Inspeccionando[Grupo]

Pueblo Oak, lugar donde antes se situaba el gremio de Phantom, donde ahora es un pequeño pueblo que se encuentra en constante armonía sin ningún problema del gremio que poco a poco se convertía en uno corrupto. Dicho lugar se encontraba en movimiento en una de las calles principales de este lugar causando que a veces hubiera una gran multitud de gente gracias a las mercancías y ventas que se daban por los puestos de comida entre otras cosas como la ropa, accesorios para el hogar, etc.

No obstante un gran sujeto de cabellos negros con una cicatriz en el ojo se estaba adentrando a dicha ciudad, solamente para poder inspeccionar la ciudad y poder hacer alguna maldad si es que lo hacia requerir y si se le daba la gana.

Miraba por todas partes y no encontraba algo en el cual le interesara y por supuesto se estaba aburriendo de la gente en el cual se cruzaba, chisqueaba los dientes en ese momento y fruncia las cejas, pero cada vez que notaba que alguien le miraba ponía una cara normal como si se tratase de algún chico bueno.

-vaya gente estúpida que me encuentro en este lugar-decia sobre su mente aun caminando entre la multitud.

¡La hermosa Oak! Tantos recuerdos le traía que una vez más disfrutaba de esta hermosa ciudad, más allá de la detestable gente que le conformaba. Estos muros, llenos de historia llenaban su corazón de nostálgicos recuerdos de los antiguos tiempos en que residió en aquella ciudad. Allí estaba la posada en la que solía colaborar, ahora convertida en un spa de mujeres, era una pena, pero más allá de eso, no lamentaba mucho de volver a visitar este tan acogedor lugar que le permitía de alguna forma reflexionar a pesar del bullicio del mercado. Niños corriendo por todos lados, algunos eran realmente un amor, otros sinceramente, estaban como para darle un golpe en la cabeza y bajarle un poco los humos, a ellos y a los padres que se hacían los desentendidos del mal comportamiento de estos. Por otro lado, estaban las jóvenes chicas, que en grupos de cotorras iban de un lado a otro comentando y asombrándose sin razón por cosas extremadamente estúpidas, como la ropa y tocados, aunque, por otro lado, había que verle el lado bueno, se tomaban tanto tiempo en sus cosas que uno podía contemplarlas con tranquilidad y si alguna se acercaba más que suficiente entablaba una pequeña conversación flirtreando con la misma acompañado de una gran sonrisa y si la cosa iba por buen camino, en algunos casos llegaba a regalar un amuleto a la mujer.

—Creo que te conozco, h-hombre...¿Quién eres tu? — La voz temblorosa de un anciano le había hablado, lo que le despertó cierta curiosidad para saber de quién provenía.

Buscó por la dirección en que le había llegado las palabras de esta persona y como había intuido, se encontraba frente a uno de los ancianos del pueblo. No se sorprendía que le reconocieren, ya había estado hace cerca de un centenario por aquí, solo lo que le llamó un poco la atención, es la avanzada edad del hombre, no se esperaba que quedara alguien vivo de aquella época y que encima le recordara. El señor parece remarle a su salud a pesar del tiempo que ya carga sobre sus hombros.

—Yo solo soy un simple mercader, que se está ganando el dinero para el pan de cada día...—contestó con una cálida sonrisa, sereno. —Maestro, ¿Quiere usted adquirir alguna de estas piezas de platino? Las he elaborado al más fino detalle, incluso si así usted lo desea, puedo darle la esencia que más le identifique...— Hoy había verdad en sus palabras, ya se le estaba acabando sus ahorros y era necesario poner en venta los cachivaches que llevaba consigo.—Claro, que no son como cualquier otro objeto del bazar, estos son amuletos de la fortuna, si lo cargas siempre contigo, la rueda del destino le tenderá una mano en su vida.— Le tendió uno de los amuleto de brazalete con un dije de amatista para ofrecerle.

