamente, por orden del maestro. Sting me obligo, literalmente, a darme un descanso de un día al menos, una semana de su recomendación. Según él me esforzaba demasiado y si seguía así, tarde o temprano terminaría colapsando por el cansancio y el estrés acumulados en mi cuerpo, algo que, por palabra propia, le había pasado de pequeño y no era nada bonito de experimentar. Decidí hacerle caso, aunque no es como si tuviera otra opción, y me fui del gremio por unos días a recorrer Fiore. ¿Mi primer destino? Onibus, ciudad en la que era famoso un bar exclusivo para magos el cual deseaba visitar.
Y eso me lleva a donde me encontraba en ese momento, en una tarde tranquila a la cual le quedaba al menos un par de horas antes de convertirse en noche, caminando por las calles de Onibus en busca del dichoso bar, pero sin éxito. Desde hacía ya casi una hora que había llegado a la ciudad y aún no lo encontraba, pese a haber pedido indicaciones, era incapaz de hallarlo. Llegados a ese punto comenzaba a sentirme bastante inútil, pues no encontrar un bar luego de haber pedido indicaciones ya varias veces no podía ser algo muy normal- Venga ¿En serio? -chasquee la lengua con molestia al doblar en una esquina y llegar, por enésima vez, al mismo callejón sin salida. Ya me había cansado de dar vueltas por la ciudad y que todas las indicaciones, sin importar lo atento que fuera al seguirlas, me terminaran llevando a ese lugar- ¿Qué demonios estoy haciendo mal? -solté al aire, frustrado, para luego sacar del bolsillo interior de mi chaqueta un mapa de la ciudad que había conseguido al llegar. Lo mire por un rato hasta que, de la nada, resonó el golpe de la palma de mi mano contra mi frente- Es que soy muy idiota -mi frente, roja por el golpe, se arrugo mientras yo soltaba un suspiro y daba vuelta el mapa, que había estado leyendo al revés. Si, al revés, tal era mi nivel de retraso.
Ya con el mapa como debía estar no tarde más de unos minutos en llegar al condenado bar que tanto había estado buscando. Era grande a simple vista, de tres pisos de altura, y en la puerta doble de madera un sujeto de seguridad se aseguraba que todo el que entre allí pudiera utilizar la magia haciendo uso de un pequeño medidor: Una pulsera que se conectaba mediante un fino tuvo hasta lo que parecía ser una de esas máquinas de feria que medían tu fuerza. Tenía varios niveles, desde "Menos que novato" hasta "Posible mago santo", el nivel más alto del medidor. Me acerque a la puerta a paso lento pero decidido, muy curioso por saber a qué nivel llegaría yo- Prueba de seguridad -dijo el de seguridad, un hombre corpulento con un traje elegante, pero que se encontraba a reventar, mientras ponía la pulsera en mi muñeca derecha y me indicaba que intentara concentrar mi magia en ese punto. Asentí levemente e hice lo que se me indicaba, concentrando mi magia en la mano derecha. El medidor empezó a subir, pero para decepción mía solo llego, y muy escasamente, a "Novato"- Perfecto hijo, puedes pasar -el sujeto trato de mantenerse amable, pero era obvio que trataba de contener la risa por mi escaso nivel de poder.
Chasquee la lengua y entre al bar, acercándome rápidamente a la barra para pedir algo que tomar. El asunto del medidor me había molestado bastante, pero no dejaría que eso me arruinara el día de vacaciones que tenía. El bar de la planta baja era enorme, con dos barras, una a cada lado de la sala, y montones de mesas entre cada una. Según me había informado más arriba, en el segundo y tercer piso del edificio, había un restaurante de cuatro estrellas y una cafetería de prestigio, respectivamente- Subiré luego -pensaba mientras una de las encargadas de la barra me servía un vaso con zumo de naranja que había pedido, más que nada para refrescar un poco la garganta, que entre idas y venidas se me había sacado demasiado y comenzaba a molestar. La mujer que me sirvió el zumo me miro raro por un segundo, de seguro por el parche que cubre mi ojo derecho, pero no la culpo, eso solía pasar bastante, ya estaba acostumbrado. Tome el vaso y le di un par de trago, sentándome de espalda a la barra y apoyando la espalda contra esta mientras observaba a los magos presentes en el bar, que no eran pocos- Y la mayoría de ellos son más fuertes que yo -la idea me molestaba pero era la realidad, me quedaba mucho para poder considerarme un mago "Fuerte"
Alex Zeik- Rango A
- Mensajes : 278
Fecha de inscripción : 02/08/2015
Edad : 26
Re: Una tarde tranquila... [Priv. Lyan]
Todo tiene un comienzo donde la marca de la vida se destina a hacer muchas cosas muy interesantes en el mundo de un humano común, algo que muchos que no saben es que un comienzo también tiene un final, todo depende de cómo la vista humana vea hacía lo desconocido aunque ellos juzgan hasta la piedra que puedan tropezar en su camino con mucha facilidad. Lyan estaba situado en un lugar muy único sin duda alguna no andaba perdido, andaba nadando en sangre pura, en su habitación había una puerta donde allí se podía ingresar a la bañera haciendo que este quedará adentro de la tina con sangre y burbujas lavando su cuerpo con esto y teniendo allí mismo un cadáver a su lado quién lo acompañaba, aunque claro no había que decir que su locura daba mucho miedo.
Su rica opacaba todo el lugar simplemente una persona como él teniendo una forma sarcástica, graciosa, todo para él era un tipo de juego que le encantaba participar, pero claro obviamente que también andaba solo, todo sus subordinados andaban en misiones, no había a quién cuidar, molestar o dar consejos. Rápidamente con mucha tranquilidad metía todo su cuerpo debajo de toda la sangre zambullendo su cuerpo completo con una típica sonrisa juguetona, sentía lo que era sumergirse en sangre mismo siendo una cosa muy bella, ni lo mismo dulce se podía comparar con todo esto.
Ya con unos pequeños minutos que andaba adentro, era momento de salir de ahí, ya que su momento de bañarse había terminado. Se ponía una bata, así mismo como salía del baño con ropa muy tradicional mirando su reloj mágico, tenía que ver qué hora tenía actualmente quizás haría algo para así mismo no aburrirse.
Siendo muy temprano de lo planeado su mirada se tornó aburrida, suspiro un poco para luego ir por su caja de cigarrillos y sacar uno, además de dejar la caja tomo un pequeño encendedor con un número que tenía marcado “666” en él, mientras encendía este, dejaba también dicho objeto en la mesa de donde lo había tomado, allí mismo inhalaba el humo que producía el cigarrillo con bastante tranquilidad mientras se sentaba en un sillón gigantesco y cerraba sus ojos, después de poner sus dedos en el cigarrillo sacarlo de la boca y así mismo el humo que había inhalado lo expulsaba por su boca y nariz, mientras pensaba a continuación ¿Cuál sería la forma que haría hoy, para divertirse? Tenía muchas dudas, pero su sonrisa muy macabra andaba puesta en sus labios.
Después de tanto pensar no llego a nada por lo cual se levantó con plena pereza mientras bostezaba un poco, estando en su forma humana así mismo podía notar una tranquilidad en la mansión – ¿Debería leer una revista? – dijo en voz alta mientras se rascaba su cuello, pensó mucho lo que podía hacer aunque claro leer ahora mismo no le apetecía para nada aunque quizás debía hacer algo más extremo, el no “subía” hacía el lugar de los humanos, sabiendo que podía pasar muchas cosas pero nadie aun sabía de su existencia aunque claro, ir a divertirse no haría mal.
Había llamado a uno de los sirvientes que eran unos monstruos que tenían ropas elegantes, mientras pedía un carruaje al estilo antiguo con muchos detalles y más mientras se ponía un traje también y se acomodaba, mientras se iba hacía la ciudad de los humanos, unas de las tantas que tenía para visitar mientras paseaba como si fuera alguien de la realeza aunque claro, lo era pero no de las legales que eran aceptados.
