Una estupenda entrada... [Aki + libre]

Oshibana, ciudad conocida por su estación de trenes central y por el conflicto sucedido con el gremio oscuro de Eisenwald, años atrás. Un conflicto que termino con la destrucción de muchas estructuras de la ciudad, pero con los años y esmero de los pobladores estas fueron reconstruidas, y renovadas, devolviéndole a la ciudad ese toque acogedor por el cual era buenamente conocida. Eisenwald fue una mancha negra en su historia, la cual le había tomado tiempo borrar, pero ahora que lo había logrado muchas personas, en su mayoría no-magos, se mudaban a la ciudad para vivir sus vidas tranquilos.

La estación de trenes era el punto central de la ciudad, una estación enorme y de muy buen diseño, dejando claro que se trataba de la "hazaña" arquitectónica más grande de Oshibana. A diario cientos trenes llegaban y se iban, miles de pasajeros pasaban por las puertas de esa estación, pero ese día en particular un pasajero, también bastante peculiar, venia llegando en un tren proveniente de las lejanías, a paso dubitativo y prácticamente dando tropezones caminaba por los vagones del tren, acercándose a la puerta cuando ya se encontraban a nada de llegar a la estación, pero, cuando solo quedaban unos minutos para que el tren se detuviera, no pudo más y cayo de rodillas al suelo, tapándose la boca con ambas manos- ¡Oiga muchacho! ¿Se encuentra bien? -inevitablemente otro de los que venían viajando en tren lo vio y se acercó, preocupado por el estado del joven. Poso su mano sobre el hombro del mismo, tratando de alentarlo a levantarse- S-Si, n-no se preocupe -el joven giro el rostro a la izquierda, mirando al hombre de reojo. Definitivamente su estado no era el que describía: Estaba pálido y con la pupila muy dilatada- Me recuperare -el hecho de que viniera con las ropas llenas de tierra tampoco ayudaba mucho, y a pesar de que la chaqueta, los pantalones y la botas eran negras, la tierra igualmente era bastante distinguible en ellas, principalmente en los detalles en blanco de la chaqueta. Vamos, la única "prenda" que llevaba limpia era el parche que cubría su ojo derecho.

Pronto un tumulto de gente se reunió alrededor del muchacho, pero dejándole su espacio, a la espera de encontrar algún medico en el tren- Oigan en serio, estoy bien solo déjenme... -callo nuevamente al llegarle otro potente mareo, el cual lo hizo volver a taparse la boca con ambas manos para no mostrarles a todos los presentes lo que había desayunado- ¡Yo no aguanto más aquí dentro! -con la poca fuerza que le quedaba se levantó, ssujetandose de uno de los asientos del vagón para hacer equilibrio y luego dar un salto a un costado, atravesando la ventana contigua al asiento y saliendo disparado del tren mientras este justamente estaba llegando a la estación.

- Va a doler... -susurro antes de tocar suelo, protegiéndose la cabeza con los brazos antes de comenzar a rodar por la estación, llevándose a unos cuantos civiles por delante al no controlar su movimiento. Cuando finalmente pudo frenarse ya se encontraba bastante alejado del punto en el cual había tocado suelo, y había dejado un rastro de personas en el piso producto del golpe a las piernas que les había dado al chocarlas mientras rodaba por el suelo.

La seguridad de la estación ya estaba alertada por lo sucedido y no tardarían en llegar, podía escucharlos acercarse mientras se encontraba tirado en el suelo, boca arriba con brazos y piernas extendidas, pero la necesidad de huir era superada por otro sentimiento mucho más grande y que tenía que expresar o explotaría- Odio los trenes...

Off-rol:

No podía negarlo, a pesar de querer tomárselo a las pocas tirarse de un tren andando no era ninguna tontería, la espalda le dolía horrores y tenía los codos lastimados, consecuencia del pequeño numerito de "El barril" que se montó al caer y rodar por el suelo cual barril pateado. Bueno, al menos le había servido para quitarse algo de tierra de encima, pero sin llegar a dejar sus ropas libres de esta. Venía bastante cubierto de tierra aún, a pesar del sacudón que se dio al caer.