—Con lo que me resta de vida...—respondió el anciano desdichado pero amable y luego simplemente prosiguió con su camino, tal parece en busca de medicina, porque se detuvo en el puesto de las hierbas medicinales. —Mmmh...— Alguien le había llamado la atención. << ¿Quién eres tu? Tu rostro me resulta muy familiar... >> Clavó sus ojos en un hombre pelinegro, con una cicatriz en su ojo, sin embargo, rápidamente volvió a lo suyo por la voz de unas señoritas que venían a preguntar sobre la mercancía, sin darle tiempo si quiera de pensar de donde conocía a aquella persona.

Siguiendo caminando, con todo la repugnancia del mundo, veía a todas partes con molestia, niños jugando y correteándose entre otros, señores hablando de cosas de alegrías que le pasaban, señoras chismoseando entre otras cosas mas que podía notar ante mis ojos, estaba completamente con un rostro que no podía con el, casi casi mostrando mis verdaderos ojos oscuros y desgarradores que con verme aquellas personas seguramente saldrían huyendo de mi, pero eso era lo de menos, por lo menos disfrutar aquellos desgarradores gritos miedos me conformaba y tal vez me harian hacerme feliz.

Llegue a un punto donde pude notar a un cierto chico de cabellos albinos con rayas rosadas siendo que por instantes me olvidara de todo lo aburrido que estaba en este sitio y correr tras él para ver que era lo que hacia. No obstante mostre mi rostro bueno y gentil causando que esbozara una sonrisa y saludara aquellas jóvenes que estaban a lado mio.

Buenas jovencillas, quieren un poco de estos amuletos?-Sin pedirle permiso tome uno del os amuletos de mi compañero de gremio y se los ofreci aquellas chicas que se encontraban a lado mio, de inmediato las mismas me dijeron un si causando asi que sacara de mi bolso un par de monedas de oro y se lo entregara para asi pagárselos-Tome, con esto seria suficiente-Sonreia con amabilidad, pero por dentro tan solo pensar en aquellas chicas pensé completamente a lo pervertido causando que se me naciera esa parte de lujuria en mi, no hasta que fui interrumpido por algo recordando que él tenia amuletos de la buena suerte y que por lo tanto lo podría revertir. –Si si, mejor que se los lleve y que esas chicas se le revierta el efecto de suerte a mala suerte-Riendome internamente y observándolas con una sonrisa con algo de malicia, hice voltear a ver a mi compañero para pedirle lo siguiente- Por que en vez de vender amuletos de la buena suerte, agarras y se los reviertes para que les de mala suerte, asi de sencillo, no te parece?-Espere entonces la respuesta de mi compañero para asi ver que era lo que me decia.

—Son amuletos de buena suerte—contestó a la pregunta de una de las señorítas que le habían realizado con una amplia sonrisa en su rostro. Fue en ese momento que uno de sus compañeros de gremio hizo su aparición, tomando sin permiso una de sus reliquias  que estaba comerciando. Se había exaltado un poco porque aquel ni si quiera se había dignado a saludar y encima para colmo había atendido aquellas clientas que pretendía. De todas formas, para no armar mucho desorden en el lugar mantuvo una sonrisa forzada y se despidió de las chicas cuando estas se alejaron del lugar. —Vaya, que forma de meterse en los asuntos que no te incumben—dijo con un rostro más que serio, que poco a poco terminó por convertirse en una sonrisa y alzar su mano para saludarle simple.