Se detuvo cuando él indico eso, viendo un cartel en un bar lujoso para adultos obviamente donde servían café y más, una buena pausa, se detuvo por un momento cuando alguien le detuvo el paso, este sonrío y le miro, le ahorco para luego tirarlo con fuerza, simplemente su actitud le repugno y lo dejo inconsciente en el piso, le miro con pleno desprecio – no me gusta que una cucaracha humana me toque, más te vale que la próxima no suceda, o te mataré de la forma más despiadada posible, pero como recuerdo – rápidamente puso sus dedos en cercanía en su ojo y se lo quito, lo puso en su boca y empezó a comerlo – ha sido delicioso~ muchas gracias señor – después de tanta cosa repugnante, entro al lugar donde fue atendido rápido sin problemas, alguien fuerte se hacía respetar como fuera.
Ya subiendo hasta el segundo piso entro al lugar donde miraba hacía todos lados, algo que le hacía traer recuerdos y asco también. Levantaba una de sus cejas, sentándose en un lugar único, una silla al lado de una ventana donde le dieron un folleto con muchas cosas – quiero un café y una tarta – dijo con una sonrisa y elegancia, aunque claro su ojo daba mucho miedo a todos y también su cuello cosido, pero bueno, a él no le importaba en nada cada uno tenía sus rarezas para bien o mal.
Ponía su codo en la mesa, su mano en la mejilla y miraba hacia afuera con una tranquilidad y cerraba uno de sus ojos, hasta que había llegado su pedido, donde él ponía un poco de azúcar, le revolvía con mucha calma de esa forma luego tomaba con mucha calma lo que era el café de aquel sitió, muy normal, pero no andaba mal. Todo parecía ir muy bien sin problemas, ya no andaba aburrido aunque sabía que faltaba algo más, sin duda alguna una cosa con la cual divertirse, un pequeño juguete del momento.
Su rica opacaba todo el lugar simplemente una persona como él teniendo una forma sarcástica, graciosa, todo para él era un tipo de juego que le encantaba participar, pero claro obviamente que también andaba solo, todo sus subordinados andaban en misiones, no había a quién cuidar, molestar o dar consejos. Rápidamente con mucha tranquilidad metía todo su cuerpo debajo de toda la sangre zambullendo su cuerpo completo con una típica sonrisa juguetona, sentía lo que era sumergirse en sangre mismo siendo una cosa muy bella, ni lo mismo dulce se podía comparar con todo esto.
Ya con unos pequeños minutos que andaba adentro, era momento de salir de ahí, ya que su momento de bañarse había terminado. Se ponía una bata, así mismo como salía del baño con ropa muy tradicional mirando su reloj mágico, tenía que ver qué hora tenía actualmente quizás haría algo para así mismo no aburrirse.
Siendo muy temprano de lo planeado su mirada se tornó aburrida, suspiro un poco para luego ir por su caja de cigarrillos y sacar uno, además de dejar la caja tomo un pequeño encendedor con un número que tenía marcado “666” en él, mientras encendía este, dejaba también dicho objeto en la mesa de donde lo había tomado, allí mismo inhalaba el humo que producía el cigarrillo con bastante tranquilidad mientras se sentaba en un sillón gigantesco y cerraba sus ojos, después de poner sus dedos en el cigarrillo sacarlo de la boca y así mismo el humo que había inhalado lo expulsaba por su boca y nariz, mientras pensaba a continuación ¿Cuál sería la forma que haría hoy, para divertirse? Tenía muchas dudas, pero su sonrisa muy macabra andaba puesta en sus labios.
Después de tanto pensar no llego a nada por lo cual se levantó con plena pereza mientras bostezaba un poco, estando en su forma humana así mismo podía notar una tranquilidad en la mansión – ¿Debería leer una revista? – dijo en voz alta mientras se rascaba su cuello, pensó mucho lo que podía hacer aunque claro leer ahora mismo no le apetecía para nada aunque quizás debía hacer algo más extremo, el no “subía” hacía el lugar de los humanos, sabiendo que podía pasar muchas cosas pero nadie aun sabía de su existencia aunque claro, ir a divertirse no haría mal.
Había llamado a uno de los sirvientes que eran unos monstruos que tenían ropas elegantes, mientras pedía un carruaje al estilo antiguo con muchos detalles y más mientras se ponía un traje también y se acomodaba, mientras se iba hacía la ciudad de los humanos, unas de las tantas que tenía para visitar mientras paseaba como si fuera alguien de la realeza aunque claro, lo era pero no de las legales que eran aceptados.
Se detuvo cuando él indico eso, viendo un cartel en un bar lujoso para adultos obviamente donde servían café y más, una buena pausa, se detuvo por un momento cuando alguien le detuvo el paso, este sonrío y le miro, le ahorco para luego tirarlo con fuerza, simplemente su actitud le repugno y lo dejo inconsciente en el piso, le miro con pleno desprecio – no me gusta que una cucaracha humana me toque, más te vale que la próxima no suceda, o te mataré de la forma más despiadada posible, pero como recuerdo – rápidamente puso sus dedos en cercanía en su ojo y se lo quito, lo puso en su boca y empezó a comerlo – ha sido delicioso~ muchas gracias señor – después de tanta cosa repugnante, entro al lugar donde fue atendido rápido sin problemas, alguien fuerte se hacía respetar como fuera.
Ya subiendo hasta el segundo piso entro al lugar donde miraba hacía todos lados, algo que le hacía traer recuerdos y asco también. Levantaba una de sus cejas, sentándose en un lugar único, una silla al lado de una ventana donde le dieron un folleto con muchas cosas – quiero un café y una tarta – dijo con una sonrisa y elegancia, aunque claro su ojo daba mucho miedo a todos y también su cuello cosido, pero bueno, a él no le importaba en nada cada uno tenía sus rarezas para bien o mal.
Ponía su codo en la mesa, su mano en la mejilla y miraba hacia afuera con una tranquilidad y cerraba uno de sus ojos, hasta que había llegado su pedido, donde él ponía un poco de azúcar, le revolvía con mucha calma de esa forma luego tomaba con mucha calma lo que era el café de aquel sitió, muy normal, pero no andaba mal. Todo parecía ir muy bien sin problemas, ya no andaba aburrido aunque sabía que faltaba algo más, sin duda alguna una cosa con la cual divertirse, un pequeño juguete del momento.
Lyan KonigDamon- Rango E
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 01/04/2015
Re: Una tarde tranquila... [Priv. Lyan]
Había pasado por toda una odisea para llegar, pero finalmente estaba allí, en el tan famoso bar exclusivo para magos que tanto trabajo me había costado encontrar. Bueno, bien era cierto que si me hubiera percatado antes de que el mapa estaba al revés no habría tardado tanto en llegar, pero ya nada se le podía hacer. Tarde lo que tarde, pero llegue y estaba disfrutando de mi buen zumo de naranja- Ains~ -solté un pequeño suspiro al beber el ultimo sorbo del líquido naranja, girándome para quedar de nuevo de frente a la barra y dejar el vaso vació sobre la misma, apoyando los codos a sus lados. Iba a pedirle a la chica que estaba de encargada allí me sirviera más, pero algo me detuvo, un terrible escalofrió que subió por mi espalda y me puso los pelos de punta. El tiempo se volvió lento por unos segundos, miraba de un lado a otro y todos se movían muy lentamente, ni yo podía moverme a una velocidad normal. Algo pasaba, esa sensación... la había sentido antes, no era la misma, pero sí muy similar.