Soltó un pequeño suspiro tras esas cortas palabras, maldiciendo los trenes, para luego hacer un pequeño esfuerzo para reincorporarse, apoyando una mano en el suelo para poder sentarse en el suelo con las piernas cruzadas- Hek! -un pequeño pinchazo lo hizo soltar aquel quejido, llevándose una mano a la cintura y cerrando un ojo por el dolor que le genero aquel pinchazo- Joder -susurro, enderezándose bruscamente en lo que su espalda sonaba de una forma muy poco normal. Luego se llevó una mano al cuello y comenzó a moverlo de un lado a otro, generando unos muy audibles crujidos- Definitivamente esto dolerá en la noche -y sí, si que que  lo iba a hacer.

Una voz gruesa y amenazante lo hizo volver al mundo real, volteando en la dirección de la que había venido rodando para ver cómo, a regañadientes, algunas personas se iban levantando del suelo, quienes le echaron una mirada fría antes de voltear hacia otro lado e irse de allí. No le dio mucha importancia a eso, pues no era lo que le había llamado la atención, ninguno de ellos fue quien le hablo, sino que el dueño de aquella voz amenazante era ¿Un lobo con alas?

Observo atento la pequeña escena que se montaba allí, arqueando una ceja al escuchar la repentina disculpa del muchacho que parecía ser ¿Amigo? de aquella criatura y que al parecer, por propia palabra del lobo, se llamaba Aki- ¿Por qué te disculpa? -pregunto directamente mientras se levantaba del suelo, palpándose la ropa para quitarse la tierra de encima- Después de todo yo te derribe, yo debería de disculparme -sonrío de medio lado, o al menos hasta que vio el helado en el suelo, completamente echado a perder- Ohh no, te arruine el helado -le pegaba duro eso, odiaba ver comida echada a perder- Venga, emm... ¿Cómo arreglo esto? -se preguntaba a sí mismo. Debía pensar rápido, si no se apuraba los guardias de la estación llegarían y no quería tener que explicar porque salto del tren- Ya, te compro uno ¿Si? De paso busco uno para mi -ofreció, mirando al muchacho a la espera de una respuesta rápida para ir a por el helado antes de que llegaran a buscarlo.

La mirada no le duraría mucho sobre el muchacho, pues algo que no podía ignorar aunque quisiera era aquel lobo con alas, porqué joder ¡Era un lobo con alas! Uno no lo veía todos los días, además de que le había hecho una pregunta y no quería dejarla sin responder- Oh, y por cierto lobito -trato de llamar la atención de la criatura en cuestión, sonriendo con diversión mostrando sus blanquecinos y afilados dientes- Cuando quieras lo intentas, pero ni pienses que me quedare parado esperando a que te comas mis piernas -decía en tono y expresión divertida y desafiante, o al menos así fue hasta que bajo la mirada a sus pantalones, cubiertos de tierra- Aunque bueno... igual te da algo de comer tanta tierra por solo dar un mordisco -soltaría una pequeña risa mientras se acomodaba el parche que se había movido unos centímetros fuera de la posición en la que solía usarlos, y eso ya le molestaba, y esperaba por una respuesta.

Me quede allí parado, escuchando los tartamudeos de parte del muchacho y tratando de descifrar todo lo que intentaba decirme, para luego ver como este se escondía detrás de aquel lobo alado. Eso no me sorprendió para nada, mirando la actitud del muchacho al lado de la del lobo era obvio quien era el más fuerte de los dos y, en consecuencia, quien se apoyaba en quien a la hora de afrontar una situación difícil. Lo que si no llegaba a comprender, y eso que lo intentaba, fue el porqué de tantos nervios ante mis palabras. No las había dicho en un tono muy fuerte y trate siempre de sonar amable, o en su defecto no demostrar ningún tipo de agresividad en mi voz, pero al parecer el muchacho era bastante fácil de intimidar. Demasiado fácil de intimidar, o al menos de poner nervioso.

Con cada segundo que pasaba me quedaba más claro quién de los dos era el que llevaba los pantalones, por decirlo de alguna forma, pues el muchacho recibía órdenes del lobo como si este supiera perfectamente lo que estaba pensando y que era lo que quería hacer sin que este dijera nada. Al final obedecía, a regañadientes, pero lo hacía. No obstante, a pesar de todo, no podía decir más de dos palabras sin tartamudear e inmediatamente después se volvía a esconder detrás del lobo. Era curioso, me recordaba a una madre tratando de hacer que su hijo conozca a sus compañeros de preescolar. Ese clásico momento en los libros, en el cual el pequeño estaba súper nervioso y avergonzado escondiéndose detrás de la madre cada vez que lograba decirle algo a algún otro niño, sin siquiera esperar a que este le respondiese- ¿Sera el lobo de su madre? -esa duda ya comenzaba a asentarse en mi mente, pues con la actitud de esos dos era demasiado fácil asociarlos a madre e hijo. Bueno, padre e hijo en ese caso.