—¿Qué sentido tiene vender un amuleto que atraiga la mala fortuna?—Alzó sus brazos , y suspiró, remarcando la obviedad del asunto con el tono que había empleado a la hora de hacerle la pregunta— Si vendo un amuleto así la gente se espantará y me tachará de brujo, ¿Para que mostrar esa cara de la moneda?—le aclaró seguro y se cruzó de brazos, cerrando sus ojos mostrando seguridad en sus facciones. Tras un momento de silencio, se reincorporó al lugar y se guardó las monedas de oro que el otro le había pagado, y posteriormente, reponer el lugar de la baratija que había sido vendida.—Hace mucho tiempo que no te veía, Ryan... ¿Qué es de tu vida?¿Tan animada como siempre?— Le preguntó con cierto humor, ya que en el rostro ajeno lograba apreciar cierta malicia cuando aquellas mujeres se retiraron del lugar. —Si estás aquí para comprar alguna de esas basurillas te lo agradecería, ya que irónicamente no tengo mucho dinero para pagar mi estadía en la ciudad.— Bromeó un poco pero con algo de sinceridad; de vez en cuando no le hacía mal conseguir un poco de dinero de la forma en que se debería, más que nada para cuidar un poco de su salud intelectual. Además, el mercado no era tan malo al fin y al cabo, ya que este le permitía establecer nuevas relaciones que muchas veces terminaban por gratificarle si es que sabía maniobrar las situaciones de la forma correcta, como por ejemplo una vez que consiguió asilo sin necesidad de pagar un centavo tras atender las necesidades del anfitrión de la casa.

Si era tipico de mi, meterme en los asuntos de los demás para tan solo fastidiarlos un poco con mi presencia y disfrutar dicha energía de molestia que lanzara cualquier ser vivo para sasearme de mas y mas satisfacción en mi mismo, tan solo sentía aquella molestia de mi estúpido compañero que solamente hacia vender baratijas como esos amuletos que ni servían para nada. Sin embargo podría utilizar dichos amuletos para cualquier tipo de trabajo que fuese para algún mal, después de todo era un buen compañero cuando se trataba de hacer ese tipo de cosas a la gente y para trabajos sucios.

Pues es muy simple, haz planeado alguna vez que un amuleto caiga en manos de gente tan estúpida como esas tres?. Ejemplo, puedes hacer que en la noche le traiga mala suerte o durante un mes teniendo siempre buena suerte, un dia le caiga mala suerte, de lo peor de lo peor. Debes en cuando debes de planearlo para que la gente sufra con esos amuletos, no te parece?-Sonreia con malicia mostrando asi mi pequeño colmillo largillo que a veces solia mostrarse y esa mirada tan penetrante que luego se me mostraba a veces.

Eh?, animada? Por favor, no seas  inepto, sabes perfectamente que no me gusta ver a la gente animada...como esta maldita ciudad llena de sonrisas..-miraba hacia aquellos puestos donde la gente le andaba hiendo bien, otros que simplemente por ahí iban con sus propias ganancias de riquezas gracias a los negocios que llevaban, sin embargo la mayoría de los que se encontraban aquí les iba bien en todo y eso causaba que me repugnara por completo, por lo menos quería saber si almenos uno le estaba pasando mala suerte, para jugar un poco con la mentalidad del mismo y hacerle sentir que no valia para nada en lo absoluto ni siquiera con el negocio que traía, cosas que a uno le puedan desmotivarle mas de la cuenta.

Si, yo era lo contrario a ese idiota de Ruan, muy lo contrario, si el hacia y tenia intenciones de animar a las personas, yo simplemente les arruinaría la vida a tal grado que tal vez se sicuidara, aquella vida tan inservible que tenían estas personas. A lo mejor consumiendo su alma en pura oscuridad llenandolo de cosas negativas, o tal vez….en vez de un sicuidio entrase a la locura para asi crecer sus propios egos de las 7 capitales principales y convertirlo en malo y mejor aun pudiese ser alguna marioneta mia para que se me complaciera lo que se me diera la gana dandole ordendes de destruir o otras cosas mas, esto tan solo pensaba.

Crujia entonces los dientes y apretaba mis manos, no obstante cada vez que me veía la gente, de inmediato y como si nada pasara me notaba con una cara sonriente y alegre sin que sospechara nadie.