Todo volvió a la normalidad al abrirse la puerta del bar, dejando entrar a un hombre de aspecto algo... extraño, pero a la vez, elegante. Todos voltearon a verlo, yo incluido. Tenía el cabello rojo, piel blanca, casi pálida, y la peculiaridad de tener el ojo derecho diferente al izquierdo, siendo que este tenía la esclerótica negra y el iris era de un color rojo sangre, muy diferente al otro que era normal, con la pupila de un color azul marino. Además, también estaba el detalle de tener costuras visibles alrededor de todo el cuello, como si la cabeza le hubiese sido cercenada y luego cosida de nuevo al cuerpo. Ciertamente era extraño, pero no había porque alarmarse por la entrada de ese sujeto, más que por su apariencia, si descontaba el hecho de haber visto por la puerta, antes de que esta se cerrara, el cuerpo inconsciente de aquel sujeto que me había hecho la prueba de magia al entrar. Era obvio quien lo había noqueado, y al parecer lo había hecho con una facilidad tan grande que el tipo de seguridad no llego ni a gritar para alertar al resto de magos que había dentro del bar.
Pese a que sabía que noquear a alguien así porque si no era exactamente algo bueno, no podía sentirme... molesto, o en desacuerdo con lo sucedido, otro sentimiento sobrepasaba a estos por mucho: Curiosidad. Ese sujeto era poderoso, se notaba a simple vista, en el aura que desprendía, y la curiosidad por saber quién era y porqué sentí un sensación tan familiar al momento en que entro me estaba carcomiendo. Voltee de nuevo hacía la barra cuando paso por detrás mío, dirigiéndose a paso tranquilo al segundo piso. Apenas se fue del primer piso varios de los presentes en el bar salieron a ver lo sucedido con el sujeto de seguridad, pero yo no, yo solo me quede sentado en la barra con el vaso de vidrio vacío en mis manos. Estaba nervioso, no podía negarlo, pero a la vez ansioso por saber de qué sería capaz aquel tipo.
Cuando finalmente me decidí a moverme, deje el vaso de nuevo en la barra y me encamine hasta las escaleras que daban al segundo piso, lugar del que mucha gente iba bajando al ver por las ventanas el cuerpo inconsciente del sujeto de seguridad. La mayoría iban más que nada por cotillas, para sacar el chisme de qué había pasado. Sortee como pude a quienes venían de frente y llegue al segundo piso, mirando alrededor con disimulo hasta localizar la mesa donde se había sentado el recién llegado. Obviamente no sería tan idiota de acercarme y preguntar quién era, no se veía muy amable que digamos, así que para ahorrarme posibles problemas busque una mesa ni muy alejada ni muy cercana a la de él, en un punto medio. Encontrarla fue fácil, pues con el cumulo de gente que había bajado el segundo piso se había quedado con varias mesas vacías, pero tampoco tantas. Iba a acercarme a la mesa pero no llegue a dar un paso cuando choqué con una de las meseras, aquella que iba volviendo de llevarle el pedido al pelirrojo- Oh, lo siento -dije, sosteniéndola por los hombros para que no cayera. La muchacha solo me miro, sonrío y asintió antes de afirmarse y volver caminando hasta la cocina.
Luego del pequeño incidente me acerque caminando tranquilamente a aquella mesa que había visto un segundo antes, acomodándome el parche que cubría mi ojo derecho en el camino, pues con el choque se había movido levemente, molestándome la oreja. Estando ya sentado en mi mesa me quede esperando que me atendieran, algo que no tardo mucho pues en menos de unos segundos ya estaba allí la misma mesera que me había chocado antes, preguntándome qué iba a pedir- Emm... -me lo pensé unos segundos, ¿Que me apetecía? Increiblemente, nada en especial- Sírvame... lo mismo que a él ¿Puede ser? -le pregunte y ella asintió, sabiendo a quien me refería sin necesidad de señalarlo ni mucho menos, que sería una falta de respeto bastante importante. La muchacha se fue y yo me quede allí sentado, esperando por mi pedido mientras observaba, disimuladamente, al sujeto de las costuras en el cuello. Quizás pareciera un acosador, pero no podía ignorar esa sensación que sentí un segundo antes de que entrara. Esa sensación... solo la había sentido en mis días de pequeño, viviendo en el infierno.
Todo volvió a la normalidad al abrirse la puerta del bar, dejando entrar a un hombre de aspecto algo... extraño, pero a la vez, elegante. Todos voltearon a verlo, yo incluido. Tenía el cabello rojo, piel blanca, casi pálida, y la peculiaridad de tener el ojo derecho diferente al izquierdo, siendo que este tenía la esclerótica negra y el iris era de un color rojo sangre, muy diferente al otro que era normal, con la pupila de un color azul marino. Además, también estaba el detalle de tener costuras visibles alrededor de todo el cuello, como si la cabeza le hubiese sido cercenada y luego cosida de nuevo al cuerpo. Ciertamente era extraño, pero no había porque alarmarse por la entrada de ese sujeto, más que por su apariencia, si descontaba el hecho de haber visto por la puerta, antes de que esta se cerrara, el cuerpo inconsciente de aquel sujeto que me había hecho la prueba de magia al entrar. Era obvio quien lo había noqueado, y al parecer lo había hecho con una facilidad tan grande que el tipo de seguridad no llego ni a gritar para alertar al resto de magos que había dentro del bar.
Pese a que sabía que noquear a alguien así porque si no era exactamente algo bueno, no podía sentirme... molesto, o en desacuerdo con lo sucedido, otro sentimiento sobrepasaba a estos por mucho: Curiosidad. Ese sujeto era poderoso, se notaba a simple vista, en el aura que desprendía, y la curiosidad por saber quién era y porqué sentí un sensación tan familiar al momento en que entro me estaba carcomiendo. Voltee de nuevo hacía la barra cuando paso por detrás mío, dirigiéndose a paso tranquilo al segundo piso. Apenas se fue del primer piso varios de los presentes en el bar salieron a ver lo sucedido con el sujeto de seguridad, pero yo no, yo solo me quede sentado en la barra con el vaso de vidrio vacío en mis manos. Estaba nervioso, no podía negarlo, pero a la vez ansioso por saber de qué sería capaz aquel tipo.
Cuando finalmente me decidí a moverme, deje el vaso de nuevo en la barra y me encamine hasta las escaleras que daban al segundo piso, lugar del que mucha gente iba bajando al ver por las ventanas el cuerpo inconsciente del sujeto de seguridad. La mayoría iban más que nada por cotillas, para sacar el chisme de qué había pasado. Sortee como pude a quienes venían de frente y llegue al segundo piso, mirando alrededor con disimulo hasta localizar la mesa donde se había sentado el recién llegado. Obviamente no sería tan idiota de acercarme y preguntar quién era, no se veía muy amable que digamos, así que para ahorrarme posibles problemas busque una mesa ni muy alejada ni muy cercana a la de él, en un punto medio. Encontrarla fue fácil, pues con el cumulo de gente que había bajado el segundo piso se había quedado con varias mesas vacías, pero tampoco tantas. Iba a acercarme a la mesa pero no llegue a dar un paso cuando choqué con una de las meseras, aquella que iba volviendo de llevarle el pedido al pelirrojo- Oh, lo siento -dije, sosteniéndola por los hombros para que no cayera. La muchacha solo me miro, sonrío y asintió antes de afirmarse y volver caminando hasta la cocina.