Algo que me sorprendió de sobremanera fue la reacción del tal Aki a mis palabras, que en ningún momento fueron para subestimar al lobo, pero que al parecer así habían sido interpretadas. El pequeños arranque de ira del muchacho me dejo callado un momento, tratando de procesar lo que había dicho- Kukuku -cuando logre asimilar todo lo que había, no pude contener una pequeña risilla que se me escapaba entre dientes. La retuve cuanto pude hasta que no aguante más y comencé a reír a carcajada limpia, a pesar de estar de frente al lobo, pues el muchacho no duro mucho antes de volver a esconderse detrás del animal- ¡Jajaja! Hay dios, buena esa -calme mis carcajadas y solté un largo suspiro, limpiándome una pequeña lagrima naciente de mi ojo visible mientras alejaba los impulsos de seguir riendo- En ningún momento los menosprecie, al contrario, creo que fuiste tú, lobito, quien me confronto e insinuó poder romperme las piernas tan tranquilamente -les sonreí con tranquilidad, a sabiendas de que jamás menosprecie a nadie y que, por lo tanto, no había razón alguna para pedir disculpas ni mucho menos

Lo que en verdad me había hecho gracia era el asunto de mi ojo, y el porqué de la tierra que llevaba encima, así que me apresure a contestar estas cuestiones luego de haber aclarado lo anterior- Y, respondiendo a tus preguntas: Estoy cubierto de tierra porque vengo volviendo de una misión en la que una planta carnívora gigante me trago, así de simple -tuve que hacer un esfuerzo para no reír más por lo extraño que sonaba eso, pero por muy bizarro que sonara era la pura verdad- Ains, y lo del ojo bueno, llevo este parche desde que tengo memoria, así que no hay mucho que comentar. Uno no nace siendo fuerte, ¿No? Supongo que perdí el ojo cuando aún era pequeño -mentí, pues era de mi saber, aunque nunca lo haya comprobado, que mi ojo derecho estaba allí. Ese parche era prácticamente un adorno, uno que no podía quitarme por orden directa de mi padre. Para lo único que podía retirarlo de su lugar era para ducharme, pero debía de asegurarme de que no pasaran más de 20 minutos antes de volver a ponérmelo

Pese a todo no quería armar revuelo, ni mucho menos, así que busque calmar las aguas y persuadir un poco al chico para que me dejara compensarle el helado que le había tirado, comprándole otro- Oh tranquilos, no hay problema. Pero, en compensación, me dejaran pagar por el helado que les eche a perder -los mire y sonreí, mostrando mis afilados caninos- Como dije, vengo de una misión, así que el dinero no me faltara en un tiempo. Vamos que es helado, no se pueden negar -decía en plural, pues también pensaba comprar alguno para el lobo. Aunque... no estaba seguro de si a un lobo le gustaría el helado.

Al parecer mis palabras no hacían más que asustar más y más al joven Aki, lo cual era fácil de deducir con solo ver la expresión de su cara y su reacción ante cada una de las cosas que le contaba. Vamos, que prácticamente estaba viendo que en cualquier momento se largaba a llorar, y eso que solo estaba respondiendo las preguntas que él mismo me había hecho. Quizás pudiera entender que el muchacho fuera tímido y un poco miedoso, pero en serio, no podía llegar al límite de que cada cosa que yo dijera u hiciera lo asustase de esa manera. Hasta el lobo le recomendaba que pasara de mí, al menos para evitar terminar con los pantalones mojados por el miedo. Intente no reaccionar de ninguna manera a sus palabras, pues estaban hablando entre ellos y era obvio que no sabían que podía escucharlos, ventajas de tener sentidos agudizados. Dentro de todo parecía que el joven no terminaba de querer irse, quizás no confiaba en mí, pero tampoco me tenía tachado como mala persona… aún.