Miraba de nuevo a mi compañero para asi mirarlo seriamente y mencionarle los siguiente-Escucha, si eres tu el que anda haciendo que esta misma gente tenga buena suerte y mala vibra juro que voy a desaparecer este lugar en un abrir y cerrar de ojos….-mire entonces hacia la derecha  e izquierda para ver si había ciertos soldados del consejo y efectivamente los había, esto me hacia molestarme demasiado-…tsk, bueno…supongo que…-me cruzaba de brazos para asi mirarle-te haz ganado unas cuantas monedas mas de mi parte-le tiraba entonces una bolsa de monedas en el cual había conseguido en cierta misión y a la vez robado ya que consistía en asesinar cierto personajillo rico que andaba investigando como acabar de una buena vez con los gremios oscuros-….jum-fruncia el seño y espere entonces a que me hablara de algo y que por lo menos tuviésemos una conversación en el cual me hiciese entretener.

El día había sido agradable, hasta que este tipo llegó. No dejaba de parlotear ni un segundo lo cual le complicaba bastante la situación. Algo nervioso observaba de reojo su alrededor, a los tipos de los puestos de al lado y a las personas que transitaban detrás de su compañero. Era sabido que si los clientes latentes se enteraban de su plan, el iba iba a caerse y hacer añicos. Si no fuera por su ilimitada paciencia y su conciencia del lugar que se encontraba no hubiese podido controlar su extremas ganas de darle un coscorrón en la cabeza y valer un poco lo que estaba haciendo, lo cual sabía muy bien luego de tantos años vividos.

—Disculpa, pero te agradecería que dejes de hablar por demás. No se que pretendes al respecto...-. Se cruzó de brazos y cerró sus ojos por un momento, haciendo notar en su rostro una clara molestia acompañada con su tono de voz.—...pero mis amuletos son auténticos, no tengo ni idea de que estás hablando—dicho esto le guiñó el ojo, para que captara de una vez por toda la indirecta. Conocía bastante bien a Ryan y probablemente esta haya sido una de sus jugarretas. En cierta forma reconocía y destacaba estas actitudes de su parte y compartía muchos objetivos finales, sin embargo no por esto iba a dejar que se salga con las suyas y más cuando esto afectaba en gran medida sus planes a largo plazo.

—Pero, que más da. Esta ciudad dentro de todo es la que más me agrada. Sería una lástima que se echara a perder semejantes estructuras. Más vale pájaro en mano que cien volando. Si los humanos llegaran a volar, nadie sería capaz de conservar esta hermosa arquitectura, después de todo, solo hace falta esperar, los humanos siempre se terminan asesinando unos a otros.—dijo con cierta tranquilidad mientras observaba las monedas que el otro le había dejado sobre su edredón. Le habían quedado un poco lejos, por lo que tuvo que acercarse a gatas y juntar la bolsa. Allí mismo se acomodó de rodillas y observó el contenido de la misma comprobando con sus ojos que era una una recompensa bastante abundante. —Me haz hecho el día con esto.—sonrió de lado y sacó un par de monedas con intención de devolvérselas junto con un regalo especial.—Aunque siéndote sincero no es de mi agrado recibir tanto dinero de parte de un compañero.—con expresión de todos los días, extendió dichas monedas hacia el chico que se las había entregado. Aquel regalo era una pequeña venganza por haber sucumbido su tranquilidad, nada muy importante, pero por lo menos le iba a molestar uno o dos días.

—¿Qué es lo que te trae por aquí específicamente? No creo que andes dando vuelta en un lugar que tanto insistes que te desagrada.—le preguntó solo para sacar información, en una de esas sacaba algo que hacer a partir de ese momento, ya que como anteriormente había dicho, le había hecho el día con esas monedas. Comenzó a guardar cada una de las baratijas en una pequeña bolsa de tela, con cuidado de que las cadenas no se enredaran ya que debido a la gran cantidad que poseía, al momento de volver a desempacarlas le iba a resultar un tedioso trabajo.