En los desiertos blancos. [Interpretativo/Libre]

por **Vísceras** Vie Ago 21, 2015 3:43 am

La frialdad de aquel clima era fuerte, no sólo por aquella ventisca que arremetía su lluvia de copos de nieve contra las criaturas de aquellos gélidos parajes, si no también por tal brisa fría que tan solo era pasajera durante un breve momento en los cuerpos casi congelados que pasaban a través de ese desierto blanco, para regresar una vez más a tales cuerpos mucho más fría que nunca. Un infierno blanco era lo esperado, entre animales que hibernaban entre las cavernas congeladas y repletas de estalagmitas del hielo fragmentado en el interior de las cuevas y viajeros que no tenían un lugar a donde ir.

Una mancha negra y grande sobresalía en todo aquel blanquecino paraje más helado que nunca, no era nada más que aquel guerrero cuya supervivencia era como la de un perro callejero, Vísceras era su nombre al igual que aquellos órganos. Un trozo de metal negro bordada de las líneas platinas del acero de la hoja yacían en ella, parecía ser mas un pedazo de acero gigantesco en vez de una espada. Aquel tamaño y anchura no era ni elegante y carecía de la belleza de una espada ropera o sable ligero, pero más contundente que cualquiera de aquellas armas. Cada vez que la ventisca y su gélida brisa daban la bienvenida a aquel caballero, cada vez más su negra capa volaba hacia atrás por la fuerza de la naturaleza del lugar. Ello no era nada más que su única protección al frío de la llanura helada en la que se sometía.

Fuego, carne y una cómoda cama eso es lo que todo hombre esperaría durante su cruzada en lugares tan fríos. Pero él seguía todavía en pie a pesar de las circunstancias. Su cruzada se enmarco en aquel lago helado a unos metros a su derecha, el hielo quebraba poco a poco en pequeñas grietas, era tan quebradizo como el cristal a pesar de su aparente robustez a la vista. En un camino tan lento y tranquilo, Vísceras lo había cruzado como si no tuviese el miedo a la muerte por hipotermia en aquel paraje que hacía titiritar su carne de frío.

La ventisca hacía su visión limitada, cada paso significaba mayor panorama de lo que le venía por delante, y lo que venía no era más que muerte. Un oso muerto a la deriva en aquellos copos que recubrían el suelo, su cálido y denso pelaje blanco estaba recubierto como si fuese pintura de copos de nieve que se hacían invisibles a través del blanco de la pradera de pelo del animal. El caballero se recostó sobre el lomo peludo del animal muerto, aquel cadáver no era más que una cálida manta en el frío de la llanura que nevaba fuerte y constantemente.

— No duraste mucho, ¿verdad? —Dijo Vísceras, dio unas palmadas a aquel cuerpo inerte del animal muerto, era tan cómodo como un almohada por aquel reconfortante y denso pelaje alrededor de su cuerpo. — Probablemente yo tampoco...

Viendo entre aquel borroso y nevado panorama poco visible, Vísceras sabía que no había nada más a donde ir que no fuera protegerse de aquel infierno blanco y de su fuerte ventisca. Dar todas sus fuerzas para escapar de las fuerzas de la naturaleza, era como forzarse a escapar de los brazos de la muerte.