Luego de terminar su pequeña charla, el lobo volvió a mirarme y me dejo bien en claro, con palabras que quizás estaban demás, como la descripción poco alentadora del muchacho, que no me dejarían pagar por el helado que le había echado a perder a Aki- Buff, que lastima –dije mientras me llevaba ambas manos a la nuca y suspiraba, en verdad me dejaba un mal sabor de boca el haberle tirado el helado y que no me dejara al menos comprarle otro, era lo mínimo que podía hacer para compensarlo y no me querían dejar hacerlo, algo que ya de por si era un poco raro. Lo normal es que si alguien te echa a perder algo tuyo, o lo rompe, lo mínimo es que quiera arreglarlo y que tú lo dejes al menos intentarlo, no negarte y dejarlo con esas sensación de deuda hacía ti.

Ya estaba por dar la situación por zanjada cuando escuche la propuesta de un entrenamiento por parte del lobo, a lo cual levante una ceja demostrando mi interés. No obstante, el joven Aki no tardó mucho en negarse, alegando que los derrotaría, que era imposible que me ganaran. Arrugue el entrecejo por un segundo, en verdad esa actitud de su parte me estaba cansando- Venga, ¿En serio? Ni siquiera sabes que tan fuerte soy ¿Y ya te estas tirando abajo, alegando que es imposible ganar? Madre santa… –me lleve ambas manos al rostro, refregándomelo un poco para tratar de calmarme. Luego de un segundo baje las manos y seguí hablando- Lamento reaccionar así, pero si te muestras tan convencido de que les ganaría en un combate de entrenamiento, das por sentado que soy más fuerte que ambos. Estas subestimando a tu compañero también y no creo que eso sea justo –no quería mostrarme molesto, porque en verdad no lo estaba, solo me había sabido mal que el muchacho tirara abajo a su compañero de esa forma sin siquiera saber cuál sería el resultado de un combate entre ambos- Si te crees más débil que yo perfecto, no peleemos, pero no digas que es imposible para AMBOS ganar, porque yo no creo que tu compañero este tan convencido como tú de la derrota –le solté eso último en un tono más serio, dejando claro que no me había gustado para nada esa forma de comportarse de parte del muchacho.

Dichas esas palabras al joven, pose mi mirada en el tal Inu, quitándome esa expresión sería del rostro para tratar de aligerar un poco las cosas. No quería terminar asustando más al chico, pero como seguía la cosa en verdad era difícil no hacerlo. Al parecer no podía hablar de nada sin que él se lo tomara de forma amenazante- Eres Inu, ¿Cierto? –le pregunte, sin esperar una respuesta realmente- Pues me encanta la idea de un buen entrenamiento, nunca viene mal y el día está perfecto para ello –le respondí a su última pregunta, ignorando el hecho de que Aki había puesto una objeción a la idea- ¿Se te ocurre un lugar donde podamos hacerlo? Tampoco sería bueno entrenar en una plaza poblada de gente, creo que ya sabes porqué jeje –reí leve mientras internamente rogaba porque conociera un lugar y que pudiéramos irnos pronto, pues quedarme allí, luego de lo sucedido con el tren, no era la mejor idea.

Luego de aceptar lo propuesto por Inu, me quede esperando unos segundos en lo que terminaba de hablar con el muchacho y convencerlo para que aceptara entrenar un poco. Afortunadamente este pudo hacer que terminara por acceder, aunque claro sin salir de esa actitud tan pesimista que parecía caracterizarlo a la hora de encarar un combate- Me parece bien, será interesante verlo -comente mientras caminaba tras el perro alado, quien llevaba al muchacho muy cómodamente sobre su lomo, directamente hacía un pequeño descampado que había por allí. No estaba muy lejos, por lo que no tardamos mucho en llegar a este.  

Fuera de todo lo sucedido hasta el momento, tenía que mentalizarme en que era un combate y aunque fuera de entrenamiento, tenía que poner todo de mi para ganarlo. No estaba seguro cual era la magia de Aki, tampoco sabía si Inu manejaba algún tipo de magia, así que debía ir con cuidado a la hora de atacar. El combate que buscaba era con el perro alado, pero sí de la nada el muchacho sacaba algún tipo de ataque mientras yo estaba distraído con su compañero, me dejaba bastante mal parado a la hora de querer esquivarlo- Muy amable de su parte -dije al escuchar cómo me cedían el primer movimiento, parado unos metros delante del dúo. La distancia que nos separaba no era tanta, tampoco me aleje demasiado pues el descampado no era especialmente enorme, así que debía de pensar bien en todo movimiento que fuera a hacer. Si me daban el primero ataque no creía que fuera por mera amabilidad, así que debía de ser cuidadoso al no conocer las habilidades de mis contrincantes.