Luego del pequeño incidente me acerque caminando tranquilamente a aquella mesa que había visto un segundo antes, acomodándome el parche que cubría mi ojo derecho en el camino, pues con el choque se había movido levemente, molestándome la oreja. Estando ya sentado en mi mesa me quede esperando que me atendieran, algo que no tardo mucho pues en menos de unos segundos ya estaba allí la misma mesera que me había chocado antes, preguntándome qué iba a pedir- Emm... -me lo pensé unos segundos, ¿Que me apetecía? Increiblemente, nada en especial- Sírvame... lo mismo que a él ¿Puede ser? -le pregunte y ella asintió, sabiendo a quien me refería sin necesidad de señalarlo ni mucho menos, que sería una falta de respeto bastante importante. La muchacha se fue y yo me quede allí sentado, esperando por mi pedido mientras observaba, disimuladamente, al sujeto de las costuras en el cuello. Quizás pareciera un acosador, pero no podía ignorar esa sensación que sentí un segundo antes de que entrara. Esa sensación... solo la había sentido en mis días de pequeño, viviendo en el infierno.
Alex Zeik- Rango A
- Mensajes : 278
Fecha de inscripción : 02/08/2015
Edad : 26
Re: Una tarde tranquila... [Priv. Lyan]
Había causado un gran terror en muchos de los tipos que estaban adentro como también afuera, dejo a un tipo casi muerto y además tuerto, claramente saber cómo actúa con las personas comunes a él son cosas muy sorpresivo todo puede pasar con los demás. El aire calmado además de pocas personas alrededor de él, no podía despegar su vista de aquel lugar un rincón muy llamativo al lado de donde podía observar a cada uno de los humanos que existían ahí afuera, miraba con tranquilidad aquellas cucarachas tocando el piso obviamente algún día pisaría a estás para matarlas aunque claramente muchas de ellas eran muy resistentes y no podrían morir con facilidad, aunque pensar en esas cosas muy tontas le hacían feliz, el sufrimiento ajeno era como darle un nuevo juguete a un niño una nueva diversión tendría en sus manos para jugar y luego desecharlo.
Cerró su ojo lo cual todos miraban este y quedo pensando que hacer, sin duda alguna no iba simplemente a quedar callado y observar cosas, dado las circunstancia en este tipo de cosa buscaría una cosa la cual deba disfrutar, así es, divertirse en pocas palabras. Con sus dedos agarraba la taza de café mientras lento y seguro sus labios tocaba esta y movía su mano hacía adelante para que el jugo del café entrara directamente y pudiera beber este líquido tan increíblemente dulce y que despertaba todo, luego de tomar un pequeño sorbo de café dejo muy despacio dicho taza en su lugar en un plato, agarraba una servilleta que había para limpiarse y claramente hizo eso pasando en su boca con mucha educación, era un demonio pero fue educado de la mejor manera por si mismo.
Rápidamente volteo su rostro donde dejo la servilleta también a un lado y miro como un hombre desconocido había ingresado, muy interesante pero claro todo normal, mientras observaba con una sonrisa lo ocurrido además de que tenía su vista penetrante hacía él, pudo saber por su instinto que le miraba con plena seriedad, aunque claro, no le molestaba en lo más mínimo – creo que encontré algo interesante de momento veré que hago – decía de forma que nadie pudiera escucharlo, no levanto tanto su voz y como no había nadie, directamente se podría decir que quizás alguna persona no pudo llegar a escuchar lo que había dicho con tanta discreción.
Agarro un cuchillo y un tenedor que estaban ahí, con pleno cuidado cortando lentamente aquella tarta mientras sus ojos no despegaban la vista de aquel hombre que tenía un parche negro en uno de sus ojos, en su ojo izquierdo para ser exacto, mientras que su cabellera era de un color extraño quizás uno cercano al rojo pero se veía un poco anaranjado también, ya con un trozo cortado, punteaba con su tenedor fuertemente la tarta y este elevaba, el tenedor ya sosteniendo la tarta y ponía en su boca mientras masticaba, sus ojos penetrantes con ganas de matar, miraba directamente al hombre.
Lento comía más tarta que había de sabor de naranja con banana, una combinación no tan mal dado que dejaba un buen gusto en el paladar, se limpiaba nuevamente y claro le había encantado lo que había probado, aun a pesar de todo sus ojos no se iban de aquel muchacho le llamaba la atención, le faltaba uno ¿Qué pasaría si alguien le quitará su otro ojo? Claramente pensaba eso y le venían muchas ideas en su cabeza cada cosa que se le ocurría como una historia no sería bueno ni de broma, dado que pensaba directamente de degollar todo su cuerpo dejando intacto su cabeza para colgarla en su cuarto, en su habitación había muchos puestos libres, las cabezas como trofeos, como gusto, cada día levantarse y tener un nuevo trofeo más sería muy divertido para él.
Era como un cazador teniendo en su casa muchos animales muertos donde sus cuerpos eran una alfombra, cabezas colgadas y más, pero este cazaba humanos y se comía sus ojos como si fuera chocolate, o un dulce que sea muy delicioso.
Tomando con su mano la silla y la corría hacia atrás, se levantó con plena curiosidad en muchos aspectos, la volvió a dejar donde estaba, camino lentamente con una mano en su bolsillo parecía que iban a poner una música de fondo oscura que daría miedo y muchos monstruos aparecían en el lugar, pero claro, todo sería imaginación de cada quién. Cuando finalmente llegó movió una de las sillas, le dio vuelta y se sentó poniendo sus manos cruzadas en la cabeza de la silla, con una sonrisa observo al joven que andaba en su asiento muy tranquilo – hola, un gusto joven, te he estado observando y vi claramente que me viste por algún momento y pensé: ¡Oh vaya! Debo pasar, a saludarlo – inicio con un buen tema de platica, pero en su último momento una sonrisa tétrica apareció de sus labios, era una señal de peligro.
Cualquier persona común, normal, escaparía de él, no se quedaría hablando con alguien que puede matarte con plena facilidad, tarareaba una canción muy rara, sería como una forma de describir que estás con un lunático asesino tarareando una canción que significa una muerte, o quizás una cacería de cabezas – ¿Cuál es tu nombre joven? ¡Oh pero que maleducado de mi parte! – se detuvo un momento cuando cerro ambos ojos, toco su pecho con las puntas de sus dedos, de su mano derecha directamente donde debería haber un corazón y dijo lo siguiente con plena confianza – yo me llamo, Lyan, es un gusto joven, claramente debo presentarme primero o sería muy desubicado de mi parte, ¿no es así? – dijo cuándo quito su mano y sonrío nuevamente.
Hablar con él, era como hablar con el mismo diablo, tanto que quizás pueda tomar tu alma cuando menos te lo esperas, las charla que iba a tener con el muchacho… Quién sabe qué tipo de charlas tendría y si él estaría vivo para cuándo terminará de habar.
Cerró su ojo lo cual todos miraban este y quedo pensando que hacer, sin duda alguna no iba simplemente a quedar callado y observar cosas, dado las circunstancia en este tipo de cosa buscaría una cosa la cual deba disfrutar, así es, divertirse en pocas palabras. Con sus dedos agarraba la taza de café mientras lento y seguro sus labios tocaba esta y movía su mano hacía adelante para que el jugo del café entrara directamente y pudiera beber este líquido tan increíblemente dulce y que despertaba todo, luego de tomar un pequeño sorbo de café dejo muy despacio dicho taza en su lugar en un plato, agarraba una servilleta que había para limpiarse y claramente hizo eso pasando en su boca con mucha educación, era un demonio pero fue educado de la mejor manera por si mismo.
Rápidamente volteo su rostro donde dejo la servilleta también a un lado y miro como un hombre desconocido había ingresado, muy interesante pero claro todo normal, mientras observaba con una sonrisa lo ocurrido además de que tenía su vista penetrante hacía él, pudo saber por su instinto que le miraba con plena seriedad, aunque claro, no le molestaba en lo más mínimo – creo que encontré algo interesante de momento veré que hago – decía de forma que nadie pudiera escucharlo, no levanto tanto su voz y como no había nadie, directamente se podría decir que quizás alguna persona no pudo llegar a escuchar lo que había dicho con tanta discreción.
Agarro un cuchillo y un tenedor que estaban ahí, con pleno cuidado cortando lentamente aquella tarta mientras sus ojos no despegaban la vista de aquel hombre que tenía un parche negro en uno de sus ojos, en su ojo izquierdo para ser exacto, mientras que su cabellera era de un color extraño quizás uno cercano al rojo pero se veía un poco anaranjado también, ya con un trozo cortado, punteaba con su tenedor fuertemente la tarta y este elevaba, el tenedor ya sosteniendo la tarta y ponía en su boca mientras masticaba, sus ojos penetrantes con ganas de matar, miraba directamente al hombre.
Lento comía más tarta que había de sabor de naranja con banana, una combinación no tan mal dado que dejaba un buen gusto en el paladar, se limpiaba nuevamente y claro le había encantado lo que había probado, aun a pesar de todo sus ojos no se iban de aquel muchacho le llamaba la atención, le faltaba uno ¿Qué pasaría si alguien le quitará su otro ojo? Claramente pensaba eso y le venían muchas ideas en su cabeza cada cosa que se le ocurría como una historia no sería bueno ni de broma, dado que pensaba directamente de degollar todo su cuerpo dejando intacto su cabeza para colgarla en su cuarto, en su habitación había muchos puestos libres, las cabezas como trofeos, como gusto, cada día levantarse y tener un nuevo trofeo más sería muy divertido para él.
Era como un cazador teniendo en su casa muchos animales muertos donde sus cuerpos eran una alfombra, cabezas colgadas y más, pero este cazaba humanos y se comía sus ojos como si fuera chocolate, o un dulce que sea muy delicioso.
Tomando con su mano la silla y la corría hacia atrás, se levantó con plena curiosidad en muchos aspectos, la volvió a dejar donde estaba, camino lentamente con una mano en su bolsillo parecía que iban a poner una música de fondo oscura que daría miedo y muchos monstruos aparecían en el lugar, pero claro, todo sería imaginación de cada quién. Cuando finalmente llegó movió una de las sillas, le dio vuelta y se sentó poniendo sus manos cruzadas en la cabeza de la silla, con una sonrisa observo al joven que andaba en su asiento muy tranquilo – hola, un gusto joven, te he estado observando y vi claramente que me viste por algún momento y pensé: ¡Oh vaya! Debo pasar, a saludarlo – inicio con un buen tema de platica, pero en su último momento una sonrisa tétrica apareció de sus labios, era una señal de peligro.
Cualquier persona común, normal, escaparía de él, no se quedaría hablando con alguien que puede matarte con plena facilidad, tarareaba una canción muy rara, sería como una forma de describir que estás con un lunático asesino tarareando una canción que significa una muerte, o quizás una cacería de cabezas – ¿Cuál es tu nombre joven? ¡Oh pero que maleducado de mi parte! – se detuvo un momento cuando cerro ambos ojos, toco su pecho con las puntas de sus dedos, de su mano derecha directamente donde debería haber un corazón y dijo lo siguiente con plena confianza – yo me llamo, Lyan, es un gusto joven, claramente debo presentarme primero o sería muy desubicado de mi parte, ¿no es así? – dijo cuándo quito su mano y sonrío nuevamente.
Hablar con él, era como hablar con el mismo diablo, tanto que quizás pueda tomar tu alma cuando menos te lo esperas, las charla que iba a tener con el muchacho… Quién sabe qué tipo de charlas tendría y si él estaría vivo para cuándo terminará de habar.
Lyan KonigDamon- Rango E
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Fecha de inscripción : 01/04/2015
Re: Una tarde tranquila... [Priv. Lyan]
Luego de unos pocos minutos la misma muchacha que me había tomado el pedido volvió, con este ya preparado y listo sobre una bandeja de metal. Un café y una tarta era todo lo que había encima de esta, al parecer era lo único que había pedido aquel sujeto, y por lo tanto, lo que había ordenado yo- Muchas gracias -le dije a la muchacha, tomando la tasa de café y el platito con la tarta y dejándolos sobre la mesa, delante de mí. La chica solo respondió con un rápido "De nada" y se fue caminando de vuelta a la cocina, haciendo una obvia pero al parecer involuntaria curva para no pasar demasiado cerca de la mesa del pelirrojo. La chica en si no parecía muy afectada por la poderosa presencia de aquel sujeto, pero al parecer su cuerpo involuntariamente trataba de mantenerse alejado de él. ¿Instinto de supervivencia? Tal vez, era lo más seguro. Resultaba curioso pensar como todos trataban de alejarse de él, pero por otro lado yo no podía evitar acercarme, preso de una curiosidad quizás demasiado ilógica y peligrosa. Es decir, para mí era claro que podría matarme muy fácilmente, pero eso no me generaba ningún tipo de miedo.
Por unos minutos ni siquiera toque lo que tenía servido en frente, solo me dedicaba a mirar alrededor y cada tanto enfocar la vista de mi ojo en él. Tras un tiempo sentí que prácticamente para lo único que me había sentado allí era para observarlo, ignorando completamente que el café se enfriaría si no lo bebía pronto- ¿Eh? ¿Qué? -un pequeño toque en mi hombro me hizo volver a la realidad, de la cual había escapado al sumergirme en el mar de teorías acerca de porque había tenido ese sentimiento familiar al ingresar aquel sujeto al bar.
- Solo venía a dejarle los cubiertos para comer la tarta, olvidamos ponerlo en la bandeja -era la misma chica de ante la que me hablaba, dejando un tenedor y un cuchillo junto al platito con la tarta- Ahora sí, espero lo disfrute -me dijo sonriendo y luego se fue de nuevo hacía la cocina, dejándome en un estado de shock repentino del cual tarde un buen par de segundos en salir. ¿Qué estaba haciendo? ¿Siguiendo a un tipo solo porque tuve un sentimiento familiar cuando entro al bar? Parecía un acosador, y lo peor de todo, ni siquiera había probado la deliciosa tarta que tenía en frente.
Suspire, soltando toda la tensión que tenía encima- Relájate Alex, ya pareces un niñato de 5 años -me reprendí mentalmente mientras tomaba el tenedor y el cuchillo y cortaba un pequeño pedazo de la tarta, llevándomelo a la boca y degustando su dulce sabor con lentitud- ¡Esta riquísimo! -podía no conocer al tipo del ojo extraño, pero debía admitir que tenía buen gusto en tartas si había especificado que quería esa que estaba probando. Tome otro pedazo de tarta, un poco más grande que el anterior, y me lo lleve a la boca mientras dejaba los cubiertos sobre el platito- Ains~ -solté un pequeño suspiro de satisfacción, tomando la tasa de café con ambas manos y acercándole lentamente hasta mis labios. El sabor del café contrastaba bastante con el dulce de la tarta, pero eso mismo resultaba perfecto para evitar empalagarse. Mientras bebía me percate, mirando por el rabillo de mi ojo izquierdo, como la poca gente que se encontraba cerca de mí se levantaban de golpe y cambiaban de mesa a una más alejada. Claro, no supe a que se debía eso hasta que no voltee al otro lado, a mi punto ciego por el parche, notando como el hombre de las costuras en el cuello se acercaba caminando tranquilamente hacia mí. Su andar era muy calmado, pero a la vez repelía un aura que no me traía ningún buen presentimiento. Pude reaccionar de muchas formas a esto, pero opte por la mejor, no le di mucha importancia y continua bebiendo mi café en lo que llegaba a mi mesa.
Al llegar junto a mi tomo una de las sillas vacías de la mesa y la dio vuelta, sentándose en esta mientras apoyaba las manos cruzadas sobre la cabeza de la misma. Me dirigió la palabra de una forma amable y tranquila, pero que rápidamente cambio de significado al notar esa sonrisa tétrica que se adueñó de sus labios. No daba nada de buen rollo y menos con la canción extraña que tarareaba. Iba a bajar la tasa para hablar pero él se me adelanto, preguntándome mi nombre para luego reprenderse a si mismo por no haberse presentado antes de preguntar. Al parecer el nombre de ese sujeto era Lyan. Otra vez me dispuse a bajar la tasa para hablar, pero fui interrumpido nuevamente. El ruido de una silla siendo arrastrada me hizo cerrar el ojo con disgusto, mirando luego a mi izquierda como un hombre de apariencia adinerada se levantaba de la mesa e iba a otra más alejada de nosotros- Que poca educación tiene la gente hoy en día... -susurre mientras bajaba la tasa y la dejaba sobre la mesa, apoyando los codos sobe la misma y entrelazando mis manos unos centímetros frente a mi rostro- El gusto es todo mío, Lyan. Mi nombre es Alex -respondí a su pregunta, manteniéndome tranquilo y con un tono amable, después de todo él no había hecho nada contra mí y por ello no tenía razón alguna para comportarme de otra forma- Y perdona si te incomode en algún momento, es solo que no pude evitar sentir curiosidad. Cuando entraste tuve una sensación... familiar, como nostálgica, y por ello quería mantenerme cerca para ver si podía descubrir de qué se trataba -justifique mis acciones con la verdad, esperando no molestar al contrario con mi falta de educación al no haberme acercado a preguntar directamente.
Por unos minutos ni siquiera toque lo que tenía servido en frente, solo me dedicaba a mirar alrededor y cada tanto enfocar la vista de mi ojo en él. Tras un tiempo sentí que prácticamente para lo único que me había sentado allí era para observarlo, ignorando completamente que el café se enfriaría si no lo bebía pronto- ¿Eh? ¿Qué? -un pequeño toque en mi hombro me hizo volver a la realidad, de la cual había escapado al sumergirme en el mar de teorías acerca de porque había tenido ese sentimiento familiar al ingresar aquel sujeto al bar.
- Solo venía a dejarle los cubiertos para comer la tarta, olvidamos ponerlo en la bandeja -era la misma chica de ante la que me hablaba, dejando un tenedor y un cuchillo junto al platito con la tarta- Ahora sí, espero lo disfrute -me dijo sonriendo y luego se fue de nuevo hacía la cocina, dejándome en un estado de shock repentino del cual tarde un buen par de segundos en salir. ¿Qué estaba haciendo? ¿Siguiendo a un tipo solo porque tuve un sentimiento familiar cuando entro al bar? Parecía un acosador, y lo peor de todo, ni siquiera había probado la deliciosa tarta que tenía en frente.
Suspire, soltando toda la tensión que tenía encima- Relájate Alex, ya pareces un niñato de 5 años -me reprendí mentalmente mientras tomaba el tenedor y el cuchillo y cortaba un pequeño pedazo de la tarta, llevándomelo a la boca y degustando su dulce sabor con lentitud- ¡Esta riquísimo! -podía no conocer al tipo del ojo extraño, pero debía admitir que tenía buen gusto en tartas si había especificado que quería esa que estaba probando. Tome otro pedazo de tarta, un poco más grande que el anterior, y me lo lleve a la boca mientras dejaba los cubiertos sobre el platito- Ains~ -solté un pequeño suspiro de satisfacción, tomando la tasa de café con ambas manos y acercándole lentamente hasta mis labios. El sabor del café contrastaba bastante con el dulce de la tarta, pero eso mismo resultaba perfecto para evitar empalagarse. Mientras bebía me percate, mirando por el rabillo de mi ojo izquierdo, como la poca gente que se encontraba cerca de mí se levantaban de golpe y cambiaban de mesa a una más alejada. Claro, no supe a que se debía eso hasta que no voltee al otro lado, a mi punto ciego por el parche, notando como el hombre de las costuras en el cuello se acercaba caminando tranquilamente hacia mí. Su andar era muy calmado, pero a la vez repelía un aura que no me traía ningún buen presentimiento. Pude reaccionar de muchas formas a esto, pero opte por la mejor, no le di mucha importancia y continua bebiendo mi café en lo que llegaba a mi mesa.
Al llegar junto a mi tomo una de las sillas vacías de la mesa y la dio vuelta, sentándose en esta mientras apoyaba las manos cruzadas sobre la cabeza de la misma. Me dirigió la palabra de una forma amable y tranquila, pero que rápidamente cambio de significado al notar esa sonrisa tétrica que se adueñó de sus labios. No daba nada de buen rollo y menos con la canción extraña que tarareaba. Iba a bajar la tasa para hablar pero él se me adelanto, preguntándome mi nombre para luego reprenderse a si mismo por no haberse presentado antes de preguntar. Al parecer el nombre de ese sujeto era Lyan. Otra vez me dispuse a bajar la tasa para hablar, pero fui interrumpido nuevamente. El ruido de una silla siendo arrastrada me hizo cerrar el ojo con disgusto, mirando luego a mi izquierda como un hombre de apariencia adinerada se levantaba de la mesa e iba a otra más alejada de nosotros- Que poca educación tiene la gente hoy en día... -susurre mientras bajaba la tasa y la dejaba sobre la mesa, apoyando los codos sobe la misma y entrelazando mis manos unos centímetros frente a mi rostro- El gusto es todo mío, Lyan. Mi nombre es Alex -respondí a su pregunta, manteniéndome tranquilo y con un tono amable, después de todo él no había hecho nada contra mí y por ello no tenía razón alguna para comportarme de otra forma- Y perdona si te incomode en algún momento, es solo que no pude evitar sentir curiosidad. Cuando entraste tuve una sensación... familiar, como nostálgica, y por ello quería mantenerme cerca para ver si podía descubrir de qué se trataba -justifique mis acciones con la verdad, esperando no molestar al contrario con mi falta de educación al no haberme acercado a preguntar directamente.
Alex Zeik- Rango A
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Fecha de inscripción : 02/08/2015
Edad : 26
Re: Una tarde tranquila... [Priv. Lyan]
Lentamente su mano se levantaba de una forma con mucha tranquilidad dirigida su vista hacía una de las mujeres que hacían los pedidos, las camareras estás mientras una venía a su disposición con mucho miedo, claramente desprendiendo una aroma a sangre muchas veces y también unas ganas de matar, este lentamente movió sus labios con mucha tranquilidad ––quiero un pastel de fresas si es posible y un parfait también–– al terminar esta dulce mujer se fue mientras este intento mirar debajo de su falda como si fuera un adolecente aunque claro no se le podía culpar ya que su “educación” entre comillas fue una muy tonta, nació para pelear y cuando tomo un libro y estudio a los seres humanos sinceramente fue demasiado para su locura. Mientras sonreía y miraba aquel chico de cabellos anaranjados, no pudo evitar pensar que había algo que podía atraerlo, aunque claro no lo atraía de forma que se enamorará de él, sino aunque parecía un tipo muy común, como si fuera un humano, sentía como una aura de mucho reprimiendo su monstruosidad, mucha irá en aquel joven, aunque no podía juzgar ni mucho pensar en casi mucho, no lo conocía y simplemente habían muchas cosas que saber de todos los seres que pisan earthland, aunque viniendo él del futuro también había muchas dudas más que no sabía ––por cierto, Alex, ¿Quién es usted?–– sin rodeos, pero claro quería saber qué clase de persona y ya de paso quizás robar un poco de información gratis no haría nada mal.
Sus ojos se cerraron mientras noto que uno salió huyendo de forma que le daba miedo la presencia que daba Lyan en aquel momento, mientras este tomo un jugo de naranja y espero con ansias sus postres que había pedido ––los humanos son seres estúpidos que no conocen bien, como tratar a los demonios, son pura estupidez, ¿alguna vez te has preguntado, porque todo gira alrededor de ellos, porque matan animales, porque simplemente hay mucha oscuridad en ellos? Simplemente en los cuentos de hadas, en muchas cosas… Los demonios son los malos, ¿pero porque somos los malos, porque tenemos una apariencia distintas?–– dijo eso mientras seguía tomando un poco de su jugo de naranja, levantando su meñique con plena elegancia y cerraba sus ojos mientras su paladar saboreaba aquel exquisito jugo que le habían dado, las palabras sin duda alguna que había dicho el pelirrojo había tenido mucha historia dado que simplemente al estudiar a la historia de la humanidad noto el simple hecho que los malvados eran ellos, a pesar que los demonios tenían cuernos, una apariencia malvada, los que en realidad eran escoria para su persona eran los seres humanos.
Ya llegando a su punto donde su comida había llegado, este comenzó a comer el parfait mientras su mirada andaba en sus ojos, en los ojos del chico llamado Alex ––¿Para ti que son los humanos? Yo había olvidado el simple hecho de que niño… Había hecho muchos por ellos, pero note que lo pasaba… Era mucho más que una simple cosa, una triste historia, fui un monstruo, fui una bestia disciplinario, fui marcado, quería tener humanos amigos, porque no tenía más demonios que me hicieron asesinarla, mi misión. –– detuvo sus palabras, una pausa mientras devoraba su parfait con mucha suavidad, con una lentitud mientras miraba serio aquella mesa mientras pensaba más, y más de las cosas. ––¿Para ti, crees que son buenas personas, crees que puedes ser sus amigos? Déjame decirte una cosa, la felicidad humana es una mentira, habrán muertes, guerras que nunca van a terminar, ellos causan la destrucción de todo, los demonios somos malos porque nos obligan a actuar como tales, si de un momento ellos supieran aceptar el hecho de la tranquilidad, un demonio no sería el malo, nos meten en sus palabrería para justificar que nosotros somos los malos. Dan un asco tremendo, son escorias.–– seguía comiendo al terminar dicho parfait mirando de nuevo aquel tipo que emanaba una aura casi similar a la de él.
Comenzó a comer el pastel mientras su mirada de ira todavía seguía, claramente había pasado por mucho, descubrir la verdad oscura de la humanidad lo dejo muy cabreado, tanto que muchas cosas habían salido de él, mato a sus camaradas por gente que había pensado que hacían lo correcto, pero en ese tiempo pensaba que matarlos era lo mejor, eso era lo que sabía, después de todo sentía que solo era un pequeño bebé que no sabía nada, simplemente domesticado por unos simples humanos, ––yo tuve un padre humano, que me cuido como un arma, alguien que podía matar demonios, pero descubrí en una película donde todo lo que hacía era lo incorrecto–– al decir eso, termino su pastel con mucha rapidez, ya había terminado, saco de su caja de cigarrillos uno, donde también de su bolsillo saco su encendedor, para encender su cigarrillo fumar, había contado su historia, pero claro que tenía que decir todo eso, todo muchos errores hechos, salvar humanos fue un error.
Sus ojos se cerraron mientras noto que uno salió huyendo de forma que le daba miedo la presencia que daba Lyan en aquel momento, mientras este tomo un jugo de naranja y espero con ansias sus postres que había pedido ––los humanos son seres estúpidos que no conocen bien, como tratar a los demonios, son pura estupidez, ¿alguna vez te has preguntado, porque todo gira alrededor de ellos, porque matan animales, porque simplemente hay mucha oscuridad en ellos? Simplemente en los cuentos de hadas, en muchas cosas… Los demonios son los malos, ¿pero porque somos los malos, porque tenemos una apariencia distintas?–– dijo eso mientras seguía tomando un poco de su jugo de naranja, levantando su meñique con plena elegancia y cerraba sus ojos mientras su paladar saboreaba aquel exquisito jugo que le habían dado, las palabras sin duda alguna que había dicho el pelirrojo había tenido mucha historia dado que simplemente al estudiar a la historia de la humanidad noto el simple hecho que los malvados eran ellos, a pesar que los demonios tenían cuernos, una apariencia malvada, los que en realidad eran escoria para su persona eran los seres humanos.
Ya llegando a su punto donde su comida había llegado, este comenzó a comer el parfait mientras su mirada andaba en sus ojos, en los ojos del chico llamado Alex ––¿Para ti que son los humanos? Yo había olvidado el simple hecho de que niño… Había hecho muchos por ellos, pero note que lo pasaba… Era mucho más que una simple cosa, una triste historia, fui un monstruo, fui una bestia disciplinario, fui marcado, quería tener humanos amigos, porque no tenía más demonios que me hicieron asesinarla, mi misión. –– detuvo sus palabras, una pausa mientras devoraba su parfait con mucha suavidad, con una lentitud mientras miraba serio aquella mesa mientras pensaba más, y más de las cosas. ––¿Para ti, crees que son buenas personas, crees que puedes ser sus amigos? Déjame decirte una cosa, la felicidad humana es una mentira, habrán muertes, guerras que nunca van a terminar, ellos causan la destrucción de todo, los demonios somos malos porque nos obligan a actuar como tales, si de un momento ellos supieran aceptar el hecho de la tranquilidad, un demonio no sería el malo, nos meten en sus palabrería para justificar que nosotros somos los malos. Dan un asco tremendo, son escorias.–– seguía comiendo al terminar dicho parfait mirando de nuevo aquel tipo que emanaba una aura casi similar a la de él.
Comenzó a comer el pastel mientras su mirada de ira todavía seguía, claramente había pasado por mucho, descubrir la verdad oscura de la humanidad lo dejo muy cabreado, tanto que muchas cosas habían salido de él, mato a sus camaradas por gente que había pensado que hacían lo correcto, pero en ese tiempo pensaba que matarlos era lo mejor, eso era lo que sabía, después de todo sentía que solo era un pequeño bebé que no sabía nada, simplemente domesticado por unos simples humanos, ––yo tuve un padre humano, que me cuido como un arma, alguien que podía matar demonios, pero descubrí en una película donde todo lo que hacía era lo incorrecto–– al decir eso, termino su pastel con mucha rapidez, ya había terminado, saco de su caja de cigarrillos uno, donde también de su bolsillo saco su encendedor, para encender su cigarrillo fumar, había contado su historia, pero claro que tenía que decir todo eso, todo muchos errores hechos, salvar humanos fue un error.
Lyan KonigDamon- Rango E
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Fecha de inscripción : 01/04/2015
Re: Una tarde tranquila... [Priv. Lyan]
Mire curioso como aquella mesera se había atrevido a llegar a nosotros, tomando la orden de Lyan y luego alejándose con las piernas temblorosas por el miedo que le hacía sentir el aura del pelirrojo que se encontraba sentado en mi mesa. En verdad entendía esa reacción de las personas normales, pero por alguna razón yo no me sentía intimidado para nada por él. Quizás era por haber nacido y crecido literalmente en el infierno, pero aquello que a todos allí hacía huir en mí solo generaba un extraño sentimiento de nostalgia. Por ello me había acercado a él en primer lugar, y trataría de no alejarme hasta no haber descubierto el porqué de aquella curiosa sensación.
La pregunta me tomo algo distraído, pero no vi problema en responder a esta- ¿Quién soy? -me di unos segundos para pensar, pues había muchas formas de explicar quién era yo, pero opte por la más corta y normal- Soy un mago, integrante del gremio Sabertooth, bastante nuevo en él a decir verdad -sonreí con levedad, recordando mi llegada al gremio poco tiempo atrás. No habrían pasado más de dos o tres meses y ya había hecho tantas cosas y conocido a tanta gente tanto en el gremio, como en las misiones, que no podía evitar sonreír al recordar todo aquello. Claro, también me toco conocer a malnacidos que solo merecían la muerte, pero de ellos me había podido hacer cargo.
La repentina huida de aquel sujeto, a pesar de entender sus razones, se me hizo en extremo molesta. Hasta la mesera supo aunque sea disimular el miedo que sentía y tratar a mi compañero de mesa con amabilidad, eso que acababa de hacer no era más que una falta de educación total. No pude hacer más que soltar aquel comentario, comunicándole mi forma de pensar sobre aquel tipo a Lyan antes de presentarme y explicar mis razones para haberlo seguido hasta esa zona del bar. Escuche luego las palabras del pelirrojo, quejándose de los humanos como si no fuera uno, exponiendo una forma de pensar bastante interesante a mi parecer- Porque este es su mundo... -susurre al ver como se llevaba la tasa con jugo a la boca, aprovechando ese momento para responder a sus palabras- Al ser la raza más extendida en el mundo, ellos pueden amoldar las cosas a su gusto. Si el día de mañana para el ser humano los árboles se vuelven algo a lo que temer, no tardaran en hacer que estos se conviertan en objeto de historias de miedo, de leyendas, cualquier cosa para hacer que todo aquel que escuche de ellos sienta miedo y los vea como algo malo, sin siquiera saber exactamente que son -respondí de forma automática, sorprendiéndome a mí mismo por la forma en que hable de "los humanos" como si yo no fuera uno, quizás me había metido mucho en el papel.
Decidí callar mientras escuchaba al sujeto de las costuras en el cuello hablar, dándole ocasionales tragos a mi tasa de café y saboreando el dulce sabor de aquel liquido negruzco. Cuando pareció haber terminado, me dispuse a dar mi punto de vista como antes- Los humanos son... seres complicados e idiotas, pero creo que se puede ser amigo de ellos -di un pequeño trago a mi café, acabándome el poco contenido que quedaba antes de dejar la taza sobre la mesa- Están atados a una espiral de ignorancia; nacen para amoldarse a la imagen que les dan los demás del mundo y muchas veces ni siquiera llegan a conocer ni un cuarto de las cosas de las que les hablan. Sin embargo, hay gente diferente... -la imagen de mis compañeros del gremio se me vino a la cabeza por un momento, junto con las de algunas personas que había conocido en los últimos meses- Yo creo que la raza humana no está condenada a ser solo escoria, al menos no aún -sonreí leve mientras se escuchaba un griterío proveniente de la parte de abajo. Al parecer habían llamado a las autoridades del consejo, y estas estaban llegando al lugar.
- Dígame Lyan, si lo desea claro, ¿Quién es usted? -le pregunte igual como él lo hizo conmigo minutos antes, viendo por al rabillo del ojo como la gente nos observaba de forma disimulada- Me queda claro que no es humano, creo que hasta sería un insulto para usted que yo insinué que lo es -me recline hacía atrás, apoyando la espalda en la silla mientras cruzaba mis brazos sobre mi pecho y soltaba un pequeño suspiro de satisfacción; la tarta y el café me habían dejado con un muy buen sabor de boca- Es raro ver a un demonio fuera del hades, ¿Esta de paseo, o vive en este mundo? -pregunte con seguridad, pues tenía claro que aquel pelirrojo venía del mismo lugar que yo, del infierno.
Los sonidos que se escuchaban abajo eran cada vez más fuertes, al parecer se había armado un escándalo y los agentes del consejo no tardarían más de un par de minutos en subir en busca de mi compañero de mesa, pues obviamente todos lo habrían acusado de ser quien noqueo al guardia de la puerta. Al menos esperaba que me dieran tiempo de terminar la conversación, o al menos de poder salir de allí junto con él para continuarla en otro lado ¿Otro bar, quizás?
La pregunta me tomo algo distraído, pero no vi problema en responder a esta- ¿Quién soy? -me di unos segundos para pensar, pues había muchas formas de explicar quién era yo, pero opte por la más corta y normal- Soy un mago, integrante del gremio Sabertooth, bastante nuevo en él a decir verdad -sonreí con levedad, recordando mi llegada al gremio poco tiempo atrás. No habrían pasado más de dos o tres meses y ya había hecho tantas cosas y conocido a tanta gente tanto en el gremio, como en las misiones, que no podía evitar sonreír al recordar todo aquello. Claro, también me toco conocer a malnacidos que solo merecían la muerte, pero de ellos me había podido hacer cargo.
La repentina huida de aquel sujeto, a pesar de entender sus razones, se me hizo en extremo molesta. Hasta la mesera supo aunque sea disimular el miedo que sentía y tratar a mi compañero de mesa con amabilidad, eso que acababa de hacer no era más que una falta de educación total. No pude hacer más que soltar aquel comentario, comunicándole mi forma de pensar sobre aquel tipo a Lyan antes de presentarme y explicar mis razones para haberlo seguido hasta esa zona del bar. Escuche luego las palabras del pelirrojo, quejándose de los humanos como si no fuera uno, exponiendo una forma de pensar bastante interesante a mi parecer- Porque este es su mundo... -susurre al ver como se llevaba la tasa con jugo a la boca, aprovechando ese momento para responder a sus palabras- Al ser la raza más extendida en el mundo, ellos pueden amoldar las cosas a su gusto. Si el día de mañana para el ser humano los árboles se vuelven algo a lo que temer, no tardaran en hacer que estos se conviertan en objeto de historias de miedo, de leyendas, cualquier cosa para hacer que todo aquel que escuche de ellos sienta miedo y los vea como algo malo, sin siquiera saber exactamente que son -respondí de forma automática, sorprendiéndome a mí mismo por la forma en que hable de "los humanos" como si yo no fuera uno, quizás me había metido mucho en el papel.
Decidí callar mientras escuchaba al sujeto de las costuras en el cuello hablar, dándole ocasionales tragos a mi tasa de café y saboreando el dulce sabor de aquel liquido negruzco. Cuando pareció haber terminado, me dispuse a dar mi punto de vista como antes- Los humanos son... seres complicados e idiotas, pero creo que se puede ser amigo de ellos -di un pequeño trago a mi café, acabándome el poco contenido que quedaba antes de dejar la taza sobre la mesa- Están atados a una espiral de ignorancia; nacen para amoldarse a la imagen que les dan los demás del mundo y muchas veces ni siquiera llegan a conocer ni un cuarto de las cosas de las que les hablan. Sin embargo, hay gente diferente... -la imagen de mis compañeros del gremio se me vino a la cabeza por un momento, junto con las de algunas personas que había conocido en los últimos meses- Yo creo que la raza humana no está condenada a ser solo escoria, al menos no aún -sonreí leve mientras se escuchaba un griterío proveniente de la parte de abajo. Al parecer habían llamado a las autoridades del consejo, y estas estaban llegando al lugar.
- Dígame Lyan, si lo desea claro, ¿Quién es usted? -le pregunte igual como él lo hizo conmigo minutos antes, viendo por al rabillo del ojo como la gente nos observaba de forma disimulada- Me queda claro que no es humano, creo que hasta sería un insulto para usted que yo insinué que lo es -me recline hacía atrás, apoyando la espalda en la silla mientras cruzaba mis brazos sobre mi pecho y soltaba un pequeño suspiro de satisfacción; la tarta y el café me habían dejado con un muy buen sabor de boca- Es raro ver a un demonio fuera del hades, ¿Esta de paseo, o vive en este mundo? -pregunte con seguridad, pues tenía claro que aquel pelirrojo venía del mismo lugar que yo, del infierno.
Los sonidos que se escuchaban abajo eran cada vez más fuertes, al parecer se había armado un escándalo y los agentes del consejo no tardarían más de un par de minutos en subir en busca de mi compañero de mesa, pues obviamente todos lo habrían acusado de ser quien noqueo al guardia de la puerta. Al menos esperaba que me dieran tiempo de terminar la conversación, o al menos de poder salir de allí junto con él para continuarla en otro lado ¿Otro bar, quizás?
Alex Zeik- Rango A
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