Hice una pequeña pausa al percatarme de un pequeño detalle entre tanta palabrería- Oh, y mi nombre es Alex, lamento no haberme presentado antes jeje –reí con cierto nerviosismo al percatarme recién entonces de que en ningún momento me había presentado. Hecha la presentación, me quede parado en mi lugar por unos segundos, pensando en una buena forma de comenzar el combate.

Lo primero que se me ocurrió fue lanzarme al combate cuerpo a cuerpo, tantear un poco el terreno y luego ya ver como continuaba la cosa- Comencemos esto entonces -dije con cierta emoción, sonriendo ampliamente antes de echar a correr a toda velocidad contra Inu. Comprobar sus actitudes cuerpo a cuerpo era lo primero, ver su forma de pelear y luego buscar la forma de golpearlo por sorpresa con mi magia. A mis ojos era lo mejor que podía hacer, puesto que como yo no sabía nada de sus habilidades, ellos tampoco de las mías.

La estrategia inicial del joven era la típica de cuando se luchaba contra alguien de quien no conoces las habilidades, ir de frente y con cuidado, atento a cualquier movimiento y con la guardia siempre arriba hasta no hacerse una idea de a que te enfrentas. "Una tanda de reconocimiento", se podría llamar así. Avanzo corriendo rápidamente, cortando el espacio que lo separaba de Inu, el perro alado que cubría al joven Aki, y buscando entrar en un combate cuerpo a cuerpo con él pero sin dar la espalda al muchacho. Pese a parecer un cobarde a simple vista, no podía terminar de fiarse de que no saltaría de la nada con algún hechizo poderoso, o de restricción, y eso podía ser un problema serio si sucedía.

El movimiento en zigzag del can dejo levemente confundido al pelirrojo, quien se encontraba confiado en que atacaría de frente al verlo acercarse. Así, no pudo hacer nada al verlo saltar por encima de él y colocarse a su espalda, embistiéndolo. Pese a todo, Alex ya había previsto sus intenciones, así que a la hora de ser golpeado logro acomodarse para dar una vuelta en el suelo e intentar levantarse rápidamente. Claro nunca se esperó que Aki se acercaría de frente a él con una barra de hierro en sus manos, listo para golpearlo en la cabeza con esta.- Tsk... -chasqueo la lengua al verlo acercarse, pues no esperaba tener que luchar con él. Lo que el mago de Sabertooth quería era luchar con Inu, hasta le había dicho al chico que no lucharía con él, pero ya que se veía atacado de esa manera no podía simplemente quedares de brazo cruzados.

Calculando la distancia que quedaba entre los tres, espero al momento en que Aki estuviera cerca, cuando ya no pudiera dar media vuelta, y encendió ambas manos en intensas llamas negras, chocándolas rápidamente de forma que al hacer contacto las llamas generaron una explosión bastante potente en los alrededores del muchacho. La misma debía tener la potencia necesaria para al menos hacer retroceder a Inu, y como poco debía de poder hacer retroceder a Aki para que no llegara a golpear con la barra de hierro al pelirrojo, además de dejar alguna quemadura obviamente.

Si todo salía como suponía, entonces estaría en la posición perfecta para dar un salto hacia adelante y alcanzar a Aki, pues con Inu a su espalda y frenado por la explosión era imposible que llegara a frenarlo antes. Además, la misma explosión debía de dejar al menos aturdido al muchacho si la había recibido desde cerca. A paso rápido, Alex se acercaría hasta el chico e intentaría arrebatarle la barra de metal con la mano derecha, siempre atento a la llegada de Inu por si este se adelantaba a sus cálculos, y si no la soltaba directamente patearía el torso del muchacho para que este deshiciera el agarre mientras encendía en llamas negras la mano con la que sostendría la barra, para así calentar el metal de esta y que si Aki no la soltaba, terminaría con una quemadura muy grave en la mano. Luego de esto, una vez tuviera la barra en su poder, daría un salto a un costado para alejarse del muchacho y de la dirección en la que seguramente se estaría acercando Inu para tener cierto margen de distancía para poder pensar en su siguiente movimiento.

Técnica utilizada: